Capítulo 8 (2 de 2)

6K 318 7
                                    

Me despierto sobresaltada, he tenido un sueño raro y muy espeluznante. Miro la hora en el móvil, todavía es temprano. Kate y Mia están durmiendo y supongo que todos los demás también. Intento volver a conciliar el sueño, pero me es imposible.

Empiezo a dar vueltas en la cama, pero tampoco encuentro una posición cómoda. Así que decido levantarme, me dirijo al armario y veo la ropa que uso cuando cazo: una cazadora marrón que me regaló mí padre, una camiseta negra de manga corta, pantalones largos de color marrón claro, casi beige y mis botas; y se me ocurre una idea: puedo ir a cazar a los alrededores para despejarme. (No lo habia mencionado pero Jack y yo tomamos clases de tiro con arco, y nos gusta practicarla)

Me visto, cojo mi arco y mis flechas que están guardados en su caja en el fondo del segundo cajón del armario y sin hacer ruido salgo de la habitación.

En el pasillo todo parece estar tranquilo, las puertas de todas las habitaciones están cerradas. Bajo de puntillas por las escaleras, intentando hacer el menor ruido posible y cuando ya estoy abajo salgo por la puerta y me encamino hacia el bosque.

El frío me golpea de lleno así que me abrocho la cazadora. Recuerdo los arbustos que vi ayer al llegar y me dirijo hasta allí. Rodeo todo el lago, atenta a todos los sonidos que es capaz de captar mi oído de "cazadora".

Llevo el arco en las manos apuntando hacia el frente y el carcaj lleno de flechas a la espalda. El bosque está lleno de inmensos árboles, se respira paz y tranquilidad. Es un paisaje bastante húmedo.

Lo único que se oye es el susurro del viento mezclado con el movimiento de las hojas debido a este.

Cuando el sol se asoma un poco más los pájaros empiezan a cantar. Mi padre me ha hablado mucho de ellos, son sus animales preferidos, les tiene mucho cariño.

Estas aves son capaces de crear armoniosas melodias, mi padre y yo siempre esperábamos a que estos cantaran una armoniosa melodia.

Se me vienen a la cabeza algunas de las canciones que solíamos cantar y empiezo a cantar algunas de ellas.

Se oye el revoloteo de los pájaros, posándose en una rama y en otra. Cada vez más cerca de mí, la mayoría se quedan quietos, escuchando con atención. Me siento debajo de un gran árbol y sigo cantando.

En un principio todo queda en silencio, pero de repente todos los sinsajos de mí alrededor repiten la canción. Me quedo sentada debajo del árbol, observando con la mirada, como las aves cantan.

Entonces detecto movimiento detrás de mí y cargo rápidamente una flecha en mi arco, me giro a la vez que me levanto ágilmente y apunto hacia la persona que tengo enfrente de mí.

Esta levanta las manos, mientras yo respiro pausadamente, esperando que se mueva o que diga algo. La oscuridad todavía un poco presente me impide ver de quien se trata. Pero por la forma del cuerpo, alto y musculoso, supongo que es un chico.

Se acerca lentamente hacia mí y distingo un pelo rubio dorado y unos ojos verde mar; es Elliot.

- No sabía que cantabas.- es lo primero que dice.

- ¿Me has estado espiando?

- Bueno, no exactamente, la verdad es que no podía dormir y he venido a dar un paseo. He oído una voz que cantaba y he decidido acercarme, pero no pensaba que ibas a estar armada.- ríe.- ¿Y tú qué haces aquí?

- Tampoco podía dormir, así que he salido a cazar un poco.

- "Has cazado algún animal"

- No. Estaba observando a las aves.

Se sienta a mi lado, me fijo en que lleva puesto unos pantalones cortos una camiseta de tirantes y unas chanclas.

- ¿Qué tal con Kate?

- Bien, supongo.

- ¿Supones?

- Sí, todo es genial, somos mejores amigos. Yo quiero ser algo más que eso, pero creo que aún no estoy preparado. Y... ¿Y si no siente lo mismo? Siempre me hago la misma pregunta.

- Deberías dejar de hacerte ese tipo de preguntas, solo vas a conseguir las respuestas intentándolo. ¿Por qué no lo haces y te dejas de lado las dudas?

- Es que tengo miedo de que salga mal ¿sabes?- me mira.

- No tiene por qué salir mal.

- No quiero hacerle daño.- desvía su mirada hacia el enfrente y sé que lo dice de verdad. Teme lastimarla. La ama de verdad.

- ¿La amas?- pregunto, aunque ya sé la respuesta.

- La amo más que cualquier cosa, es lo primero en lo que pienso nada más levantarme, lo que se me viene a la cabeza a todas horas, lo último que pienso antes de dormirme.

- Es una chica con suerte.- sonrío.- Inténtalo Elliot. Ya has estado con más chicas antes, no creo que sea tan difícil ¿no?

- Sí, pero esto es distinto. Ninguna me tenía loco como me tiene Kate. Todas eran líos de unos cuantos días, pero con Kate no quiero eso. Con ella lo quiero todo.

- Sí que ha conseguido enamorarte la enana.- le saco una sonrisa.- ¿Damos un paseo?

- Claro.

Nos levantamos y paseamos por el bosque en silencio, hasta que se me viene a la mente una pregunta que siempre he quiero saber.

- ¿Cuánto tiempo hace que estás enamorado de Kate, Elliot?

- Siempre me ha llamado la atención, era la chica más guapa para mí. Pero supongo que nunca me había dado cuenta de lo preciosa y maravillosa que era hasta hace unos años.

- Entonces ¿Por qué salías con otras chicas?

- Porque veía imposible que Katherine Kavanagh se fijara en mí.

- Si tú supieras.- susurro un poco bajito.

- ¿Qué has dicho?- se para y me mira.

- Nada, nada.- se me escapa una carcajada. Me mira como si quisiera sonsacármelo, pero cambia de tema.

- Oye, algún día podrías enseñarme a cazar.

- No te lo recomiendo si quieres salir vivo, Lelliot.- bromeo.

- Oh, venga ya, seguro que no es tan difícil ¿no?

- De acuerdo, ¿qué te parece si empezamos?- le reto.

- Genial.

No se le da tan mal, pero eso después de intentarlo y repetirle las cosas millones de veces. La puntería es lo que menos le ha costado, tiene práctica ya que cuando era pequeño iba a pescar con su padre. Siempre se le ha dado bien nadar y pescar.

No sé cuánto tiempo ha pasado desde que salí al bosque, pero por la posición del sol supongo que habrán pasado un par de horas. Después de que Elliot consiguiera aceptar unos cuantos objetivos improvisados, decidimos que lo mejor era volver a casa. Seguramente todo el mundo se ha levantado ya y se preguntarán dónde estamos.

¿Por qué cuando por fin soy feliz todo se desmorona? (Anastasia y Christian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora