Harry es un omega de cabello rizado y ojos verdes que comienza su nueva etapa independiente tras la mudanza de su madre debido a su trabajo.
Un pequeño problema con su alfa tóxico, lo orilla a las rejas de la infidelidad: Harry no puede lubricar a...
obra: "a chemist lifting with extreme precaution the cuticle of a grand piano". Salvador Dalí. 1936.
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—Me alegra que Louis y tú se estén llevando bien. Te dije que debías tomarte el tiempo de conocerlo otra vez. —la voz de Víctor sonó desde la cocina y luego el sonido de sus pasos avisaba que caminaba al comedor.
Harry lo miró con dos platos sobre las manos. Uno de ellos fue puesto frente a él.
—¿Qué pasa? —volvió a preguntar el pelinegro mientras tomaba asiento al lado del omega, observando una mueca en el rostro ajeno que denotaba confusión.
—Louis. —respondió en un murmuró. —Siento que está enojado.
—¿No crees que sea porque estás conmigo?
—Tal vez. No lo sé. —dijo tomando un tenedor y picando la pasta que había en el plato.
—Es raro. Creo que marcarte con su aroma fue suficiente, además, eres mi amigo. Pero lo entiendo, es tu alfa y tendrás que acostumbrarte a lo posesivos y territoriales que son cuando recién marcan a un omega.
—El día que desperté con la marca y quise tocarla me gruñó. —mencionó llevando el bocado de comida a su boca.
—¿Cómo que el día que despertaste con la marca? ¿No sabías que lo había hecho? —preguntó confundido tomando un vaso que estaba al lado de su plato, bebiendo del agua que este contenía.
—Fue en nuestro celo. Ninguno de los dos estaba en sus cinco sentidos, por eso voy a intentar ir al médico para preguntar por la cirugía para quitármela. —explicó luego de pasar la comida por su garganta.
—¿No quieres conservar la marca? —el otro negó. —¿Por qué?
—Le quiero decir la verdad a Louis. —murmuró.
Víctor sonrió. —Eso es muy bueno, Harry, pero no entiendo. ¿Qué tiene qué ver eso con la marca?
—Me va a odiar. Yo le dije que no va a quererme después de eso, y él solo... —hizo una pausa para respirar hondo y soltar el tenedor que seguía teniendo entre los dedos, intentando no llorar por pensar en Louis. Al final miró a Víctor. —Él solo dice que me quiere y que no se va a ir.
—¿Y no le crees? —preguntó dejando el vaso nuevamente sobre la mesa.
El rizado pensó en su respuesta.
Tal vez Harry le creía a Louis... Pero Harry había creído una vez y su cuento de hadas terminó siendo un cuento de demonios dentro de una pesadilla.
—No quiero ilusionarme. —respondió con su voz rompiéndose. —Pero me es difícil cuando escucho sus palabras bonitas mientras me abraza y me dice que no soy malo.
—No eres malo.
—¿Y entonces por qué dejé a mi mamá? ¿Por qué no le creí a mi mejor amiga? ¿Por qué me odio?
