Min Yoongi, es un chico de baja estatura, cabello blanco, piel pálida, ojos achinados y negros.
Pero con una personalidad posesiva.
Jung Hoseok, un chico alto, cabello castaño y ojos claros.
Pero con una personalidad algo destructiva.
Y Park Jimin...
Deje de mirar a la nada para fijar mis ojos en Jin, que se ubicaba a mi lado.
-¿Que?
-No sabía que eras tan servicial-su risa limpia vidrios se escuchó por toda la cuadra.
-Cállate Jin-gruñí dejando de mirarlo.
El pelimorado se alejó aún riéndose.
"Tu eres todo un macho alfa"
Mi lobo aparece burlándose.
"Cállate, esto es acto tuyo"
"Y tuyo tambien"
A lo lejos divisé una camioneta negra acercarse.
"No íbamos a dejarlo solo"
"Exactamente "
La camioneta se estaciona frente a mi, en la calle y de ella bajan Jimin junto a sus padres y hermano.
-Hola hyung-sonríe tan encantador como siempre.
-¡Hola hyung!-llega Jungkook muy entusiasmado, trayendo una maleta.
-Hola de nuevo, señores Jeon-saludo a todos con una inclinación que demuestra respeto.
-Muchacho, no es necesario que hagas esto ¿Que diran tus padres?-dice el hombre apenado.
-No tengo problema y mis padres tampoco, todo por Jimin-sonrío lo más cordial posible, observando como Jimin me mira con ojos brillantes-Pero adelante por favor...
Después del acontecimiento de la casa de Jimin, sin planearlo, mi lobo había echo uso de sus habilidades para poseerme unos segundos y hacer de las suyas, había ofrecido una casa para los Jeon y ellos aceptaron, después de negarse un poco. Ojalá pudiera haberme retractado pero mi lobo me convenció de darles una casa, más que todo por protección, ya que el desastre de la casa de Jimin fue causado por Jung, sin duda como una advertencia.
-Mis padres tienen muchas propiedades así que pueden quedarse en esta casa hasta que ustedes se estabilicen y tengan donde quedarse-digo, lo más amable posible-¿Les gusta? ¿Es de su agrado?-pregunto señalando la casa.
Estaba diciendo muchas mentiras pero lo único verdadero era mi ofrecimiento en alojarlos y las propiedades que tenia. Muchos años de vida, muchos años de experiencia, muchos años de trabajo.
La casa era promedio, hogareña, con colores blancos y marrones, de dos pisos y con ventanales grandes y hasta una pequeña terraza.
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-Es muy bonita-dice la mujer sonriendo amable.
-Muchas gracias muchacho, eres muy noble-dice el hombre mayor sonriendo en agradecimiento.
