Los pinos.
No sé si les ha pasado lo mismo que a mí con respecto al transporte subterráneo. Mi ciudad es una de las más atestadas de tráfico, tanto sea sobre el asfalto como debajo de él. Por lo mismo, como es lo que me toca detesto hacer combinaciones y andar subiendo y bajando miles de escalones para llegar a algún lugar. Me siento una rata en un laberinto de laboratorio haciendo las combinaciones. Ese día, era como cualquiera solo que iba con un apuro en especial. Sobre todo, porque me exijo siempre llegar temprano a todas partes y termino llegando tarde a casi todos lados. No lo puedo evitar. Debe ser genético. Mi madre era otra que hacía lo mismo. Jajaja. Sigo contándoles.
Cuando hago la combinación del subte en Diagonal Norte, e intento subir desesperada al subte, me llevo puesto a un rubio de traje azul. Pido disculpas. El rubio me mira a los ojos y parece ponerse incómodo. No sé porque en realidad. Cede su parte dentro del vagón y quedó mejor acomodada a su lado. Pegada a él en realidad. Su aroma a pinos está en mi nariz. Agradezco con un gesto de mi cabeza y ni responde para ponerse a mirar el techo del vagón donde estamos colgados, luego cuando se desocupa un lugar en otro recoveco lo veo llegar pegándose a la puerta cerrada del fondo del vagón. Urano tiene una reencarnación en este rubio con perfume de pinos por lo visto. Decido acomodarme más al centro del vagón para las próximas paradas cuando muchos se bajen en la zona de la Facultad de Medicina. Me lanzo a sentarme y en un corcoveo del tren el perfume de pinos se siente sobre mí. El rubio barbudo está casi sobre mí. Evidentemente se sentó o lo intentó y el meneo del mismo vagón lo trajo a mi lado. No había visto que la señora a mi lado ya no estaba. Leía un artículo en mi celular de una publicación que sigo. Lo miro y me encuentro con sus ojos celestes mirándome.
- Perfume de nuez amaderado. Lindo. Dulce. - sonríe con una mueca. Asiento a su comentario y vuelvo a lo mío. Es un eclipse mirarlo. Hasta su barba es llamativa.
Ok, voy a reconocerlo. Es lindo y atractivo para ser un completo extraño. Veo que baja sus ojos a mi celular y me siento invadida. Sin decir nada endurezco mi mirada para que note que no es lo apropiado que haga esa cotilleada de mirar lo que no le incumbe. Se aclara la garganta y acomoda su postura. Su perfume se siente haciendo cosquillas en mi nariz. Miro para otro lado para evitar yo meter mi nariz cerca y olerlo como hizo también él.
Sigo en mis asuntos en el celular leyendo hasta que escucho la voz de la parada en la estación de Federico Lacroze. Me interesa mucho un contrato que puede ser potencial con una empresa que sigo en una plataforma conocida por ser una red social de trabajo. Los artículos que leo son sobre esa empresa buscando consultora. Alguien posteo eso en la red y captó más mi atención. No miro al lado, pero sigo sintiendo esos pinos acariciar mi olfato. Es alto y vestido de azul eléctrico. Una barba bien cuidada, la piel tostada y una coleta en su pelo atado impecablemente. Imposible no notarlo cuando lo tengo a menos de diez centímetros.
Por fin llega mi parada y me acomodo para salir segunda. Siento de nuevo el aroma a pinos detrás de mí. Debe ser un ejecutivo de la zona por lo visto. Hay un par de empresas. En mi edificio hay cuatro empresas diferentes y sobre Lacroze un banco. Parece un ejecutivo. No miro de nuevo pero noto su mano debajo de la mía en el poste del vagón. Si no me agarro seguro caeré. La puerta se abarrotó de gente. ¡Somos un rebaño descarriado al salir del subte! ¡Reconozcámoslo gente! Apuro mis pasos para llegar a la escalera. Había mirado mi celular y vi que me faltaban cinco minutos para mi hora de llegada a la empresa. No me gusta llegar tarde. Lo que faltaba. Cuando uno está apurado pasa algo que traba tus planes. La escalera eléctrica no anda y todos debemos recurrir a las normales. En este momento no me molesta el hecho de subir así si no me atrasara más. He llegado entre la gente a subir bastante hasta que una señora de caderas enormes decide frenarse y agacharse en su mismo lugar. Termino por chocar con ella y su contundencia que me tira para atrás. Unos brazos me contienen cuando estoy casi en el suelo unos cuantos escalones abajo. El aroma a pinos de nuevo. Sus manos sin querer se sienten sobre mi pecho. No es su culpa, abarco más de lo que parece en mi delantera. Me ayuda a incorporarme y me acomoda la ropa. Otra vez me siento invadida y lo nota por mi mirada. Levanta las manos como mostrando que no era su intención sino ayudarme. Sus ojos celestes cristalinos me pierden por un segundo. Agradezco en forma verbalizada esta vez y vuelvo a pretender correr para salir de ese tráfico de gente tratando de subir. Si afuera hacía ya 25 grados Celsius, acá abajo era casi el doble. Ni miro para atrás y salgo del subte justo cuando el semáforo nos da el paso para cruzar Lacroze y casi corro esa media cuadra. Saludo con una sonrisa a Abel, mi guardia de seguridad que me saca una sonrisa con un gesto que hace con su reloj al verme llegar tarde por tres minutos. Guiño un ojo con una mueca y corro al ascensor que también está lleno y al acomodarme en el costado veo que una mano traba el cierre de las puertas. Las nueve son la hora de entrada de muchos de los que trabajan en este edificio, es normal. Cuando el azul de un traje capta mi atención y el aroma a pinos aparecen de nuevo caigo irremediablemente en cuenta que el rubio barbudo esta frente a mí y se acomoda a mi lado. Agradece al otro que detuvo la puerta y aprieta su piso. Me mira entera sin piedad. Mis ojos fieros de nuevo aparecen. Se acomoda la corbata y mira al frente. Cuando la voz del ascensor dice que es mi piso pido permiso para pararme adelante suyo. Miro mi celular y ya son cinco minutos lo que llego tarde. No puede ser. Es un horror para mí.
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Mi nuevo socio. Una deliciosa tentación turca.
ChickLitElizabeth Llane, una empresaria porteña, literalmente se choca en el subterráneo de Buenos Aires a un hombre que hará cambiar su vida. Un joven turco, con sus ojos celestes despertarán la pasión que le faltaba en su rutina diaria. Esta historia est...