Prólogo

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obra: "mysterious mouth appearing in the back of my nurse". Salvador Dalí. 1941.

Harry había conocido a Sebastian durante la preparatoria, y habían mantenido contacto durante varios meses, hasta ese momento en el que incluso ya estaban en la universidad

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Harry había conocido a Sebastian durante la preparatoria, y habían mantenido contacto durante varios meses, hasta ese momento en el que incluso ya estaban en la universidad.

Su vida estaba en orden. Se había terminado de acostumbrar a su casa vacía luego de que su madre consiguiera trabajo en una empresa de vestidos elegantes, ya que era la mejor costurera de Londres, por lo tanto, ella tuvo que mudarse. Y por ser hijo único, y haber perdido a su padre hace seis años gracias a un accidente automovilístico, ya no le preocupaba mucho la soledad.

No estaba deprimido, de hecho, estar solo le hacía feliz.

Porque estaba solo en casa, pero no se sentía solo gracias a Sofia y Sebastian.

Aquella mujer era su mejor amiga desde la secundaria, una hermosa omega que había compartido con él, hasta sus más oscuros secretos. Razón por la cual, ambos eran demasiado cuidadosos con su amistad; más allá del amor que se tenían.

Sofia fue la que hizo que Harry hablara con Sebastian, y ahora, esa omega también había sido la que lo arrastró a aquel antro donde se encontraba en ese momento.

No sabía en qué momento había dejado de estar bailando junto a su novio, pero sus ojos se mantenían fijos en la cama que estaba frente a él.

—¿No prefieres ir a casa y hacer esto allá? —preguntó el omega con el aroma del alfa picando en su nariz, fuerte y dominante.

—Estoy casi desnudo, Harry. Debes quitarte esto y dejarme...

—No. —interrumpió sus palabras alejándose cuando Sebastian puso sus manos sobre el borde de su pantalón.

El otro suspiró cansado y con el aroma del incienso y eucalipto haciéndose más fuerte. —¿Por qué siempre haces esto? —preguntó mirando cómo el omega se encogía de hombros. —Entiendo lo que dijiste el otro día, no puedes lubricar cuando estás conmigo, entonces... —hizo una pausa caminando a un lado de la habitación donde tenía su pequeña mochila, la abrió y sacó una botella de esta. —Compré un lubricante, amor. No tienes otra excusa, ahora, vamos a quitarte el pantalón para que recibas mi nudo.

Harry negó caminando a la puerta de la habitación. —¿En serio compraste un maldito lubricante para follarme en lugar de averiguar por qué demonios no me puedo lubricar cuando estoy contigo?

—Amor... me has dejado tantas veces con una erección dentro mis pantalones, que en verdad ya no quiero esperar más por ti, y...

—Eres un imbécil, Sebastian. —murmuró entre dientes abriendo la puerta.

—¡Espera! —lo llamó y el otro se detuvo para mirarlo. —¿Te ofendió lo del lubricante?

—¡¿Y tú qué mierda crees?! —le gritó haciendo su aroma más intenso. —¡Ni siquiera estoy caliente como tú, Sebastian! Ese es el maldito problema, yo...

El alfa se acercó a él cuando dejó de hablar. Sintió como si un cuchillo atravesara su garganta. Se sentía un traidor.

—¿Nunca habías querido acostarte conmigo? —le preguntó estando un poco más tranquilo.

—Te lo he dicho, Seb. Yo, no me siento con ganas de hacerlo, y simplemente, creo que ese es el problema del lubricante... no me siento excitado cuando tú sí.

—No lo entiendo, pero si yo hago lo posible para que tú y yo-

—Ni siquiera me besas o me tocas. Ambos lo sabemos, no sabes cómo excitarme. —interrumpió.

—¡Claro que lo sé! El problema es tuyo, te he dicho que podemos ir con un médico y solucionarlo, pero tú-

—¿Sabes qué? — lo hizo detener su sermón. —Búscame cuando dejes de ser un idiota.

Sofia había intentado convencerlo de que se quedara una hora más para que pudieran irse a casa, pero Harry no aguantaba más

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Sofia había intentado convencerlo de que se quedara una hora más para que pudieran irse a casa, pero Harry no aguantaba más.

La omega pidió un taxi, y aquel chico estuvo esperando en la calle con la condición de enviar un mensaje cuando llegara a su hogar.

Su cabello rizado que había estado arreglado en un lindo moño alto ahora era un desastre gracias a los intentos de su novio para quitarle la ropa. Quitó la liga que llevaba en el cabello y dejó sus rizos color chocolate caer y cepillar casi sus hombros por el largo que tenían.

Sus ojos verdes estaban casi cristalinos por las palabras del alfa.

¿Y si él era el del problema?

Su cabeza daba vueltas mientras esperaba fuera de una tienda de vestidos de novia, la cual, estaba al lado del antro de donde salió.

Se acercó para ver un vestido.

"Diseño exclusivo de Anne Styles".

Su madre.

Sonrió antes de bajar su mirada al apartado de anuncios que había en la tienda. Varios papeles que ofrecían clases de francés y otros que ofrecían trabajo. Su vista fue directo a un pequeño papel que estaba en el fondo, casi escondido entre otros dos. Estaban pegados en el cristal por la parte de fuera, así que los movió y leyó con cuidado.

"Clases de sexo".

Tal vez eso era la respuesta.

Necesitaba clases de sexo, por supuesto. Podría preguntar sobre su situación, y entonces tener todo claro en él.

Pensaba que tenía la culpa, no podía lubricar estando con su alfa... pero entonces, ¿por qué sí podía lubricar estando solo mientras se follaba con sus propios dedos?

Definitivamente debía llamar a aquel número que estaba debajo del anuncio.

Luego de anotar cada dígito en su celular, sonrió ampliamente.

Y después el sonido de un auto lo sacó de sus pensamientos.

El taxi que lo llevaría a casa había llegado. 

Dalí's Theory || l.s ~ omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora