[Capítulo 18: Pequeña Fiesta]

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Proseguimos con el silencio incómodo unos 10 minutos más mientras hacíamos los bocadillos hasta que alguien aporreó la puerta con demasiada energía. No sabía aún quiénes eran pero me habían salvado de tener que seguir junto a Portugal un segundo más.

- Voy yo.

Mi amigo no dijo nada, simplemente siguió con su cometido inicial sin levantar la vista de la encimera. Quería hablar de lo sucedido más a fondo pero tendría que esperar a mañana. Me dirigí hacia la puerta sin esperar ni un segundo más y, una vez abierta de par en par, me topé con el rostro alegre de alguien que no conocía.

- ¡Hey, Inglaterra! ¿Listo para la-? Oh.

Alzó los dos paquetes de 12 cervezas que llevaba en las manos para ponerlas en mi campo visual pero la fuerza en sus brazos fue menguando al verse entretenido con mi vestimenta, bajando lentamente las cajas llenas de alcohol. No le juzgaba ya que yo también me quedé embobado al ver que tenía el cabello completamente blanco y unos ojos rojos como la sangre. Por suerte alguien más intervino y me sacó de aquella situación tan extraña.

- Se comienza con un hola, ¿sabes?

Sus ojos verdes, similares a los de Portugal, por no decir que todo él era igual, chocaron con los míos un instante antes de que se perdieran por el suelo de la entrada de mi casa. ¿Era su hermano? Al menos él disimuló un poco mejor su asombro al verme vestido así.

- Hola, eh... ¿Qué tal va todo?
- Y por eso no quería empezar así. Qué deprimente. Con permiso~

El albino pasó por mi lado antes de que pudiera decir nada y vi cómo iba directo a la cocina para meter las cervezas en la nevera mientras intercambiaba un par de palabras con Portugal. ¿Quién era ese tipo tan extravagante? Estuve a punto de quejarme por su mal comportamiento si la voz de la otra persona allí presente no hubiera interrumpido mis pensamientos.

- Perdónalo, prefiere tomarse todo esto con normalidad, como si no hubiera pasado nada.

Cuando volví mi vista a él me di cuenta de que se encontraba algo incómodo. Todavía era incapaz de mirarme directamente a los ojos y podía notar la tensión en su cuerpo. Estaba claro que no quería estar aquí. Le mostré una leve sonrisa y me aparté levemente de la puerta para dejarle pasar, si es que quería entrar.

- Aún estás a tiempo de marcharte si no quieres estar aquí... No vengas por compromiso, ven cuando estés preparado.

Pareció sorprenderse un poco de mis palabras ya que se quedó en silencio unos segundos con la boca medio abierta, mirándome al fin a los ojos. Terminó dejando salir una pequeña risa y dio un par de pasos hacia mí para ponerse a mi lado, mostrándome una sonrisa sincera como las de Portugal.

- Francia no mentía cuando dijo que habías cambiado... Estoy preparado, no te preocupes.
- ¿Qué tanto habláis ahí? Entrad de una vez.

Ambos dirigimos nuestra atención a mi otro invitado, el cual ya había cogido un bocadillo y se había abierto una de las cervezas que había traído. Cerré la puerta y, mientras el otro iba hacia la percha para dejar su chaqueta, me dirigí a la cocina para saber de una vez quién era aquella persona misteriosa. Me apoyé en la isla con los antebrazos y clavé mis ojos en él.

- Bueno, ¿vas a decirme quién eres o voy a tener que adivinarlo? Eso va por ti también.

Miré un momento de soslayo al de cabellos oscuros y respondió con una leve risa nerviosa, colocándose a mi lado acto seguido mientras que Portugal seguía en silencio terminando de preparar los aperitivos de espaldas a nosotros. Mi sonrisa desapareció un segundo al saber que no se encontraba bien pero tuve que obligarme a sonreír de nuevo al ver que mis invitados iban a empezar a presentarse.

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