Capítulo 40 – Un caos
La comida pasó tranquila, aunque me siento consiente que mi cabello es un desastre. En teoría mi vida es un desastre y no lucho contra ello. O tal vez siempre estoy peleando contra marea, que ahora ya no siento el dolor, porque estoy llena de ello.
El camino a casa fue rápido y silencioso. Solo veía por la ventana los arboles y algunas parcelas de algodón. Pasamos sin querer por la casa de Hunter y se veía un Cornelio jugando con una pelota de tenis color naranja.
Sonreí al ver al pequeño perrito arrugado entretenido de la vida.
Arizona estaciona su carro enfrente de los departamentos.
— Llegamos princesa en apuros — agrega Arizona, volteo los ojos al escuchar la palabra princesa.
No soy una princesa, soy una dragona.
Aunque internamente te gustaría ser una princesa.
— En apuros voy a estar cuando mi madre vea esté desorden que tengo por cabello.
Tengo una semana para arreglar esté desastre, no quiero pensarlo el hecho de pensar de pintarme de nuevo el cabello.
— Esperemos que se te vaya viendo mejor con el paso de los días. — menciona Arizona al prender de nuevo el motor de su carro.
— Esperemos que los espíritus del señor hagan un milagro.
— Recemos a los espíritus del cielo. — Arizona responde hacia mi replica, se ve preocupada, porque, aunque digamos que no se ve tan mal, no era lo esperado y se ve sumamente diferente.
— Te veo en clase Madds.
— Te veo en clase o tal vez no — al mencionar eso, Arizona me saca el dedo mientras que voltea los ojos, me rio y ella se termina yendo. Agarro mi mochila y camino el pequeño caminito para llegar al departamento. Aún los vecinos se están cambiando, pero hay más de lo usual.
Abro la puerta del departamento y veo a mi tía sentada en el sillón, al verme sus ojos se hicieron grandes y su ceño estaba sumamente fruncido. Le bajo el volumen de la televisión, para concentrarse probablemente en mi cabello.
— ¿Cómo estás Madds? — me pregunta lo más tranquilamente.
— Con esté desastre de cabello, no lo sé.
Agarro las puntas de mi cabello algo resecas. Mentalmente rezo para que mi pelo pueda revevir. Tal vez con un poco de aceite de coco puede revivir.
— ¿Otra crisis de ansiedad, cariño?
— No, aún no.
Me va a dar cuando mi madre me vea y me diga hasta de lo que me voy a arrepentir.
— Amo tú aún no, ¿quieres que te lleve a la psicóloga? — me pregunta intrigada, quiero contenerme la risa, pero me es imposible.
— No, estoy bien, esto fue un pequeño upsis — le digo dando un suspiro.
— Ese upsis es un desastre, lo bueno que tu madre viene la otra semana, así tienes tiempo para ocultar.
Ocultar = pintarlo con otro tono más fuerte.
— Ni me recuerdes de mi madre — que todavía tengo que lidiar que mi padre va a venir a visitarme.
— Por cierto, la cena está en el microondas.
Apunta atrás mío, voy hacia la esquina de la cocina y abro la puerta del microondas. Hay un plato envuelto en aluminio. Al abrirlo el aroma a pescado me golpea, que me produce unas nauseas. Tapo de nuevo el plato y lo guardo en el microondas.
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Siempre fuiste tú
RomanceMaddison y Hunter no entienden por qué se siente tan familiar estar juntos como si se hayan conocido de toda la vida. Ambos durante esta vida, aprenderán que son un espejo, que lo que odian de la otra persona, es lo que reprimen y odian de sí mismos...