capítulo 30

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Allin se acababa de despertar, la joven dormía en el sofá de la recámara de Evans, la chica estaba boca abajo y con ambas manos amarradas juntas con una soga que estaba sujetada de unas de las patas del sofá. Allin quiso desatarse, pero no pudo, miro por toda la recámara buscando a Evans, pero no lo encontraba, entonces se preocupó, pensó que Evans la dejo allí desnuda y con una soga en sus manos, la noche que pasó con su amado había sido bastante intensa, le llegó a cumplir varios fetiches extraños que terminaban en él follando su vagina, quizás eran extrañas, fuera de lugar y un poco loca, pero al final a ella la excitaba de más.

Como pudo ella logró sentarse, no se podía poner de pie, fue entonces en donde recordó ese último pedido de Evans, ella sujetada, de rodillas sobre el sofá y con parte de su cuerpo recostado del brazo del mueble, Evans tras de ella, tomándola con pasión, ella sonrió, en eso Evans sale del baño, secaba su largo cabello con una toalla pequeña y llevaba una en su cadera, él con una sonrisa miro a su chica, camino hacia ella y se arrodilló para desatar la soga.

— Te he preparado la tina con agua tibia — Le avisa él y sube un poco para darle un beso en los labios, una vez que la desata se aleja — Mientras te bañas voy a chequear algo en el despacho, así que enviaré a Dorothea a traerte un vestido.

— Pero..., ¿no íbamos a salir? — Pregunta ella y se pone de pie.

— Sí, vamos a salir, pero cuando termine, ahora ve a darte un baño.

Allin asintió y entró al baño, allí entró a la tina, Evans, en cambio, busco que ponerse, había elegido un pantalón jean largo de color negro, un suéter mangas largas del mismo color con su cuello alto, debajo del suéter usaba una franela blanca, su cabello lo dejo suelto, con los dedos lo alboroto un poco, este estaba húmedo, así que se había rizado solo un poco, una vez que se seque vuelve a ser liso. Evans calzo sus pies con unos zapatos negros, ya listo de una pequeña mesita tomo si cartera y llaves, salió de la recámara y camino por el pasillo, antes de bajar los escalones miro frente a él aquella puerta, habían montado una nueva el día de ayer.

Evans ignoro la puerta y prosiguió a bajar los escalones, no quería que aquel cuarto se meta nuevamente en medio de él y Allin. Cuando llegó abajo camino hacia la cocina, allí solamente estaba la señora Dorothea quien acababa de terminar el desayuno y solo esperaba una orden de Evans para servir.

— Buenos días — Saluda Evans entrando.

— Señor Jaqués, Buenos días, ¿desea que sirva la comida? — Pregunta la señora.

— Lamentablemente no, siento haber hecho que cocines nuevamente para mí y Allin, pero este día, como ayer pretendo salir a comer con ella — La mujer sonríe.

— Señor, no se preocupe, es bueno saber que usted y la señorita Allin se están entendiendo mejor que nunca, el desayuno que ya preparé no se va a desperdiciar, así que sin cuidado, puede salir con la joven.

— Gracias Dorothea, solo quiero pedirte que le lleves a Allin un vestido de su recámara a la mía, estaré en el despacho por cualquier inconveniente — La señora siente y Evans se retira.

Por otro lado, Allin estaba muy feliz en la tina, limpiaba su cuerpo con una suave esponja, pasaba esta por sus hombros, cuello, por sus pechos en donde los detenía para acariciarlo y excitarse, después lo bajo por su abdomen, lavo esta y después continuo el recorrido hasta llegar a esa zona tan sensible, quiso imaginarse a Evans limpiando su cuerpo, dejo aún lado la esponja y con los ojos cerrados entró un dedo.

— Evans... — Gimió el nombre de él mientras entraba su dedo repetidamente — Ah, ah, ah — Con dos de sus dedos jalaba su clítoris, ella mordía sus labios, ahora entro un segundo dedo, esto dos se abrían paso.

A La Venta® - Trilogía En Venta #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora