[Capítulo 27: Búsqueda]

7 4 26
                                    

En cuanto la bombilla amarillenta alumbró el lugar, mis ojos volvieron a posarse sobre Francia. Quería ver cuál sería su reacción al encontrarse con tal cantidad de cajas y objetos extraños. Permaneció en silencio por unos segundos que me parecieron eternos, observando todo entre impresionado e impactado, hasta que por fin se atrevió a decir algo.

- Es... Muy tú. Siniestro.
- Haré como que no he oído eso.

Soltó una pequeña carcajada ante mi respuesta y decidí que ya era la hora de ojear aquel libro extraño. Me adelanté para ir hacia el escritorio mientras que mi compañero seguía cotilleando todo aquello en lo que se posaban sus ojos.

- Ven aquí de una vez. Ya tendrás tiempo de cotillear luego.
- O tal vez no.

Me mostró una sonrisa juguetona mientras se acercaba a mí y simplemente bufé levemente a la par que regresaba mi atención al libro.

- Bueno, dejando eso de lado... Este es el libro. No sé si podrá tener alguna clase de hechizo protector o vete tú a saber.
- Puede ser... Pero si lo usas tú no debería haber ningún problema, ¿no? A no ser que te hayas incluido a ti también como posible hurtador.

Ambos nos miramos durante un segundo para terminar volviendo a analizar el objeto en cuestión. No parecía tener nada extraño pero eso no lo sabríamos hasta que fuera demasiado tarde.

- Antes lo toqué y no me ocurrió nada. Tal vez el hechizo se activa si lo abro...
- Habrá que probar.

Sus ojos me dijeron que le echase un par y lo abriera de una vez mientras él retrocedía un poco. Vaya valiente. Bufé nuevamente y sin pensarlo mucho más llevé mis manos al libro y lo abrí por una página cualquiera esperándome lo peor. No obstante, después de varios segundos de silencio y con los ojos cerrados, no ocurrió nada. Volví a fijar mi vista en el objeto en cuestión algo confuso y Francia regresó a mi lado una vez que se cercioró de que era seguro.

- Pues no ha pasado nada.
- Ya lo veo, Don Obviedades.

Ojeé alguna que otra página más sin comprender nada hasta que decidí observar a mi compañero. Tal vez él supiera algo más.

- ¿Qué idioma es este?

De repente empezó a reír sin motivo alguno y no tuve de otra que esperar a que se calmara para responder a mi pregunta. Me crucé de brazos y mi constante mirada hizo que, al menos, su sonora y extraña risa durara solo unos segundos más.

- Ay, pardon, mon ami... Me ha sorprendido mucho que escogieras esa lengua para escribir tu libro de magia.
- ¿Y esa lengua es...?
- Romance, o francés antiguo, como quieras llamarlo. Una lengua muerta de algunos países europeos, entre ellos el mío.
- ...ah.

No supe muy bien qué responder a esa información y decidí seguir ojeando el libro sin comprender nada. Solo podía guiarme por los dibujos esporádicos que había en él, muy minuciosos y bien hechos. Ambos permanecimos en silencio observándolo hasta que llegamos a cierta página que llamó nuestra atención.

- Mm... Parece que han arrancado una hoja...
- Y ya te digo yo que tú no has sido. Amas demasiado los libros como para hacer algo así.

Lo miré de soslayo y supe que algo no iba bien. Tenía el ceño fruncido y parecía estar pensando en mil cosas al mismo tiempo. Si sabía algo necesitaba conocer esa información, por lo que posé mi mano sobre su hombro para llamar su atención.

- ¿En qué piensas?

Al principio no se le veía con intenciones de hablar pero, después de todo lo ocurrido, apretó levemente su mandíbula y se obligó a confesarme su hipótesis mientras me miraba a los ojos con furia.

Lies and LiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora