Ser un alumno destacado y guapo tenía sus ventajas y Yeon Jun lo sabía, desde que tenía uso de razón no recordaba ni una sola vez que alguien le hubiera negado algo, desde pequeño siempre había sido el consentido de su madre, si había algo que quería, Yeon Jun siempre lo tendría.
Había aprendido a manipular a las personas a su antojo, pero Yeon Jun no era idiota, nunca se había aprovechado demasiado de aquello, siempre había encontrado ese perfecto equilibrio para que las personas a su alrededor lo idolatraran.
Sí, propablemente era un hipócrita, un doble cara, pero a Yeon Jun le gustaba fingir ser amable, todo un caballero, siempre y cuando a cambio obtuviera algo o hacer que las personas se sintieran en deuda con él.
Yeon Jun siempre encontraba todo aburrido, eran pocas las cosas que le llamaban la atención pero una vez alguna de ellas lo capturaba, era hasta el punto se la obsesión, como la fotografía, Yeon Jun estudió todo lo que pudo sobre ella y luego de obtener su primera cámara profesional, regalo de su madre, Yeon Jun descubrió que realmente tenía talento para aquello.
No fue difícil convencer a sus padres que se quería dedicar a aquello, Yeon Jun venía de una familia muy bien acomodada, su padre era el dueño de la mejor cadena de hoteles en Corea del Sur y, aunque al principio se había negado, terminó aceptando pues todos sabían que el hermano mayor de Yeon Jun, siempre había querido hacerse cargo del negocio familiar.
Cosa que no tardó mucho en pasar, pues los padres de Yeon Jun murieron en un accidente aéreo mientras iban de viaje a Filipinas, aquel golpe marcó para siempre la vida de los hermanos, quienes siempre se habían llevado bien, pero nunca habían sido muy cercanos, no como para demostrar el uno al otro el enorme dolor que la muerte de sus padres les causó.
Yeon Jun tuvo que aprender a vivir con aquel dolor, así que tan pronto terminó el bachillerato, Yeon Jun decidió no seguir con sus estudios, pues gracias a haber entrado a diversos concursos de fotografía y haber ganado el primer lugar en casi todos, las empresas comenzaron a buscarlo, firmando un jugoso contrato con una de ellas, para tiempo después abrir la suya propia y convertirse en una de las más cotizadas en Corea del Sur.
Él siempre supo que su vida fue fácil, ser guapo y encantador le abrían muchas puertas, dinero nunca le hizo falta, a su corta edad tenía varios millones en su cuenta bancaria y un apartamento en la mejor zona de Seúl, un buen auto y una buena reputación a pesar de que su homosexualidad se había hecho pública hacía mucho.
Yeon Jun no siquiera se sorprendió cuando se dio cuenta de aquello, nunca lo vio como un defecto, al contrario, supo aprovecharse de ello y ganarse muy buenos contratos para franquicias de series gay.
Él jamás había sentido que le faltaba algo, pues jamás había existido algo o alguien que no pudiera tener, no hasta que lo conoció, a aquel chico de baja estatura, a Soo Bin, por primera vez en su vida, Yeon Jun deseo con todas sus fuerzas tener a alguien para él solo, por primera vez en su vida, deseaba algo con desespero… algo que no podía tener.
Al principio lo quiso por capricho, porque le parecía interesante, porque su cuerpo era pura tentación, pero pronto quiso saber el por qué de aquella mirada tan triste en esos hermosos ojos, aquel pequeño hombrecito se le había metido hasta los huesos, aunque Yeon Jun no lo quisiera aceptar.
Su orgullo se lo impedía, pero los encuentros con el más bajo le hicieron darse cuenta, de que Soo Bin era la única persona que podía ver más allá de aquella máscara que había creado y por primera vez en su vida, deseó ser solo él, sin máscaras, sin engaños y también deseó que aquel pequeño chico, se quedará a su lado cuando descubriera su verdado ser.
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DISASTER - YEONBIN.
Fanfiction- ¡Mírame! Mírame Soo Bin cuando te estoy hablando... Mis manos temblaban incontrolablemente y su aliento golpeaba mi rostro, su aliento a alcohol hacía que me mareara, el olor era bastante fuerte. - Yeon Jun... me estás lastimando. Esta vez de ver...