[Capítulo 29: Perseverancia]

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Cuando me desperté, o al menos eso creía que había hecho, me hallaba en una sala oscura e infinita, iluminada únicamente por lo que parecían ser burbujas gigantes. Cada una de ellas me mostraba una escena diferente de lo que suponía era la vida de Noruega, y no supe muy bien qué hacer. Yo no tenía por qué ver nada, todo esto lo habíamos hecho para que mi amigo pudiera conocer el motivo de mi amnesia. Nunca acordamos que pudiera ver su pasado yo también.

- ¿Ese soy yo?

Di un par de pasos hacia una de las burbujas donde claramente aparecía yo charlando con Noruega. La curiosidad pudo conmigo y terminé adentrándome en aquel recuerdo, repitiéndome en mi cabeza que no estaba invadiendo su intimidad ya que yo también aparecía en él. Acabé en lo que parecía ser una sala de juntas repleta de hombres bien uniformados, todos ellos sentados a lo largo de una mesa rectangular. Nosotros dos, en cambio, estábamos apoyados en una de las paredes de la sala, como si la conversación que estaban teniendo esos hombres no fuera con nosotros. Decidí entonces acercarme a ellos para escuchar la conversación e intentar recordar algo de lo sucedido.

- Entonces todo ha ido bien. Tampoco veía a Suecia capaz de ponerse agresivo contigo.
- Él no, pero su gente podría haberlo hecho. Hubo... ciertas tensiones hasta que pudimos disolver la unión.

Noruega soltó un pequeño resoplido y sus ojos se movieron hacia la mesa repleta de gente, como si estuviera pensando en todo lo que había tenido que vivir hasta llegar a este momento. Mi yo del pasado hizo lo mismo pero no por mucho tiempo, ya que volvió a mirar de reojo a nuestro amigo en cuanto prosiguió con la charla.

- Siempre he dependido de los demás, ya fuera Dinamarca o Suecia. Ahora que por fin soy un Estado soberano e independiente, quería que mi primera alianza o relación diplomática fuera con un amigo. Contigo.

Dirigió sus ojos violáceos hacia mí y me enseñó una leve sonrisa, algo que se veía fuera de lugar en alguien como él. No obstante, aquel gesto le suavizaba el rostro, alejando ese semblante serio e indiferente que lo caracterizaba. Debería sonreír más a menudo.

- Me halagas... Es todo un honor.

Le correspondí con otra sonrisa algo avergonzado y nuestra conversación se vio interrumpida por la voz de uno de los hombres que se encontraba en la mesa.

- Chicos, vamos a empezar ya.

Inmediatamente después nos dirigimos a la mesa y nos sentamos en las sillas que quedaban libres a ambos extremos de la mesa. Parecía que iba a comenzar la reunión sobre esa alianza, por lo que decidí salir de allí de una vez ya que esa parte no me interesaba tanto, la verdad. Me dirigí hacia una de las puertas laterales y, por suerte, regresé a la sala de antes llena de burbujas. Era bastante intuitivo el hechizo.

- Si busco recuerdos en los que salga yo también no me sentiré tan mal por estar mirando...

Me di un pequeño paseo por la mente de Noruega, intentando reconocerme en alguna de las burbujas, mas no lograba encontrarme por ningún sitio. Éramos buenos amigos pero no quedábamos mucho, al parecer. Tardé un poco en hallar otro recuerdo donde yo participase, uno mucho más antiguo que el anterior, y me acerqué a él para vernos mejor. Ambos éramos unos niños de no más de 14 años, o al menos ese era nuestro aspecto. Me adentré en ese fragmento de memoria y acabé en una cabaña similar a la de Noruega, solo que esta era más pequeña y algo más enclenque.

- Te ofrecería algo, pero en estos momentos escasea de todo.
- Ya... Lo siento.

Seguí el sonido de sus voces hasta llegar a lo que parecía ser el salón, ambos alrededor de una mesa y cada uno sentado en un extremo. Esta vez Noruega se sentía culpable por algo, arrepentido. Se le notaba en la mirada. Yo, en cambio, no me atrevía ni a mirarle a los ojos, como si estuviera enfadado con él. ¿Qué había pasado?

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