-No estoy segura, Bella.
—¡Oh, vamos, Cissy! Hace diez minutos dijiste que sí, ahora me dices que no, no puedes dar marcha atrás a cada rato... ¡Ten piedad!—se quejó Bella con un puchero, tratando de convencerla de una vez por todas.
—Sé lo que dije, pero...¿y cómo se supone que se lo vamos a pedir?—inquirió—. Él no es de dar esa clase de privilegios, tendremos que llenar el formulario como todos los demás, y no nos darán juntamente lo que pedimos.
—Por eso no te preocupes, querida hermana.
Bellatrix se cruzó de piernas, saboreando su copa de vino tinto y pensativa sopesó las palabras adecuadas que tienen que utilizar ante el Lord. Sinceramente, no creía que hubiera demasiado negativo, al fin de cuenta era una de las tantas esclavas de guerra que habían capturado. Su vida no importaba demasiado, para no decir prácticamente nada. Pero sobre todo, creía que no sería inconveniente porque se lo habían ganado con sus servicios.
Un esclavo para Voldemort, era una insignificancia, pero para ellas, esa esclava en concreto, significaba un pecado fin de perversiones y venganza...Tenían que conseguirla.
Esa asquerosa sangre inmunda se les había escapado una vez en esa misma Mansión, y ahora tendrán la posibilidad de regresarla a donde jamás tengan que haber salido.
Para Narcissa vengar la muerte de su esposo, perpetrada por las manos de Potter era devolverle un poco de su dolor a su querida e inseparable amiga, Hermione Granger. Aunque no estaba del todo seguro, ¿y si era un fastidio?, ¿y si se escapaba? Tendrían que poner protecciones especiales para que la maldita no quisiera huir a la primera. ¿Cuánto les llevaría a domarla?. Eran demasiadas interrogantes y problemas en los que pensar.
Las hermanas Black, tienen bajo su techo tres chicas más, las cuales les habían sido ofrecidas en la primera captura después de la guerra. Bellatrix había escogido a las dos primeras y Narcissa a la última en la inolvidable ceremonia que Voldemort había realizado para su nombramiento. Las tres esclavas, junto a dos elfos domésticos, se encargaban de la gigantesca mansión, la comida, la ropa, los preparativos para las reuniones y la limpieza, pero ninguno había sido escogida para satisfacer deseos carnales. Bellatrix y Narcissa, habían concordado en mantenerlas con vida y relativamente bien cuidadas sólo por el simple hecho que cumplían con sus deberes, eficientemente. Y conseguir a estas alturas un esclavo eficiente era mucho pedir.
Una de las esclavas se llamaba Silvia, ella era la encargada de que las otras dos cumplieran con todo a la perfección. Era la más grande de las tres y las hermanas sólo se dirigían a ella. Silvia tenía ciertos privilegios, por así llamarlos. era la única que dormía en una habitación, pegada a la cocina y la única que tenía uniforme de trabajo. Por consiguiente, siempre estaba limpia y bien peinada. Las otras dos chicas, de dieciséis y dieciocho años, Suna y Milena, dormían en los calabozos de la mansión. Les había permitido conservar dos mantas para cada una,y una tosca y desgastada mesa de noche para guardar en su pequeño cajón un diminuto peine viejo, una barra de jabón y con suerte alguna vela usada que Silvia les daba cuando sobraban de las reuniones. No era siempre y tampoco mucho, pero la esclava mayor utilizó de suministros lo que podía.
Bellatrix, mientras que jugaba con su copa haciéndola girar en su mano, sabía que hoy mismo pediría una reunión con su señor. Según su respuesta, llamaría a Scabior y le pediría que le concretara una cita en Azkabán para esta misma tarde. Estaba seguro de que Voldemort aceptaría. No había motivos para que se negara. Ahora, el problema era convencer a su hermana. Sabía que en el fondo lo deseaba tanto como ella, pero Cissy siempre había sido más recta y escondedora. Estaba seguro que cuando trajera a la mocosa, se le iba a despertar esa energía negra de inmediato.

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Esclava Corazón en cautiverio
RomantizmBueno no mucha. Recomiendo ingresar a la historia si quieres saber de qué trata. Si el contenido no es de tu agrado, por favor abstenerse de leer.