Los pasos lentos y nerviosos de la joven Allin se escuchaban por las calles de Santo Domingo, la noche estaba fría, había dejado de llover hace unos minutos, sus botas de lana y su abrigo con capucha estaban húmedos, lágrimas salen de sus ojos marrones claros y sorbía la nariz, tenía todo difícil y atado de manos, hace un mes había muerto su padre, una semana atrás unos agentes inmobiliarios llegaron para llevarse los objetos de su casa, ya que su padre debía los muebles de la sala y el juego de comedor que le había regalado hace ya cinco meses a su madre por el día de las madres, y que después de cinco meses no lo había terminado de pagar, Allin a decido dejar la Universidad la semana después de morir su padre para cubrir los gastos, cosa que luego de un mes no ha podido conseguir.
Su castaño cabello está mojado y lo que antes era una cola de caballo, ahora es un desecho y con mechones de cabello pegado en su frente, su teléfono celular se había mojado y dañado, su cartera estaba enchumbada de agua y goteaba entre sus brazos temblorosos. Este día fue el peor para ella, salió desde las seis de las mañana a buscar trabajo, pero en ningún lugar la aceptaron, los documentos de solicitudes que tenía en su cartera estaban desechos y no había nada que podría ella hacer, luego llegó la lluvia y tuvo que irse mojando a todos los lugares, además no encontró muchos lugares para buscar trabajo, una chica pobre como ella no tenía muchos sitios en donde trabajar, en las casas de familias no la aceptaban, ya que preferían personas recomendadas por sus fieles trabajadores, en las empresas no la aceptaban porque era una chica sin experiencias de trabajo, sumado a todo esto, no había terminado su carrera universitaria la cual comenzó hace tres semestres.
Allin nunca en sus veinte años ha trabajo, sabe hacer los quehaceres del hogar, pero sus padres habían trabajado para darle lo mejor a sus cinco hijos, ella, siendo la mayor, querían que pudiera llegar a la universidad y ser alguien importante, pero llego la enfermedad de su madre quien se enfermó de cáncer de pulmonar y luego supieron de la enfermedad de su hermano menor, el cual padece de Leucemia, a duras penas logró terminar el bachillerato y entrar a la universidad pública, pero ahora la tuvo que dejar por tercera vez.
No hay muchos lugares que requieran de su trabajo, la joven no conoce muchos lugares en santo domingo, vivía en un país como República Dominicana, la cual los pobres no tenían muchas oportunidades, en donde las mujeres de bajos recursos solo pueden ser prostitutas y aquellas que trabajan dignamente eran recompensadas por migajas de dinero en trabajos que acababan con su vida, ya sean en fábricas o en casa de familia, pero a estas alturas a Allin no le importaba en donde trabajara, solamente quería poder tener una oportunidad.
Cansada no sabía muy bien por donde se estaba metiendo, no podía ver la hora porque su celular estaba empapado de agua, pero por la oscuridad que llegó tan pronto, sabía que era eso de las nueve de la noche, no tenía dinero para un taxi, ni tomar un bus, solo le quedaban unas monedas para tomar la onza, un tipo de bus económico, miró a su alrededor observando el lugar en el que estaba, parecía un barrio, las personas ya estaban en sus casas y los vehículos que pasaban no eran bus económicos, había algunos locales, pero estos estaban cerrados.
— Tengo que encontrar trabajo esta noche, sea como sea — Susurró la pobre chica y luego estornudó.
Siguió su camino y se adentró a otro sitio, pero no era un lugar cualquiera, en este sitio de Santo Domingo había bares, discotecas y casinos, este lugar estaba situado en unos de los lugares más peligrosos de Santo Domingo, era en un barrio, este barrio estaba muy dividido realmente y eran controlados por personas metidas en cosas ilegales, los negocios no eran lugares serios, en los bares y discotecas trabajaban chicas que se prostituían y en los casinos se apostaban a las chicas y eran vendidas para los placeres de los hombres, pero claro, con la apariencia de casinos serios.
