Capítulo 38

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Capítulo 38- Red Lips 

La última línea del poema no me convence, pero se lo dejaré al profesor que decida si lo tengo que cambiar o no. Meto en la mochila el boceto limpio, lista para irme a mis ultimas dos clases. Agarro mis audífonos y pongo Style de Taylor Swift, checo la hora y todavía tengo 10 minutos extra.

Antes de irme a la salida del estadio, voy al baño, pero la puerta está cerrada.

Suerte la mía, sigo caminando hasta que entro al baño del edificio de filosofía y humanidades. De hecho, jamás había entrado, pero está sumamente limpio y tranquilo. Irónicamente, este baño tiene un espejo sumamente largo.

Al parecer verse en un espejo grande da más proyección a autocriticarse menos, porque puedes ver una vista general. Sin embargo, si es un pequeño espejo, jamás vas a ver lo que te gusta u otras cosas que no te gustan de ti. Solo te enfocarás en esa pequeña parte de ti, donde cada cosa minuciosa será imperfecta, cuando no lo es.

Debo de dejar de leer tantos libros de filosofía; tal vez no, solo que debo de dejar de sobre pensar demasiado.

Me quito los audífonos y los guardo en la bolsa de enfrente de la mochila. Al meterlos, veo un lápiz labial, lo abro y veo que es color rojo intenso. No creo que sea mío, probablemente de Kath.

La vida es de los arriesgados.

Abro el labial y me lo pongo, jamás me ha pintado los labios tan rojo intenso. Cuando me veo al espejo, no siento que soy yo, pero me da demasiada autoestima y poder.

Salgo del baño y veo apenas personas en el pasillo, siento algunas miradas en mí, pero probablemente son imaginaciones mías. A pesar que todavía no se escucha el timbre para entrar a la siguiente clase, la clase de filosofía está vacía.

— Buenos días Ms. Madison — la profesora hace énfasis al verme entrar, siento su mirada fijada en mí, inclusive su ceño está fruncido.

Sigo adelante y me siento en los primeros asientos que están cerca de su escritorio. A veces sentarse cerca de la profesora te ayuda escuchar lo que los otros preguntan y así no tener que preguntar que tengo que hacer. Su mirada aún está centrada en mí, su ceño fruncido hace que me de cuenta que está intrigada y probablemente por el color de mis labios.

— Buenos días profesora. — le contesto dando un profundo suspiro, al dejar mi libro en afuera.

— Veo que elegiste un tono fuera de lo usual — me dice seriamente, refiriéndose al labial rojo carmín.

— Sí, ni siquiera sabía que tenía este tono — le confieso, la profesora sonríe tenuemente, haciendo que las comisuras de sus labios se eleven.

— Suele pasar, a veces pequeños cambios tienen un impacto grande.

— ¿Usted lo cree? — le cuestiono a dicha afirmación, pues los cambios pequeños casi nadie los nota, son insignificantes para la mayoría, pero significantes para aquellos observadores.

— Mas que creerlo, es un hecho, los cambios pequeños hacen a veces relucir algo simple. Un anillo, es simple, sin gracia, pero si le agregas una piedra, un diamante, algo tan pequeño, crea algo que toda persona desea portar.

¿Si Hunter me ve con los labios rojos, le seré bonita?

¿Por qué quisieras llamar la atención de Hunter?

— Jamás habría pensado una analogía así, pero si noté lo del espejo del baño.

— A no, eso es porque nosotros tenemos más presupuesto y casi no hay mujeres tomando clases de filosofía. — menciona la profesora desinteresadamente mientras desliza sus lentes hacia arriba por el puente de su nariz.

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora