E X T R A

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—¿Qué es esto? —pregunta Kady entrando al salón con una caja en la mano.

—Ese es tu regalo de aniversario. —Sus ojos se agrandan y sonríe como una niña pequeña a la que le acaban de regalar un caramelo—. Pero nuestro aniversario es dentro de cuatro días, así que dame eso.

En cuanto me escucha esconde la caja tras su espalda. Pongo los ojos en blanco rogando paciencia. Me acerco a ella, pero retrocede.

—Dyl, amor. Mi vida. Es mi regalo, ¿qué más da que lo abra ya?

Me cruzo de brazos. No sé qué le pasa, pero últimamente está con un comportamiento algo infantil que me desespera un poco.

—Pequeña, es el regalo de aniversario. Te lo voy a dar el día en el que se cumpla un año de nuestra boda. Es un día especial y quiero darte algo especial.

—Pero...

—Nada de peros, Kady —gruño ya algo molesto.

—Vete a la mierda. —Lanza la caja hacia mí y la consigo coger al vuelo.

¿Qué mierda le pasa? Esos cambios de humor son típicos de Kad cuando está con la regla, pero no puede ser la última vez que tuvo su menstruación fue...

Espera.

Miro hacia el pasillo por el que ha desaparecido. Ahora mismo mi querida mujer me da miedo, así que decido salir. Le grito desde la puerta que no voy a tardar en regresar y me responde, de nuevo, que me vaya a la mierda.

Guardo en la guantera del coche la caja de su regalo y hago dos paradas. Cuando regreso guardo una de las bolsas en el armario del baño y con la otra en la mano voy a verla. He decidido dejar la caja con su regalo en el coche porque no me fio.

Abro la puerta de nuestra habitación y la veo en la cama leyendo un libro.

—Pequeña, te he traído algo —digo con cautela sentándome a los pies de la cama.

Me mira y me sonríe. Oh dios mío la que me espera.

—¿El qué? —Le tiendo una caja que abre y saca un par de bambas de nata—. Vamos a comerlas al salón. Odio las migas en la cama.

Nos levantamos y antes de que pueda avanzar hacia la puerta me besa. Mis manos acunan su cara y profundizo el beso. Cuando nuestras lenguas se rozan se separa y mira con deseo las bambas dejándome con las ganas de más.

Después de merendar las bambas con un vaso de leche le propongo ver la vieja confiable y asiente feliz. Es como si se le hubiese olvidado que hace menos de una hora me ha mandado a la mierda.

Todo este tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora