Capítulo 17

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Capítulo 17

1922 New York

POV: Margaret (Madison)

Me despierto con el estruendoso gritó de mi hermana por la casa diciéndome que no se aprobó el derecho de no sé qué. Mis ojos tratan de adaptarse a la luz que se cuela por las ventanas, usualmente mi mamá entra cuando se despierta temprano para abrir las cortinas y que me despierte por el sol.

Los gritos de Elizabeth son inconfundibles y más cuando se refiere sobre política o movimientos sociales. Apenas me reincorpero de despertarme, contando hasta 10 cuando Eli va a abrir la puerta como reina en brama y empezar a quejarse sobre las injusticias.

No me lo tomen a mal, también me molesta ello, pero yo prefiero ayudar a quien lo necesita y Elizabeth es más luchar por quien lo necesita.

Trató de estirarme, pero es interrumpido por el ruido de las puertas abriéndose. Tardó más de lo que pensé en cruzar el lumbral de las blancas puertas de madera.

— ¿Ya te enteraste? — dice Elizabeth subiéndose arriba de mi cama, su voz sonaba irritada, aún no he visto su rostro, pero probablemente tiene el ceño fruncido.

— No, pero cuéntame — le digo, tratándome de reincorporarme en la cama totalmente.

Al ver a Elizabeth tan estresada, con su típico ceño fruncido, y unas ojeras sumamente pronunciadas que no me sorprendería si mi madre la manda a que se maquille, ya que no es propio de una mujer de sociedad estar desarreglada.

— El voto a la mujer fue anulado — dice haciendo un puchero mientras me aventaba el periódico — No es justo, las protestas no son suficientes.

Agarro el periódico y lo desdoblo, en primera plana con letras creo que más grandes de lo que usualmente dice, "La corte anula la ley del derecho del voto a la mujer"

Ni leo lo siguiente, ya que no quiero hacer coraje sobre ello.

— Nada es suficiente en estos tiempos, los hombres desprecian a la mujer — agrega Elizabeth cuando trato de darle vuelta de hoja al periódico.

Volteo los ojos.

Es verdad, los hombres piensan que lo único que puede ser una mujer es ser fiel a la casa y ser un bonito objeto. Sin embargo, mi padre me enseñó que tengo el mismo valor que el hombre y que tengo la libertad. Tal vez no lo diga la ley, pero tengo el poder de cambiar las cosas.

La primera cosa que nos enseñó a mi hermana y a mí, debes imponer y no dejar que te impongan.

Muchos dirán que es una frase basada del egocentrismo, yo lo veo como una forma de supervivencia.

— Es que estoy harta.

Dice Elizabeth exclamando, se para de la cama y empieza a darle vueltas alrededor de la cama, lo suficiente para que me terminé mareando.

— Lo sé, no paras de hablar de ello — le digo sin desgané, por más que sea triste la noticia, es algo que aún falta años para que los hombres, digo sociedad, entienda. — ¿Por cierto, hoy no trabajas?

— Sabes que no trabajo Margaret, solo tengo dos opciones y las odio — exclama Elizabeth aventándose a la cama.

— Lo sé, pero me gusta molestarte.

Le digo con una sonrisa grande, ahora ambas estamos acostadas en la cama, trató de disfrutar de la tranquilidad por dos segundos, pero Elizabeth se para rápido.

— Deberíamos salir y despejar de nuestras mentes perturbadas por estándares — Elizabeth dramatiza poniéndose una mano en la frente.

— Sí, pero primero báñate, que puedo oler tu cuerpo putrefacto hasta acá.

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora