CAPÍTULO 8

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Ups.

Les pregunto algo. Piensen seriamente en esto y quizás puedan coincidir conmigo. Pongámonos a filosofar, como diría Karime... Existe la verdadera felicidad. Si es así, ¿Alguien puede definir a la plenitud realmente? ¿Somos completamente felices? Ya sea en algún instante, etapa, o momento de nuestra vida. ¿Existe un estado de bienestar real en el que alcanzamos todo lo que deseamos en el que nuestro cuerpo y alma están en sintonía? Pues yo diría que sí. Pese a los desastres que estaban ocurriendo en la economía de mi país y por los que debía tener más armado nuestro desempeño laboral para ser justos con todos, sí. Yo sí me sentía feliz y plena. Todo el tiempo desde que conocí a este demonio turco lo he sentido. No sé si es su presencia en mi vida. Sí, más allá de su hermosura física. Si lo pienso, algún día será un veterano con arrugas y una boina para cubrir las canas o una calvicie, que juegue ajedrez en un club con los amigos. Ciertamente, ya lo hace a veces cuando se juntan a jugar cartas en sus noches de chicos en casa de Roque y este otro me comenta que lo sigue desafiando como hacían siendo unos escolares. Su sonrisa amplia llena de hoyuelos tras esa barba corta que ahora tiene. No lo sé. Quizás sea la paz interior que parece tener o tengo que darle a Karime la razón al decir que al sufrir tanto de joven se abrió a los disfrutes de la vida. La cuestión es que, si la felicidad, el disfrute de la vida en su forma diaria, tanto como el bienestar y la plenitud, la estaba teniendo yo y estaba completamente segura que era lo que deseaba en la vida. Sí. Por raro que suene decirlo. Kerem Déniz me había llenado un vacío de mi alma. Lo que vino después es algo que, definitivamente, no me esperaba. Les sigo contando.

Empezamos la primera semana de marzo como siempre, haciendo ejercicios para ducharnos, desayunar e irnos. Ese primer fin de semana me fui a pinchar a la farmacia. No había inyección trimestral así que me coloqué la mensual y listo. Al otro mes me aplicaría la trimestral para estar más en calma. Ya habíamos tenido varias sesiones donde hubo "fugas" por decirlo así. Con esa premisa me dediqué a los trabajos de la empresa y desconecté del tema para prestar atención a todo lo que se venía. Había mucho por hacer en la oficina y chicos a quienes promover también como en las organizaciones que llevamos. Pronto llegó abril y ni lo sentimos al mes que se fue. Estábamos siendo un dúo dinámico y debo decir que poderoso. Los cambios en las economías locales tocaron varios centros sensibles de los negocios de muchos y debíamos contener a todos. Tanto sea empleados de las empresas como a sus empleadores. Nadie quería perder y estaba claro para nosotros. Tuvimos unas semanas agitadas después de las paritarias y sus ajustes. Con lo cual, el agite que duró hasta Semana Santa también fue más de lo mismo. Este año las fechas festivas tocaban a mitad de abril. Por fortuna, avisamos que nos tomábamos esos días libres. Necesitábamos un respiro real de la ciudad. Kerem quería viajar a la playa el miércoles a la noche. Nos íbamos a la Costa Atlántica a invitación de la familia Ginés. Tenían una casa en San Bernardo hace décadas y nos ofrecieron pasar esos días con ellos. Como católica no tan practicante no me molestaba pasar días fuera, sino que mi ritual de cada año era encender velas por mis seres queridos en descanso ya. Kerem, como turco no celebraba la Semana Santa tampoco. Así que no había conflictos religiosos de por medio que pudieran interferir entre nuestros planes de descanso. Hubiéramos sido felices con la propuesta inicial de pasar el fin de semana largo en la casa del country. Inicialmente la señora Dalila ofreció esa opción en la cena que hicieron un día en casa de su sobrino en la ciudad. A la cena habíamos ido muchos de los que estuvimos ese primer fin de semana en la convivencia del country con los que había mucha confianza ya. No todos eran del personal sino los que tenían química con la pareja anfitriona. Entre todos la pasamos perfectos. Se trataron el tema de las vacaciones de invierno y Kerem mencionó que pasó las anteriores vacaciones de invierno en Turquía por lo que se planeó directamente hacer otra especie de convivencia en la playa. Como no dijimos mucho sobre su viaje a Turquía no podían asociar con nuestra pareja en exclusiva la cuestión a que todavía ni nos conocíamos. Otra vez el Dj Cray estuvo invitado a la playa y nosotros por las dudas fuimos armados con provisiones de sobra para no sacarle las suyas. Estábamos en plena conciencia que, ahora saliendo con una de mis chicas del equipo de contabilidad estaría necesitando de tales efectos personales. Ella iría con él a la playa también.

Mi nuevo socio. Una deliciosa tentación turca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora