C A P Í T U L O 16
Gafas y sangre
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―Kady, mañana sin falta vamos a ir a la óptica ―dice Edgar mirándome con el ceño fruncido. Abro la boca para protestar―: No quiero quejas. No puedes estar forzando los ojos de esa manera. Y vamos los dos porque me dices que sí que vas a ir y no lo haces.
Es posible que aunque le dije que iba a ir a la óptica no haya ido, pero es que ni quiero ni me apetece.
Se levanta sin dejar el tenedor en la mesa y apaga la televisión.
―¡Oye, estaba viendo eso! ―protesto.
―Estabas viendo borrones, Kady.
―¡Vale! Mañana vamos a la maldita óptica, para que me gradúen la maldita vista y me pongan unas malditas gafas ―refunfuño.
―Así me gusta.
Terminamos la ensalada César que he preparado para la cena y me ayuda a recogerlo todo. Noto que me quiere decir algo cuando le veo mirarme y hacer el amago de abrir la boca para hablar.
―¿Qué? ―pregunto con un poco de agresividad intuyendo sobre qué quiere hablar.
―¿Me has hecho caso?
―No.
―Pero...
―Creo que es hora de que te vayas. Se te está haciendo tarde y no creo que sea bueno para tus pacientes que estés cansado ―le interrumpo antes de que me vuelva a decir que intente comprender a Dylan.
¿En qué momento se han hecho los mejores amigos?
Suspira, frustrado y se rasca la ceja antes de asentir.
―Tienes razón. Nos vemos mañana para ir a la óptica. ¿Después de comer?
―Vale ―digo acompañándole a la puerta.
Se despide con un rápido beso en la mejilla y se va.
Desde nuestra pequeña discusión y aunque en teoría está todo bien entre nosotros no nos hemos acostado. En parte lo entiendo, sobre todo si se siente que sólo me interesa por el sexo. Sé que mi forma de actuar no fue correcta y también es cierto que estamos construyendo una bonita amistad, por eso estoy esperando pacientemente a que sea él el que decida dar ese paso para que lo nuestro ―sea lo que sea― vuelva a ser igual que antes.
Voy a mi estudio y hago inventario de lo que tengo. Leith me ha llamado esta mañana para preguntar por qué no estaba en la agencia y cuando le he explicado que me han despedido no se lo podía creer. Poco después me ha llegado un correo de la revista para la que trabaja para que me encargue yo de sus fotos ya que les encanta la forma en la que ambos trabajamos.
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Todo este tiempo
RomanceKady no cree en el amor. Nunca lo ha hecho y la culpable es su madre. Sin más preocupaciones que seguir dedicándose a su gran pasión, la fotografía, no espera verse envuelta en un suceso del pasado que cambiará su vida para siempre. Dylan es un romá...