Allin se devolvió del lugar, no haría eso ni entraría ahí, en la parada de buses económicos de ese barrio esperó el bus, al llegar subió de inmediato, no podía creer que sus pies estaban pisando esos lugares, la chica pagó su pasaje de quince pesos y se sentó al lado de unas de las ventanas, una lágrima cayó por sus ojos marrones y se confundió con las gotas de agua que caían de su cabello.
— Señorita, tenga — Dijo la voz de una señora tras el asiento de ella, le estaba pasando una galleta.
— Gracias — Dice Allin y hasta ese momento se dio cuenta de que tenía hambre.
— La esperanza es lo último que se pierde — Citó la señora y Allin solo sonrió y mordió la galleta.
El lugar en donde vivía Allin era un barrio con muchos locales y edificios deteriorados, casas de madera y algunas de concreto, aunque también había buenas casas y apartamentos, ella llegó a su hogar, una casa pequeña conformada por dos habitaciones y un baño bastante pequeño, al llegar quien la recibió fue un pequeño niño de piel morena y cabello negro, no pasaba de unos cuatro años.
— Mamá estaba muy preocupada por no verte — Habla el niño.
— Ya estoy aquí y estoy bien — Ella cargó al niño en sus brazos y entra a la casa, sentados en el suelo estaban dos chicas y un chico, cada uno tenía un pan de agua y un vaso con leche y de pronto ella se sintió mal — ¿Y mamá? — Preguntó.
— En la habitación — Contesta unas de las chicas, Naomi.
Naomi tenía quince años y tenía la piel canela y ojos negros, su cabello era muy rizado, en cambio, Allin, tenía una piel morena, ojos marrones claros y cabello lacio y castaño, sus hermanos tienen la piel más oscura que ella, ya que su padre era de piel morena y su madre de piel clara. Sus hermanos tenían una edad entre dieciocho, quince, trece y cuatro años, tres chicas y dos chicos.
— ¿Conseguiste trabajo? — Quiso saber su hermano Elías, el de dieciocho años.
— No, mañana intentaré — Responde ella.
— Yo fui a la mecánica del viejo Toño y me aceptó — Le hace saber Elías.
— Qué bien — Allin no podía decir nada más, estaba muy cansada y mojada y hoy no había sido su día.
Entró a su habitación en donde había dos piensas de camarotes, ella dormía con el menor en la parte de abajo para poder cuidarlo, se desvistió y se envolvió en una toalla y salió para ir al baño, como no tenía ducha llenó un cubo y empezó a bañarse, al salir, entró a su recamara y se vistió con unos pantalones cortos de pijama y una blusa de tirantes.
Salió y observó a sus hermanos en aquella sala vacía tirados en el suelo, entró a la recámara de su madre, no había ido antes porque no quería que la viera de aquella manera en la que estaba previamente, la señora se veía de unos cuarenta y cinco años, pero que por su enfermedad se veía más vieja.
— Hija — Había susurrado la señora.
— Mamá — Allin se acostó al lado de la mujer.
— ¿Conseguiste trabajo? — Preguntó la señora y acaricia el castaño cabello de Allin.
— Sí, es en una tienda en la Duarte, ya sabes, vendiendo ropa en la calle — Mintió la joven, no podía desilusionar a su madre — Todo estará bien, lo prometo —Ella ya tenía una idea en su cabeza y esa idea le costaría muy caro.
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¡Mis amores!, espero que reciban hoy esta historia con los brazos abiertos, que les llegue a gustar mucho.
Estaré leyendo sus comentarios, quiero ver sus me gusta.
*Lamento los errores ortográficos, serán corregidas pronto*.
Gracias
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A La Venta® - Trilogía En Venta #1
RomanceAllin López, una chica de veintiún años, fue a parar a una casa de prostitutas, puesto que necesitaba urgentemente dinero, sea como sea, para poder pagar la deuda que dejo su difunto padre y la quimioterapia de su madre con cáncer pulmonar y su herm...