Buenos Aires, año 2017
Soy Elizabeth Llane. Soy soltera. Vivo sola en Montserrat. Tengo treinta y dos años, y, a pesar de todo pronóstico, soy una empresaria joven. Creería que exitosa a cierto modo. Tengo con mi mejor amiga una empresa de recursos humanos. Nuestro socio inicial, mi mentor y padrino en los negocios ha estado con nosotras los últimos siete años. Precisamente, desde que iniciamos la empresa en un garaje alquilado como oficina y desde la cual salimos con mucho esfuerzo. Sí, me gradué y a los dos años tenía mi emprendimiento en marcha con el apoyo de Hasan Assad, el tío de mi amiga de la universidad. Hasan es un hombre grande, con dinero y posición además de talento para los negocios. Ha sido un sol en mi vida desde ese último año de cursada en el que abrió los brazos para apoyarnos a su sobrina y a mí. Hoy, la empresa está bien posicionada y es gracias a su guía. Con Karime Assad, mi socia y mejor amiga desde la universidad, somos la cara visible de EK RH Srl y estamos felices de nuestro crecimiento. Conseguimos empleo a la gente y cuidamos de ella. Es lo que nos gusta hacer y somos dichosas de poder lograrlo. Yo me ocupo de las tareas de campo y ella de las legalidades.
Karime y yo tenemos un trato desde el inicio con su tío. Fue la cláusula con la que fundamos la empresa. Cuando estuviéramos listas para soltar su mano, nos daría su parte de la empresa a ambas y seguiría apoyándonos desde el retiro. Este último año, lo vimos estar resentido de sus articulaciones y como todo hombre grande, es bastante testarudo. No ha querido descansar y continuó con nosotras y sus otras inversiones. Como imaginarán, al ser como un padre para mí, que perdí al mío hace dos años, no quería que su salud nos diera sorpresas a sus sesenta y seis años. Le pedimos que tomara un tiempo para hacer su vida en familia y descansar. Parece que lo tomó en cuenta. Bien, esa mañana del 5 de enero nos citó en la empresa para informarnos lo que había decidido. Nada nos decía que la vida nos tenía algo preparado como lo que vino.
El novio.
Esa mañana hace ya un tiempo me pasó de todo. No me olvido más. Primero, me levanté con un tufo en la nariz. Lo más desagradable que puede suceder, creo. Mi novio de turno hace casi un año no solo había dejado su ropa sucia entre mis sabanas. Sí, como lo leen. Mis sabanas limpias tufadas con su ropa deportiva toda sudada. Para completar sus zapatillas de mi lado. No, Julián no es de los chicos que se pegan un baño cuando vienen de hacer deportes y te deja todo tirado para que se lo laves. Si hay algo que me saca de mis casillas es que haga eso. Todavía no lo entiende. ¡Prendé el lavarropas y lávatela, flaco! No, Julián creé que debo hacerlo yo por lo visto. Así que deja todo a mi alcance por las dudas que se me olvide. Malcriado por su madre el nene. Obviamente, todo tufado ni ganas me habían dado de tocarle un pelo y dormí acurrucada en un lado de mi cama extra grande. Dios bendiga mi cama por su tamaño. Cuando me llegó el tufo de sus zapatillas y las medias metidas adentro me levanté sin remedio. Las saqué con toda la bronca al patio y no fue eso solo lo que ocurrió que me puso los pelos de punta. No, al crio este le faltaba coronarla y lo hizo.
Cuando me senté en la cama para acostarme por media hora más antes de levantarme a desayunar, lo increíble ocurrió. Diría que fue lo mejor que pudo pasar después de todo. Soy bastante positiva con lo que ocurre a mi alrededor. Suelo ver lo bueno de todo. Pensé que era mi celular el que sonaba y era el suyo. Julián no lo bloquea y su celu suena con un riff como el mío. Pappo seguía tocando su guitarra y me taladraba la cabeza ya a este punto. Julián me pidió que pusiera en su celular algo que lo despierte y eso hice. Es medio rockero como yo. Atiendo porque él duerme como marmota, no lo despierta un codazo ni una estampida de elefantes a su lado. Una voz muy de gata me responde del otro lado.
- Bomboncito, ¿ya te levantaste? - en mi estupidez por el sueño no caí bien de entrada. Sigo escuchando y ella no nota que no es el susodicho cremoso. - ¿Estás ya en camino a desayunar juntitos, munimuni? - abrí los ojos y mis sentidos se activaron más que de lo que quisiera.
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Mi nuevo socio. Una deliciosa tentación turca.
Chick-LitElizabeth Llane, una empresaria porteña, literalmente se choca en el subterráneo de Buenos Aires a un hombre que hará cambiar su vida. Un joven turco, con sus ojos celestes despertarán la pasión que le faltaba en su rutina diaria. Esta historia est...