CAPÍTULO 15

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Metida de pata.

Bueno, ¿Qué les puedo decir a mi metida de pata? Hay algo que es evidente en mis conductas. No sé si les ocurra de vez en cuando. Quizás sí. Por eso vuelvo y les pregunto algo concreto. ¿Han pasado momentos en los que si los estudian no pueden creer que su boca suelte cosas que no piensan que pueden ofender a los demás? Pues es mi caso. Jamás pensé que mi sobre análisis de las situaciones o la vida misma podría llegar a hacerle daño a mi hombre, a nuestra relación o peor, a mi vida familiar. Kerem era un dulce de persona. Siendo sufrido de joven bien podría ser huraño y mezquino con sus emociones como otros hombres lo son y he conocido a varios así en mi vida previa a él mismo. Sería entendible si él fuera así en este caso. Hay mucho resentido de la vida por el mundo. Sin embargo, el haber sido criado con sus tías me da la pauta que ellas le enseñaron a siempre decir o comunicar de la forma que sea lo que siente. Eso es parte de su personalidad según la misma tía abuela Safira me contó una vez. Era para que no guarde el dolor en su alma y no se lastime a sí mismo. Por eso era verborrágico a veces y yo más cerrada en ese sentido. Las perdidas personales hacen eso. Te dejan un dolor en el alma y un gusto agrio cuando conoces personas que lo tienen todo sin querer. No es que sos resentido ni envidioso. Es como que, desearías volver el tiempo atrás para tener a tus seres queridos y quizás disfrutar tus logros con ellos. El día que nacieron mis hijos, al estar en la habitación vi cuando Kerem hacía la ceremonia de nombrar a la antigua a nuestros hijos. La bendición que pidió a Alá para ellos y sus cariños de padre para sus dos pequeños soles. Cada día desde que nacieron he visto su amor con ellos. Nada nuevo en verdad. Los amaba desde que supo que venían y les sonreía como no le sonríe a nadie. Es una hermosa imagen para ver.

Después de la situación en que lastimé sus sentimientos recordé esos detalles que mi turco amado tenía para sus hijos y para mí. No fui capaz de ver que yo no era solo mamá para los nenes. También estaba su padre para ellos. El instinto materno se me despertó como si fuera una loba y era capaz de atacar con todo a quien se me cruzara y su seguridad como el bienestar eran mi premisa. Había dejado de ser yo, para ser una súper madre. Al menos eso intentaba. ¿Qué logré con mi actitud? Alejar a mi marido. A mi amor genuino y ponerlo no el segundo lugar, sino en el último de la lista sin querer. Porque hasta la empresa estaba antes de mi turco precioso. Nada de lo que me pudiera sentir orgullosa en verdad.

Al otro día de esa discusión y que Kerem dejara los aposentos de la calle Salta al 1300, tenía unas ojeras tremendas cuando recibí la visita del tío Hasan y su esposa. No había dormido en toda la noche sin mi rubio. Lo había lastimado por idiota. Solo era mi culpa. Karime les había ido con el chisme sin querer sobre Kerem. Él se había ido esa tarde y apenas los saludó. Pensaron que me abandonó y estaban enojados. Antes de insultarlo o reclamarle el tío me vino a ver. Como familia o tribu, los turcos son de reclamar a los cónyuges cuando algo no está bien. No son metidos en verdad, solo cuidan de sus seres queridos y de la descendencia en este caso. Le expliqué a los dos lo que nos pasaba.

- Nos amamos mucho, pero no estoy encontrando la manera de ser esposa y madre. Sobre todo, esposa y compañera. Alejé por mi propia conducta a mi marido. Solo por mi vocabulario y al volver a recuperar mucho de su memoria juntos tuvo de donde comparar. - expliqué a los tíos.

Era verdad, yo lo había alejado. Si se estaba masturbando solo en la ducha es porque yo no supe ver que mi marido, aunque sea una caricia mía necesitaba. No lo dijo, pero si lo pensó es la realidad. Antes de nacer los bebés era todo nuestro. La empresa, los bebés, los clientes nuevos que conseguimos y para variar la vida misma era nuestra. El amor genuino que Alá nos dio. Ahora yo la había convertido en mi propio mundo. Necesitaba volver a sentirme empoderada y en el camino lo dejé atrás como un trapo de piso usado. Había pasado a ser eso y no me di cuenta ni que lo hice hasta ayer que lo dejé solo y desnudo para irme de mi habitación. Incluso ahora sigo diciendo MI. No va iba ser fácil hacer que mi marido vuelva a casa. Para variar, algo en la ecuación estaba apareciendo. Se había vuelto una ecuación de segundo grado con dos incógnitas. La Y de la ecuación había llegado esa misma mañana del 25 de diciembre al aeropuerto de Ezeiza.

Mi nuevo socio. Una deliciosa tentación turca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora