Capítulo 18

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Sonreí. Más bien era una sonrisa forzada. Tragué saliva, pero me costó más de lo habitual, parecían cuchillos raspándome la garganta. Era incapaz de articular palabra. Me quedé mirándolo aún con esa falsa sonrisa en mis labios para no preocuparlo. Lo notó. Hacía poco tiempo que estábamos juntos, pero ya me conocía lo suficiente. Frunció su ceño, preocupado. Lo había visto en mi mirada, la única cosa que no podía cambiar por más que me esforzara. La única cosa que me delataba en este momento.

Una parte de mí me dijo que debía ser honesta con él y explicarle todos mis miedos, no atormentarlo, que no se preocupara por mí. Pero aún sentía los cuchillos en mi garganta, impidiéndome hablar.

Otra me decía que debía ser hipócrita y tragarme yo sola todos mis tormentos y dudas.

Pero si hacía eso estaba dando a entender que no confiaba lo suficiente en Christian. Y no era eso lo que pasaba.

Su mirada me pedía una explicación. Era una mezcla de preocupación y duda.

Hace apenas unos segundos estábamos tan bien, el acariciándome y yo dejándome hacer. Pero fueron esas dos palabras las que hiciera que abriera los ojos repentinamente y que los nervios y el miedo recorriera todo mi cuerpo.

Seguramente estaba siendo lo suficientemente estúpida como para dejar que pensara que yo no sentía lo mismo. A lo mejor esperaba lo mismo por mi parte, pero aún no sabía a ciencia cierta lo que sentía por Christian Grey. Sí, estoy enamorada, pero yo no tengo esa capacidad de demostrar mis sentimientos. Sospecho que ambos entendemos la palabra amar con diferentes significados.

Para él sería dejar fluir tus sentimientos y demostrarlo, dar a entender que le tienes más que afecto a esa persona.

Para mí sonaba a promesa, una promesa incierta y no estaba segura de que se fuera a cumplir.

Decidí ser honesta, aunque mi orgullo decía otra cosa. Titubeé.

- Christian, yo...- se separó bruscamente de mí sin dejar que me explicara, y salió del lago.- Deja que me explique.- supliqué empezando a salir del agua.

- No hace falta Anastasia, está más que claro que tú no sientes lo mismo.- por su tono de voz parece que le he costado pronunciar esas palabras. Me mira. No había ese brillo que yo causaba en sus ojos, había rabia y yo había provocado eso por ser tan estúpida.- No tienes por qué sentirte obligada, supongo que no pensamos igual respecto a esta relación.- frío, así era en este momento.

- No, no es eso...- hizo un gesto con la mano para que me callara.- Por favor, lo siento.- mi voz sonaba desesperada, quería que me perdonara.

- ¿Un rollo de verano? ¿Es eso lo que esperabas de todo esto? -gritó. Yo veía imponente como se iba vistiendo y recogiendo todas las cosas.

- Claro que no, yo solo...- intenté acercarme a él, pero me alejó de un manotazo. Estaba al borde de las lágrimas. No quería verme frágil.- Christian, escúchame.- supliqué. La voz me fallaba. Una lágrima solitaria y silenciosa bajaba lentamente por mi mejilla.

¿Cómo explicarle lo que ella pensaba? ¿Cómo contarle sus miedos sin tener la seguridad de que todo esto se iba a arreglar?

Se alejó más de mí, me miraba con dolor y rabia. Me castigaba con esa mirada. Lo había estropeado todo, decía esta. Y era verdad. La había cagado cuando este día iba a ser unos de los mejores de mi vida. A cada paso que daba distanciándose de mí, me sentía más rota e incompleta. Y temía lo que iba a salir de su boca. Pero salió y fue como si me hubieran quitado una parte de mi existencia. Dolió. Dolió mucho. Se sintió como una paliza, una paliza que me merecía por mis inseguridades y dudas:

- Supongo que lo que quiera que fuera lo nuestro se ha acabado.- dijo esto último y se perdió entre los árboles dejándome petrificada con un dolor que ninguna medicina podría cuidar. Ni siquiera los besos o abrazos de mis hermanos y mis padres.

Se acababa de abrir una herida que me iba a costar más dolor y sufrimiento cerrarla. No se podía poner una tirita y hacer como si nada. Esta clase de heridas se curan con el tiempo.

Pero ya no sería la misma, no sin Christian. Y lo había perdido.

Me castigaba a mí misma, me repetía que todo esto era mi culpa por ser tan inútil. Me vestí y me quedé ahí sentada dejando que el dolor corriera por mi cuerpo. Me lo merecía. Lloraba. Cada lágrima se me hacía más amarga cuando recordaba porque la estaba derramando.

Me sequé las lágrimas, respiré y me puse en pie. Me encaminé en dirección a la casa.

De momento estaba cansada y solo quería descansar un rato. Mañana le aclararía las cosas a Christian. Tenía que escucharme. Iba intentar volver con el fuera como fuera.

**********

Vagaba perdido por el bosque, dándole vueltas a lo que ha pasado. Pensando en cómo cambian las cosas de un momento a otro. Había llorado, pero se recompuso rápidamente y se obligó a empezar a olvidarla. No quería pensar más en ella. La soportaría lo que quedaba de verano y después podría olvidarse totalmente de ella cuando entrara a la universidad. Eso haría.

Se había roto todo, ya no quedaba nada a lo que aferrarse. Solo los recuerdos de los buenos momentos que torturarían su mente durante mucho tiempo.

Entró en la casa y subió a su habitación ante la atenta mirada de todos. Miradas preocupadas por todos lados. Supuso que se le notaban los ojos rojos. Los ignoró y aceleró el paso. No quería hablar con nadie, aunque sus amigos no iban a rendirse tan fácilmente atosigándolo a preguntas.

Llegó a la habitación, cerró la puerta y se tiró sobre la cama. Y comenzó su proceso de olvidarla.

No lo amaba. Lo había dejada más que claro al no ser capaz de articular palabra alguna. Solo esa sonrisa falsa. Cada vez que lo recordaba sentía una punzada en el corazón.

No se privó de desahogarse. Lloró por ella y por la parte de él que esta se llevaría.

¿Por qué cuando por fin soy feliz todo se desmorona? (Anastasia y Christian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora