Capítulo 2

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Allí me encontraba, junto a mi tía en aquella calle amplia, caminando tranquilamente hacia el centro comercial.
Podríamos haber ido en coche, pero mi tía insistió en ir a pie ya que hacía un lindo día soleado. Y razón no le faltaba. La primavera había llegado y las aceras de las calles estaban pintadas de rosa, adornadas con unos hermosos cerezos en flor.
Quedé ensimismada ante la belleza de aquellos árboles repletos de flores y una suave brisa que peinaba mi larga cabellera.

-Mañana serás la nueva de la clase. -dijo la tía. Como siempre tuvo que estropear el momento. -¿No estás emocionada? -me encojí de hombros levemente y miré hacia otra parte ignorando lo que acababa de decir. -Harás nuevas amigas. -sugirió ella asomándose para ver mi cara con una expresión un tanto decaída.

Un suave suspiro salió de entre mis labios -Sí, lo intentaré... -dibujé una sonrisa falsa en mi rostro para que mi tía no se preocupara por mí.

Yo siempre he sido muy tímida y callada, nunca se me ha dado bien socializar, es algo que simplemente no va conmigo. Aunque antes de venir aquí me prometí a mí misma cambiar y abrirme un poco más hacia las personas, con la cosa de que solo voy a estar aquí un año y si hago algo mal nadie se acordará de mí.

-Mira ya estamos, ¿dónde quieres ir primero? -me ofreció elegir.

-¿Podríamos ir a la zona de papelería? Me hacen falta cosas para mañana. -Dije apretando mis labios en una pequeña sonrisa.

-Claro, vamos. -dijo la tía. Con su mano apoyada en la zona baja de mi espalda, nos dirigimos hacia la zona de papelería para comprar algunos cuadernos, bolígrafos y un estuche que me harían falta para empezar el curso.
Después nos recorrimos todo el centro comercial. Entramos en muchas tiendas y compré una gran cantidad de ropa, que siendo sincera, no me pude resistir. Aquí la ropa es demasiado bonita.
Por último compramos una bebida para cada una y cargadas de bolsas nos dirigimos hacia la casa de la tía.
Cuando llegamos, me dediqué a colocar la ropa y a preparar mi mochila con las compras de hoy.

-Por fin. -dije elevando mis brazos para estirar mi cuerpo.

Fuí a ducharme para estar lista cuando mi tía me llamase para cenar. Salí del baño y me puse el pijama. Al salir del vestidor, me fijé por la ventana y un hermoso atardecer estaba apareciendo. Sin dudarlo cogí el último libro que me estaba leyendo y me puse a leerlo sentada en el pequeño asiento de la ventana.
Justo cuando este desapareció llenándose de brillantes estrellas, me llamó mi tía para que bajase a cenar.

-¿Qué hay de cenar? -pregunté ya que me vino un olor bastante apetecible pero que no lograba reconocer.

-Kimchi. -dijo emplatando lo que acababa de cocinar.

-¿Kimchi? -dije frunciendo el ceño.

-Estoy segura de que te gustará. Toma prueba un poco. -dijo la tía. Sopló la poca comida que cogió con la cuchara y la introdujo en mi boca.

-¡Mmm! -aún saboreándolo, abrí mis ojos de par en par indicando lo bueno que estaba.

-Lo sabía. -sonrió orgullosa dejando la cuchara en mi plato.

Nos sentamos en la mesa y comenzamos a charlar.

-¿Tus madres como están? -dijo para comenzar la conversación.

-Bien... -hice una pausa para tragar lo que había en mi boca. -Bien pegajosas.

Mi tía al escuchar eso casi escupe toda la comida que acababa de meterse en la boca.

-¿Enserio? No me digas que siguen igual. -dijo entre risas mientras se limpiaba con una servilleta de tela un tanto brillante.

-Sí sí... -dije terminando de reír. -Pero ya enserio, ellas están bien.

-Me alegro. -dijo la tía. Sonrió tiernamente para volver la vista a su plato.

Hubo una pequeña pausa en la que seguimos disfrutando de la deliciosa comida, pero luego mi tía volvió a sacar el tema.

-¿Y por qué decidiste pasar tu último año de secundaria aquí? -dijo frunciendo levemente el ceño mientras miraba su plato.

-Quise cambiar... cambiar de aire -ella asintió a mi respuesta. -Y para socializar más. -Mi tía quitó su mirada del plato y me miró fijamente con una ceja levantada.

-¿Qué? -dije seriamente entre cerrando mis ojos esperando su respuesta.

-Nada nada... -miró de nuevo a su plato ya vacío intentando controlar su risa. -Anda ven, ayúdame a recoger.

Chasqueé mi lengua y me dispuse a ayudarla recogiendo la mesa mientras que de vez en cuando un bostezo que otro salía de mi boca.

-Vamos a dormir ya, que mañana tienes que levantarte temprano. -me dijo cuando terminé de colocar el último vaso.

Asentí bostezando como por quinta vez. Ella subió conmigo.
Entré en aquel gran lugar y destapé mi cama para meterme en ella. La tía se sentó en esta, a la altura de mi cintura, para luego empezar a hablar.

-Buenas noches pequeña, se que conseguirás abrirte hacia los demás. -dijo con una voz suave acariciando el único lado visible de mi rostro. -Confío en ti. -me susurró al oído y dejó un pequeño beso en mi frente.

-Buenas noches a tí también. -dije asomando una pequeña sonrisa de entre las sábanas.

Después de que dejara la habitación, me giré poniéndome así boca arriba mirando al techo de la cama. Analizándolo pude notar unas mariposas talladas en aquel techo blanco.

Las mariposas han sido mi insecto favorito desde que tengo uso de razón. No tenían significado alguno para mí, pero disfrutaba verlas revolotear en libertad.

Después de un largo rato, ya había perdido la cuenta de cuantas vueltas había dado intentando coger el sueño. Se me hacía imposible dormir entre tantas preguntas que atravesaban mi cabeza.

¿Quién sería mi profesor? ¿Quién se sentaría a mi lado? ¿Y si me trababa mientras me presentaba? ¿Conseguiría por fin salir de mi zona de confort? Todas esas preguntas serían respondidas mañana y solo mañana, por lo tanto respiré hondo y comencé a relajarme para acabar en un sueño profundo que acabaría con el sonido de mi alarma.

Enemies to lovers (Ryujin y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora