Capítulo 25 (2 de 2)

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-Me has dicho eso durante 5 años Christian, ya no te puedo creer más.- balbucea.-Llevo 3 meses esperando que vuelvas a mí, que me digas que me amas como yo lo sigo haciendo. Que me quites este dolor que arde en mi pecho. Pero he sido tan estúpida.-se lamenta.- Me he negado a creer que ya no me amas, pero... -intento interrumpirla y decirle que la amo, pero hace un gesto con la mano y la dejo hablar.- ya lo he visto todo. Unos salen ganando y otros salen perdiendo cuando una relación se rompe, y está claro que la que pierde soy yo. ¿Sabes por qué?

-Anastasia, yo...

-Contéstame -grita.

-No.

- Porque pierdo al hombre de mi vida, porque soy yo la que me hundo. Porque sé que si no estoy a tu lado no soy nadie. Y te juro que he intentado salir adelante sin ti, pero no puedo. Te llevaste una parte de mí cuando saliste por esa puerta diciendo que no me amabas. Pero supongo que a ti te da igual.- respira entrecortadamente y las lágrimas siguen resbalando por su rostro.

Quiero abrazarla y decirle que todo está bien, pero no puedo, porque no lo está. Ya le prometí demasiadas cosas y no he cumplido ninguna. Siento como me voy rompiendo poco a poco. Porque yo tampoco soy nada sin ella. Pero no hay nada que pueda hacer, porque la he perdido para siempre. Nunca podrá perdonarme esto.

Veo en sus ojos cristalinos el dolor y el amor que se está consumiendo ahora, aquí mismo. La vela se ha apagado y el humo se está disipando.

-Lo siento mucho. -me tiembla la voz.

Es lo único que puedo decir, porque ya no se va a arreglar nada.

-No -se señala el corazón con él dedo. -Más siento yo amarte y haber sido tan gilipollas.- sus palabras me sientan como un cuchillo clavado en el corazón. Me las merezco, me merezco cualquier insulto de su parte por mucho que me duela. Ella sí que no se merece lo que yo le he hecho. -Solo dime una cosa y me iré para siempre, desapareceré de tu vida, al igual que tú de la mía.

Es lo último que puedo hacer por ella, dejar de hacerla sufrir, alejarme. Me duele tanto el pecho en este momento, lucho por contener las lágrimas. Me siento la peor persona del mundo. Soy la peor persona del mundo.

-Vale, pero antes no me has contestado. ¿Es mío ese bebé? -solo deseo que lo sea para quedarme a su lado. Seguro que podemos superar esto juntos. Quiero que ese bebé sea mi hija. Si no lo es sé que la habré perdido, para siempre.

-No -su voz es sosegada, su mirada fría. Le tiembla el labio inferior. Intento con todas mis fuerzas creer que miente, pero la tranquilidad con la que lo dice hace que asienta y me quede callado. Al final resulta que yo también salgo perdiendo, me voy sin ella, me voy sabiendo que la he cagado, pero sobre todo me voy con la decepción de no ser padre. Ya no puedo arreglar nada, las piezas de este puzzle se han extraviado. Cada una se va a un sitio diferente para no volver jamás. - ¿Eres feliz? -sé lo que tengo que contestar para que todo esto termine, no lo hago por mí, porque no es lo que siento, lo hago por ella. Se merece ser feliz y apaciguar todo el dolor que le he causado. Se merece ser la mejor madre del mundo con esa criatura. Me duele pensar que me perderé muchas cosas de ella y del bebé. Pero me tengo que ir. Y me temo que no volveré. No durante mucho, mucho tiempo.

-Sí -contesto cuando encuentro mi voz. Esto es tan doloroso. Asiente y se va, aún con lágrimas en sus preciosos ojos grises. La congelo en mi memoria, pero no llorando, triste y rota, no. La memorizo feliz y sonriente, con ese brillo en los ojos que nunca más volveré a ver.

Ambos sabemos que es una despedida, al menos siempre quedará el recuerdo de nuestro amor. Aunque este ya ha desaparecido.

¿Por qué cuando por fin soy feliz todo se desmorona? (Anastasia y Christian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora