DISASTER - YEONBIN.

FELICIDAD INFINITA.

Corte el beso que mantenía con el pequeño, pues no quería que aquello fuera simple pasión y deseo, quería que sintiera lo mucho que lo amaba, todo lo que no pude decirle en su momento, quería demostrárselo con mis actos.

Mis manos se deslizaron por su delgada cintura, subiendo poco a poco la playera del pijama hasta sacársela, lo observe fijamente, seguía igual de hermoso a como lo recordaba, su pequeño cuerpo, su suave piel, su cuerpo bien trabajado de una manera nada exagerada y esos botoncitos que bien sabía lo sensibles que eran, me relamí los labios solo de verlos, sonriendo cuando vi como poco a poco sus mejillas se sonrojaban, algo que bien sabía, había sido provocado por mi mirada, pero es que me era inevitable no verlo de aquella forma, Soo Bin era el ser más hermoso sobre la tierra, era perfecto.

Soo Bin tomó mi playera y la comenzó a quitar, sus manos temblaban por los nervios y aquello me pareció extremadamente adorable, la mayoría de las veces que habíamos estado juntos en el pasado, yo me desnudaba quitándole la posibilidad de dejarle disfrutar de aquel pequeño privilegio, porque en ese entonces quería hacerle saber que no tenía ningún control sobre mí, pero aquello era pasado. Luego de quitarme la playera, se puso de pie y tomó mis manos colocándolas en el borde del pantalón de su pijama, le sonreí, no pude evitarlo, Soo Bin me tenía locamente enamorado, jale despacio el resorte de su pantalón y lo baje junto a sus bóxers, sus piernas seguían igual de bonitas, un poco más rellenitas de los muslos y eso fue suficiente para volverme loco, sentí como la sangre subía hasta mis mejillas, haciendo que estas se sonrojaran.

—Nunca te había visto sonrojado.

Dijo Soo Bin con cierto brillo en los ojos, haciéndome sonrojar más; era verdad, no recordaba la última vez que me había sonrojado a causa de alguien. Se acercó a mí y tomó mi short por el borde para comenzar a quitarlo, eleve mi cadera para que pudiera sacarlo con más facilidad, lo saco junto con mi bóxer, dejándome completamente desnudo, igual que él, la forma en la que me examino con la mirada hizo que tomara un cojín del sofá y lo abrazara, ocultando mi rostro en él.

—¿Quién eres y que hiciste con Choi Yeon Jun?

—¡Calla! ¿Sabes cuantas veces soñé con esto, contigo?, Quería que me miraras así y ahora que lo haces, me haces sentir intimidado, ¿Qué me hiciste Soo Bin? Mira lo idiota que me tienes...

Sentí como me arrebataba el cojín de las manos, luego volvió a sentarse en mis piernas, con las suyas a los costados de mi cadera, lo rodeé por la cintura y acaricie la suave piel de esta, mis manos se deslizaron hacia arriba, por su pecho hasta llegar a sus hombros, me acerque y comencé a dejar pequeños besos en su cuello, apenas suaves roces; mis manos ahora acariciaban sus delgados brazos, subiendo y bajando por ellos, aquello se sentía completamente diferente a las veces que lo habíamos hecho antes, quería ir lento, acariciar cada centímetro de su piel con mis manos, hacerle saber lo mucho que lo amaba con mis besos. Hacerle entender que mi necesidad de él iba mucho más allá que solo la carne. Mis labios dejaron cortos besos sobre sus hombros, subiendo hasta su cuello, apenas rozándolo para poder hablar.

—¿Puedo marcar tu cuello?

—¿Escuche bien, Yeon Jun? ¿Me estas pidiendo permiso?

—Lo estoy haciendo...

—Solo hazlo, soy tuyo, todo tuyo, marca mi cuerpo todo lo que quieras, no tienes que pedir permiso, quiero oler a ti.

—¿Cuándo te volviste tan pervertido, Soo Bin?

Recibí un suave golpe en mi brazo por mi comentario, riendo bastante divertido por ello, burlarme de él durante el acto, era algo que siempre disfrutaría hacer, no importaba el tiempo que pasara. Pero ahora su piel me llamaba, Soo Bin olía delicioso, se me hacía agua a la boca probar su piel, sin poder esperar más, atrapé un pedazo de este entre mis labios, comenzando a succionarla despacio, sintiendo como las manos del petizo se aferraban a mí, repetí el acto con una nueva porción de piel, dibujando un pequeño caminito, amando el contraste que hacían mis marcas en su piel.