[Capítulo 22: Diablo]

15 3 3
                                    

- Pero, ¿quién es? No me asustes así.

Volví a reírme un poco al sentirme algo incómodo con la situación pero no pude fingir mucho tiempo. Su rostro serio me puso en tensión.

- ...la Reina.

Cuando consiguió responderme no sabía si me estaba tomando el pelo. Lo pensé durante un instante porque directamente no quise creerle. ¿De verdad me había llamado la Reina? ¿Tenía mi número? ¿Y yo el suyo? ¿Sabía de mi existencia? Tenía tantas preguntas que no fui capaz de pronunciar ninguna. El teléfono volvió a vibrar en mi mano y, cuando bajé mis ojos hacia su pantalla, comprobé que lo que decía Portugal era verdad. Me estaba llamando la Reina de Inglaterra. Alcé la vista hacia mi compañero nervioso en busca de ayuda pero él se encontraba igual que yo.

- Qué... ¿Qué hago? ¿Cómo sabe de mí?
- Todos nuestros reyes y jefes de Estado lo saben. ¡Contesta de una vez!
- ¡Vale, vale, ya voy!

Dejé salir un largo suspiro en un intento de relajarme antes de aceptar la llamada con voz temblorosa. ¿Se comportaría Portugal así también con su jefe? Debería estar más que acostumbrado a tratar con personas de este tipo.

- ¿S-sí?
- ¿Arthur? Al fin lo coges. Pensaba que te había vuelto a pasar algo grave.

Su preocupación me dejó desconcertado un segundo y Portugal me hizo señas con sus manos para que siguiera hablándole, cosa que hice de inmediato aunque no sabía muy bien qué decir ni lo que estaba pasando. Sabía lo que me había pasado y me llamó por mi nombre humano. Supongo que le parecería extraño llamarme por el nombre de su país.

- No, no, estoy bien. Siento preocuparla. Solo... M-me pilló durmiendo.
- Oh, perdona. Como siempre solías estar despierto sobre las 7 de la mañana, pensé que eso no habría cambiado... ¿Cómo te encuentras?

Ante su pregunta busqué con la mirada a Portugal y este se había dirigido al baño. Qué oportuno. Sin embargo, saber que él estaba aquí conmigo me alegraba. No estaba solo.

- Muy bien, gracias por preguntar... Sigo sin recordar nada pero me encuentro bien.
- Ah, me alegra mucho oír eso. Me asusté cuando me dijo tu hermano que estabas en coma... No puedes abandonar a tu Reina así.
- L-lo siento...

Me reí levemente por inercia debido a la situación, ignorando automáticamente la parte de Escocia, y escuché al otro lado de la línea una especie de bufido. Sin embargo, no la notaba especialmente enfadada. Parecía sentirse aliviada y cómoda, como si pudiera bromear de su puesto y de todo lo que quisiera conmigo. Decidí irme entonces hacia el sofá para seguir con la conversación algo más relajado y poco después regresó Portugal, sentándose a mi lado en silencio. Hablar con la Reina no era tan extraño como pensaba que sería. Era como charlar con una vieja amiga.

- Era broma, tranquilo... En todo caso... Ven a verme cuando te sientas bien del todo. Tengo regalos que darte.

Aquello me sorprendió un poco y volví mi atención a Portugal, comprobando si había escuchado lo mismo que yo y así había sido. Me respondió encogiéndose de hombros y me apresuré en contestarle a la Reina.

- De acuerdo, ¡muchas gracias! Em... Iré en cuanto pueda.
- Sin prisas. Por desgracia tengo que colgar ya. Nos pondremos al día en otro momento, ¿vale? Y debo recordarte que no hace falta que te dirijas a mí con tanta formalidad. Aunque sea la Reina, soy mucho más joven que tú.
- C-claro, perdona. Hasta otra...
- Adiós, Arthur. Cuídate.

Separé el móvil de mi oreja para colgar la llamada y, en cuanto me cercioré de que la Reina ya no me estaba oyendo, dejé salir un fuerte suspiro mientras me echaba hacia atrás. Había sido la conversación más extraña y tensa que había tenido.

Lies and LiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora