Kady no cree en el amor. Nunca lo ha hecho y la culpable es su madre. Sin más preocupaciones que seguir dedicándose a su gran pasión, la fotografía, no espera verse envuelta en un suceso del pasado que cambiará su vida para siempre.
Dylan es un romá...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
2/2C A P Í T U L O 29
Gato
•○•○•○•○•○•○☯○•○•○•○•○•○•
📷
Respiro hondo antes de llamar a la puerta. Sus pasos al otro lado me ponen nerviosa, pero trato de controlarme. Aparentar normalidad es la clave para que esto salga bien. La puerta se abre y sonrío.
―¡Qué sorpresa, mi niña! ―me abraza y freno el impulso de apartarla de un empujón―. Pasa, pasa. No te quedes en la puerta que seguro esa bruja está pendiente de lo que hacemos.
―Mamá... ―Siento que se me revuelven las tripas al llamarla así. Me limito a poner los ojos en blanco como hubiera hecho en el pasado―. Sabes que no me gusta que hables así de Matilda. Es una buena mujer.
―Una vieja que me acusa de robar sus rosas... ¿Has venido a quedarte con tu pobre madre? ―pregunta, esperanzada.
―No, mamá. Dyl quería venir a ver a sus abuelos y he decidido acompañarle para verte.
―Voy a prepararte un café ¿quieres?
―Sí, claro. Voy a mi habitación que tengo que ver si están en algún cajón los negativos de una de las cámaras.
Asiente. Se da la vuelta y se dirige a la cocina. Subo las escaleras con decisión. Trato de no tocarme el pecho donde tengo un micrófono por si la policía tiene que intervenir. Una vez llego al piso de arriba entro en la habitación de Adair y abro la ventana sin hacer ruido. Entro a su baño y cojo el cepillo del pelo tras confirmar que hay varias hebras en él. Lo coloco en la cinturilla de mis pantalones y me bajo el jersey para que lo tape. Cierro la ventana sin hacer ruido. Era la excusa que le iba a dar a Adair si me pillaba en su habitación. Entro en la mía. Me acuclillo de espaldas a la puerta y saco los negativos del último cajón.
―¿Los has encontrado?
Me pongo de pie de un salto y me llevo la mano al corazón del susto.
―Joder, no hagas eso. Casi me da un ataque ―protesto. Agito los negativos que sigo sujetando y sonrío―. Aquí los tengo.
No me extraña que no la haya escuchado. El alivio de haber salido de su habitación sin ser atrapada ha sido demasiado como para prestar atención a otras cosas.
―El café está listo. Te he llamado, pero no me has oído. ―Asiento y salgo de la habitación bajando las escaleras con toda la normalidad del mundo. O eso intento. Nos tomamos el café mientras ella sigue con la misma retahíla de siempre. Que la he abandonado, que mis amigos son malas personas... Al terminar llevo las tazas al fregadero y las lavo. En el salón me despido de ella y me dirijo a la puerta―. Te olvidas de los negativos, hija. ―Cuando vuelvo sobre mis pasos y estiro la mano para alcanzarlos su mano se cierra en torno a mi muñeca con una fuerza que no sabía que tenía―. ¿Qué tienes en la espalda?
―¿De qué hablas? ―pregunto con un nudo en la garganta.
―Cuando estabas agachada cogiendo los negativos, el jersey se te ha subido. He visto que llevabas algo. ¿Qué es?
―No llevo nada, mamá. Te habrá parecido por el pliegue del jersey ―explico rezando para que me crea. ―Pero no lo hace y lo sé al ver cómo sus ojos cambian. Se vuelven más siniestros, más fríos―. Gato.
―¿Qué dices?
Trato de soltarme de su agarre, pero es inútil. Me sujeta fuertemente.
―Que me ha parecido ver un gato. ¿has adoptado uno?
―Déjate de tonterías y dime qué te estás llevando.
―Nada. Ya te lo he dicho. ―Con un tirón logro que me suelte y me dirijo ala puerta. Un golpe en la corva hace que pierda el equilibrio y caiga de rodillas. Me giro para verla con la garrota. Consigo levantarme, pero llega a mi lado antes de que lo consiga. Me empuja con fuerza y caigo. Caigo a cámara lenta al mismo tiempo en el que la puerta se abre dejando entrar a la policía.
Dylan. Pienso en él. En sus ojos azules, en sus te quiero y en su curiosa manera de pedirme matrimonio. Porque lo ha hecho, ¿no?
Y entonces siento un fuerte golpe en la cabeza. El dolor atraviesa mi cuerpo y la vista se me nubla. Antes de tocar el suelo el dolor desaparece y todo se vuelve negro.
•○•○•○•○•○•○☯○•○•○•○•○•○•
*se va corriendo*
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
