El mundo es injusto, eso todos lo saben, si se aparece el amor no todos pueden recibirlo de brazos abiertos y menos si aparece cuando menos lo deseas.
Jisung es un cazador, pero su madre, la líder de estos lo detesta con todo su ser al culparlo de l...
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Las peleas entre vampiros eran completamente normales, puesto que eran una raza que contaba con un carácter de mierda en pocas palabras, eso Sana lo había aprendido con el tiempo, debido a que ella estaba acostumbrada a una vida pacífica y en armonía en su ya extinta aldea.
Cuando aún era una vampiresa joven solía vagar por el territorio de los vampiros, sin importar si su elegante vestido victoriano, que de todas las épocas que vivió esa fue su favorita en cuanto a vestimenta, se dañaba debido a sus travesuras.
Recuerda cuando volvía de sus aventuras junto a Chaeyoung, su padre solía verla estresado, puesto que siempre volvia con el vestido manchado de lodo y su cabello hecho jirones, nada más la enviaba a lavarse para posteriormente con cariño peinaba su cabello de nueva cuenta.
Esto más que nada por el hecho de que en aquellas épocas la corte vampírica visitaba de forma constante el castillo debido a que el rey Lee estaba cerca de ser coronado como el nuevo monarca de la dinastía vampírica del Norte. Recuerda que por esas épocas hasta llego a conocer al oráculo Seulgi, la chica le había sonreído de una forma extraña, recuerda eso porque se excusó y corrió a refugiarse en su padre.
Aquellos eran buenos tiempos, puesto que nadie creaba conflictos innecesarios con nadie, pero luego todo poco a poco comenzó a caerse.
Tal vez fue el hecho de que subió de rango en la escala vampírica, dejando de ser neófita, o el hecho de que tras la coronación apareció el rey Jimin y luego el brujo Seokjin; solo sabe que de un momento a otro las cosas cambiaron, dejando como resultado que ella dejará atrás su brillo juvenil.
Extraña aquellas épocas donde podía quedarse hablando con su padre hasta muy tarde, escuchando todas sus historias, pero ahora, que su padre tiene una familia, ella quedó en segundo plano. ¿Le dolió? ¡Obviamente! Pero vamos, no era su familia directa, solo era una transformada.
A veces se pasaba de obstinada, ¡Debía superarlo! Esto fue ya casi 30 años atrás.
Pero volviendo al área donde se encontraba Sana, la chica estaba entrado en una cantina en los límites del territorio, debía buscar a aquel vampiro que dejó en estado al brujo, pero el asunto es que no tiene la menor idea de quién pueda ser, por eso recurre a su cantinero de confianza.
Al entrar a la cabaña de mala muerte una daga aterrizó en la pared a centímetros de su cara, la chica la desatoro y la arrojó de regreso, nada más pudo escuchar el agradecimiento seguido de una queja. Sin ponerle más interés se acercó a la barra.
—¡Pero miren nada más a quien tenemos aquí! Es la princesita, ¿Qué la trae aquí mademoiselle? ¿Problemas en el paraíso? —Bromeó el hombre en cuanto la vio sentarse en la barra
—Mierda cállate Sehun —Gruñó Sana mientras acomodaba su vestido plisado de un lindo color verde
—Veo que hoy no tienes humor, ¿Qué te sirvo? —Le pregunto ya con otra mirada, Sana aplano su cabello mientras pensaba
