[Capítulo 8: Novedades]

12 4 4
                                    

Acabé bajando de nuevo al salón para ver un poco la televisión con mi hermano, aunque ninguno de los dos dijo nada más, y esperamos allí a que dieran las 12. Ambos decidimos dejar que el ruido del aparato fuera lo único que interrumpiera el silencio de la sala. Aún estábamos algo tensos por la conversación anterior y Scott parecía estar teniendo también un debate interno. Seguramente seguía carcomiéndole la culpa al no poder decirme todo lo que quería, pero no importaba. Lo entendía. Me frustraba, sí, pero si yo estuviera en su lugar también evitaría hablar de ciertos temas si sabía de cuáles se trataban y él no. Solo lo hacía por mi bien.

Las dos horas pasaron en completo silencio, cada uno en su mundo mirando el móvil de vez en cuando para distraerse con algo. Yo me limité a mirar mis contactos, viendo todos aquellos nombres que no podía asociar a prácticamente ningún rostro, y las imágenes que tenía en mi galería, que por desgracia eran pocas. En cuanto sonó el timbre mi hermano no tardó en levantarse y fue hacia la puerta para abrir a nuestro invitado de hoy.

- Hola, Francis.
- Hey~

Mi amigo entró y, nada más hacer contacto visual conmigo, sonrió levemente como si fuera un perro abandonado en una caja. Supongo que no lo hizo a posta pero sus ojos me transmitieron toda la tristeza que sentía por mi situación. Decidí levantarme también del sofá y me acerqué a él mientras que Scott cerró la puerta de nuevo para quedarse a un lado. Después de todo no quería molestarnos.

- Hola... Francis, ¿verdad?
- Así es. ¿Cómo te encuentras?

Dudé un momento en si debía contarle todo lo que me había pasado en las últimas 24 horas. Sin embargo, viendo su rostro lleno de preocupación, decidí no molestarlo con pequeñeces. Estaba bien, no pasaba nada. Solo habían sido pequeños ataques de ansiedad.

- Bien, supongo.
- ¿Quieres algo de beber o de comer?

Scott hizo un inciso en nuestra conversación para hablar con Francis, quien negó su petición por el momento.

- Estoy bien así, gracias. ¿Nos sentamos en el sofá? Estaremos más cómodos.

Aquella pregunta me la hizo a mí y yo simplemente asentí un poco para luego dirigirnos ambos a uno de los sofás. Vi que mi hermano pareció irse a la planta de arriba, tal vez para que no nos sintiéramos incómodos hablando con él delante, aunque mi atención regresó con Francis cuando lo escuché hablar de nuevo.

- Y... ¿Alguna novedad? Ya sabes, si has... recordado algo.

Por unos segundos permanecí en silencio, queriendo contarle el sueño que tuve para ver si él me diría algo. Pero Scott seguía en la casa y si nos oía tal vez vendría a detener la charla. Aun así, los ojos azules de mi amigo me pedían que le contara algo que pudiera satisfacer su inquietud y desasosiego.

- Pues...
- Voy a irme un rato, volveré para la hora de comer.

Su voz me sobresaltó un poco y me giré en el sofá para poder ver a mi hermano ir hacia la puerta. Se despidió con una mano y nos dejó solos, sin tener siquiera una oportunidad para preguntarle a dónde se dirigía. Pero bueno, lo importante era que ahora podía hablar de lo que quisiera.

- Bueno... ¿Decías?

Francis quiso proseguir con el tema y, cuando volví mis ojos a él, sentí que él tal vez me contaría más cosas que Scott. Me aclaré un poco la garganta y empecé con el relato.

- Anoche tuve un sueño extraño... Estaba en una casa antigua, que no era esta, en un jardín trasero creo lleno de rosas... Y un niño venía corriendo hacia mí muy contento. Pero la cara del niño no pude verla bien, estaba borrosa, y además...

Lies and LiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora