Capítulo 9

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Capítulo 9 – dos centímetros no es demasiado

Hogar, dulce hogar. Al llegar al departamento dejé mi mochila en el cuarto y empecé a organizarlo, no tuve tiempo para acomodarlo en la mañana y todo era un desastre. Por buena suerte estaba sola, así que procedí a poner música en la bocina y bailar como loca. Esperaba la llamada semanal de mi madre, pero siempre está ocupada que dudo que se acuerde que tiene una hija y ni empecemos hablar de mi padre, que es peor.

Apenas iba a comenzar a prepararme algo rápido de comer, si no es que suena mi celular, contesto por inercia, lo primero que escuché fueron los gritos eufóricos de Kath y Arizona, gritaban tan fuerte que no se les entendía nada.

— Me han dejado sorda, creo sus gritos se escucharon hasta Australia — se empezaron a reír a carcajadas, era imposible no escuchar o sentir que estaban felices ambas.

— Es porque dejaron a Kath que hiciera la pijamada y a mi me dieron permiso — puntualizo Arizona, por ende, solo me falta mi que me dieran "permiso."

— Sólo faltas tú Madison, convence a tú mamá que te quedes conmigo, te alimentaré, sé cocinar sin quemar la cocina. — Suena a que terminaremos pidiendo comida porque saldrá todo mal, pero alguna forma me convence la voz de Kath.

— Trataré de convencerla — en teoría solo es avisarle a mamá que me quedaré en casa de mi amiga y a mi tía.

— Bueno, te esperamos, mientras haremos un plan — agregó Arizona, lo cual finalizó la llamada.

Buscó el contacto de mamá mientras que terminó de hacer mi emparedado de queso fundido, al marcarle me mandó buzón, lo que me deja mandarle un mensaje, que me quedaré en casa de Kath y que cuando pueda me marqué. Al igual eso hice con mi tía, pero la diferencia es que me dijo que me cuidé y que no tomé de vasos que no son míos. No sé porque piensa que saldré de fiesta, pero cosas de adultos.

Por último, le marqué a Kath, lo cual me respondió a el primer pillido.

— ¿Qué te dijeron? — preguntó curiosamente Arizona, mientras que la voz de Kath se escuchaba al fondo preguntando quien era — Dime que te dijeron que sí.

— Si me dieron permiso, pero con tal que me dejen mañana en el departamento.

— Trato hecho, en unos diez minutos te recogemos, también mándanos tu dirección, por fa. — Antes de poder decir si, esta bien, Arizona ya había colgado la llamada.

Le mando mi ubicación a Kath y empiezo a meter mi mejor pijama a la pequeña maleta que me llevaré, de ahí meto lo esencial para sobrevivir con ellas dos. No pensé que me había tardado tanto, ya que vi en el celular una notificación de Arizona que ya estaban a fuera.

Salgo del departamento corriendo hacía el carro de Kath, su música se escuchaba hasta afuera, entro al carro y olía cereza. Bajaron el volumen de la música y ambas se me quedaron viendo directamente hacía mí.

— ¿Nunca se te a ocurrido un cambio de imagen o corte de cabello? — inquiere Kath, mientras que busca una canción y Arizona busca unos lentes de sol.

— ¿Tipo libro cliché donde se vuelve irresistible la protagonista después que todo mundo la vean como una nerd? — Mi gusto culposo siempre ha sido que amo ese tipo de tramas, es como un deseo reprimido.

— Si que lees demasiado, pero sí, esos tipos de cambios. — Agrega Kath, creo que jamás le mencioné a ella que me gustaba leer demasiado, Arizona sabía, pero no Kath.

— Mentiría si digo que no lo quiero.

— Pues es tú día de suerte — dijo Arizona subiendo y bajando las cejas — Mi hermana llegó de visita y me dijo que nos puede cortar, pintar el pelo y hacernos las uñas.

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora