Capítulo 29

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...
No lo digo por causar daño, para impedir que te vayas ni para atacar tu relación con Elena. Lo siento, estas cosas se dicen antes. -Mi corazón empieza a aumentar su ritmo. -Es mejor que lo sepas ahora, que es más reciente, que cuando pase más tiempo. -Noto el apretón de mi amigo, infundiéndome el valor que necesito. Christian estaba atento, sin quitarme la mirada de encima, sopesando cada palabra que iba diciendo y uniéndola para llegar a la conclusión de todo esto. Su mirada lo dice a la vez que yo:
Estoy embarazada de ti.

Al ver como se le tensaban los músculos de la mandíbula supe que estaba cabreado. Durante unos segundos se quedó callado sopesando la manera en la que tenía que contestar a esa bomba que acababa de soltar. Tenía las manos cerradas con fuerza alrededor de los brazos del sillón, apretando hasta dejar ver el blancor de los dedos. Su mirada se perdía en los iris de la mía, pero no tenía miedo. Me había quitado un peso de encima enorme, había conseguido derruir ese enorme saco de piedras que llevaba en la espalda durante estos 4 meses.
Veía el brillo de la ira cubriendo el color celeste de sus ojos.
Jose dio un paso hacia delante, protegiéndome con su cuerpo. Sabía de sobra que Christian no me iba hacer daño, él no era así; todos lo sabíamos. Fue un gesto involuntario, automático.
Se levantó, pasó a mi lado rozando mi hombro en dirección a la puerta principal, sin decir ni una palabra y pegó un portazo.
Suspiré, aliviada. Me relajé. La tensión que agarrotaba mi cuerpo se desvaneció. Pero no había acabado aún.
Se le pasará. -dijo el señor Grey.
No es eso lo que me preocupa.
Dejé caer todo mi peso en el sillón en el que había estado sentado Cristian. ¿Y ahora qué va a pasar? Todo esto ha puesto las cosas patas arriba, es como si el mundo se hubiera dado la vuelta.
Había dejado la esperanza de arreglar las cosas en las manos de el que la rompió un día.

POV Christian

Necesitaba calmarme. No quería montar una escena, mejor me guardo la ira dentro si no quiero pegar al imbécil de el tío ese.
Me han hecho creer que no había más esperanza, un hijo de por medio me haría imposible reconciliarme con Anastasia y más si es del Jose ese. Pero enterarte de que todo es mentira...
<< Estoy embarazada de ti.>> esas palabras habían calado en lo más profundo de mi mente. Martirizándola hasta llegar al más pequeño rincón de ella.
Llegué al coche, me senté frente al volante y me derrumbé. Apoyé las manos en mi cabeza, estirando mi cabello. Todo era tan reciente y confuso, a penas podía poner en orden las imágenes de hace unos minutos que deambulaban en mi cabeza.
Le pegué un puñetazo al volante, descargando un pequeña parte de toda la ira que sentía en el. Aún no podía creerlo. Soy padre, joder, dentro de unos meses voy a tener una hija con Anastasia cuando nosotros ni siquiera podemos hablar ni mirarnos sin hacernos daño. ¿Cómo se supone que vamos a criar a una niña tan pequeña siendo tan jóvenes si todo está tan mal entre nosotros?
La palabra padre me producía un sabor raro en la boca.
Claro que quiero a esa niña, es fruto de un amor que todavía sigue ahí aunque la chispa sea pequeña y yo me encargué de romperla. Y si eso me da la oportunidad de recuperarla, estoy más que dispuesto, pero ¿por dónde empiezo?
Esto no es tan fácil. Admito que cada vez que la veo me dan ganas de besar esos labios rosados y carnosos, de cogerla entre mis brazos y no soltarla nunca. Y odio verla con ese tipo, lo envidio porque ella confió en él mucho antes que confió en mí. Yo tardé un mes en ganármela como algo más que una amiga, en que me contara sus problemas, en que me mirara a los ojos sin apartar la vista.
Él solo necesito un día para que ella fuera corriendo a sus brazos. Y están tan unidos...
A mí probablemente me vuelva a costar mucho volver a ganármela.

La vi salir de casa de los Steele acompañada de él. Se dirigieron al mismo coche y desaparecieron de la calle. Decidí seguirlos, tenía que hablar con ella.
Me llevaron hasta un apartamento a unas pocas manzanas de la casa de sus padres. Entré en el edificio y le pregunté al portero.
Escogí las escaleras para poder ir mentalizándome de lo que le iba a decir cuando me abriera la puerta, si es que lo hacía. Era un tercero, lo que me daba bastante tiempo. Cuando llegué hasta el tercer piso los vi despidiéndose. Era mi oportunidad.
Todo esto parecería propio de un psicópata de película, pero prefería pensar que era por una buena causa.
Inspiré antes de llamar al timbre. Abrió la puerta.
Hola -parecía sorprendida. Pasé sin que me invitara y me senté en el sofá.
Bonito apartamento.
Gracias. ¿Qué haces aquí? -su mirada decía que no tenía intención alguna de perder el tiempo con mi grosería e infantilidad, como ella solía llamarlo cuando estábamos juntos.
Quería quedarme con ella así que me levanté del sofá sin mirarla ni contestar y me di una vuelta por el piso. La carencia de fotos indicaba que no se había mudado hace mucho. Faltaban algunas cosas y aun había cajas apiladas en el pasillo. Después de entrar en todas las habitaciones, entré en la cocina y abrí la nevera.- Adelante, sírvete.
Cogí una cerveza y la volví a cerrar, iba a darme la vuelta, pero algo captó mi atención. Pegada en la nevera había una imagen de una ecografía. El bebé de la imagen parecía un muñequito, tan pequeño y frágil que te daban ganas de sacarlo de la imagen y protegerlo. Salí con ella en la mano.
¿Es ella? -me senté de nuevo, a su lado.
Sí -suspira.
Nos quedamos en silencio, ambos contemplando la foto, absortos. Y pensar que esa niña estará dentro de unos 5 meses aquí, con nosotros. Que la podremos tocar, es increíble. Ahora será poco más grande que mi mano.
Es preciosa. Se parece a ti.
Solo tiene 4 meses, Christian. Aún no está del todo formada.
Me encojo de hombros.
No me hace falta verla ni siquiera en una imagen para saber que va a ser preciosa, igual que su madre. -la miro a los ojos y veo ese brillo tan especial que llevo viendo desde que se enamoró de mi. Acaricio su cara lentamente, sin quitar la mirada de sus ojos. No se mueve, pero puedo sentir su respiración acelerada.
Siento el impulso de besarla y me dejo llevar. Sin precipitaciones, no quiero asustarla. Me voy acercando poco a poco sintiendo su respiración demasiado cerca de la mía. Sé de sobra que estoy entrando en terreno peligroso y que como logré pasar la línea me va a ser imposible parar.
Cuando nuestros labios están a punto de rozarse se aparta. Maldigo en mi interior y me alejo un poco.
-Esto no está bien. -no me mira cuando habla.
¿Y qué es lo correcto? ¿Estar sufriendo porque no podemos estar juntos? ¿Esperar a que el tiempo pase y cure las heridas? -empezaba a enfadarme. Me levanté del sofá y empecé a caminar por el salón.
No es tan fácil. No es tan fácil perdonar y menos todavía olvidar.
Me volví a sentarme y la cogí de las manos.
- Lo siento nena, lo siento muchísimo.

¿Por qué cuando por fin soy feliz todo se desmorona? (Anastasia y Christian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora