C A P Í T U L O 30

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C A P Í T U L O 30

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C A P Í T U L O 30

No está

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Shane y Darcy iban a llegar ayer por la noche. Una hora después que nosotros, pero pincharon dos ruedas por el camino y han pasado la noche en un hotel de carretera porque la grúa no estaba disponible. No les ha atacado ningún asesino en serie y ya están conmigo.

El salón de mis abuelos se ha convertido en un centro de operaciones. Nosotros estamos en la cocina cada uno con una tila. Tengo un mal presentimiento. Me lo dicen las tripas y no suelo equivocarme. Mi corazón se detiene cuando veo a todos los agentes de policía movilizarse.

―¿Qué pasa? ―pregunta Darcy con la voz temblorosa.

―Ha dicho la palabra clave ―contesta un agente de pasada que la ha escuchado.

Pese a las advertencias de los policías les sigo hasta la casa de esa mujer.

―No puedes estar aquí, Turner ―gruñe MacArthur al verme a su lado.

―Intenta impedírmelo.

No sé qué expresión he puesto, pero no dice nada más. Tiran la puerta abajo después de gritar que son la policía y entran.

―¡UNA AMBULANCIA!

MacArthur avisa por radio para que los médicos que están a un par de calles de aquí vengan a toda velocidad. Avanzo hacia la casa, pero unos brazos me lo impiden.

―No vas a entrar ahí, Dylan.

―No me toques los cojones, MacArthur. No te haces una idea de lo que significa para mí la mujer que está ahí dentro y si quieres impedirme pasar tendrás que esposarme.

Suspira y me acompaña. Avanzamos despacio, tengo miedo. No sé qué mierda esperar... y entonces la veo. Corro hacia ella. Está tendida en el suelo. Me arrodillo a su lado y antes de que pueda tocarla entran los médicos y me apartan de ella.

Creo que grito su nombre. En algún momento empiezo a llorar mientras me retuerzo en los brazos de dos policías. Ponen un collarín en el cuello de mi pequeña y veo sangre en el suelo.

Por favor que esté bien.

Por favor...

Apenas soy consciente de lo que pasa a mi alrededor. Se la llevan al hospital. A mi Kad. A mi pequeña. Al amor de mi vida. Alguien me saca de la casa. Shane y Darcy llegan a mi lado y abrazo a mi mejor amigo mientras sigo llorando. Tengo un nudo en la garganta que no me deja respirar y un peso en el estómago que amenaza con hacerme vomitar. Entre ambos me suben al asiento trasero del coche de Shane. Creo que MacArthur les explica qué ha pasado y al hospital al que la llevan. La vibración del coche consigue relajarme lo suficiente para dejar de llorar. El viaje se me hace eterno, pero nada comparado con el tiempo que nos tienen esperando para saber cómo está.

Todo este tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora