CAPÍTULO 32

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Un corte y veremos qué pasa.

Entre idas y venidas pasó todo enero y febrero. Festejamos mi cumpleaños ya en la Kir Evi Déniz como era el nombre de la casa en el frente que pintamos con mi marido. Significaba Casa de Campo Déniz. Este año, como estábamos en otra casa y con todos los nenes, no hicimos escapada romántica. Lo que hicimos fue como un día al aire libre. De día tuvimos a los amigos y familiares y de noche quedamos solos. Hicimos de todo para comer a gusto. Como siempre, tuve a Dalila desde la media mañana a mi lado preparando todo. Era su placer hacer banquetes y a mí me encantaba tenerla apoyándome como a Angelita su compañía. Entre ambas eran un apoyo importante en esos momentos. Raramente la noté un poco más pálida de piel y más sudada de lo normal a la dama de delgadez añeja y rulos rubios. Cuando pregunté dijo que estaba en épocas difíciles de su menopausia. Restó importancia y no quise profundizar en el tema más por no incomodarla. A las seis empezaron a marcharse todos para darnos privacidad de familia y festejar a solas una vez que los nenes se durmieran. Estaban todos cansados. Incluso Kadir. Cenamos lo que sobró en el quincho los seis. Vimos que Kadir ya empezaba a mirar lo que los demás comían desde su lugar en el regazo de su padre. Le convidamos. Le gustó el pedacito de papa y un poco de pollo que su padre le convido de su plato. Ok, ya era tiempo de empezar a ver de darle sus papillas por lo visto. Nuestro fortachón quería comer porque se desesperó con la comida que se le dio. En la semana veríamos a Korn Junior. Debía vacunar a los gemelos así que ya había cita previa. Anotamos en el libro de Kadir sus avances de ese día con los que ya veníamos viendo que hacía con sus hermanos guiándolo. Había tomado agua del vasito con boquilla de su hermano Sefer y todo cuando vio que su hermano estaba a su lado. Obviamente, se volcó una parte en la remerita que llevaba, pero el babero lo contuvo bastante. Entendimos que entre sus hermanos lo harían madurar más rápido como ellos mismo maduraron con Zaira a su momento y dejaron los pañales cuando él llegaba.

Ese día las fotos del cumpleaños estuvieron en manos de Cray y de Jorgito como ayudante. Le habían regalado una cámara para su cumpleaños y registraba todo ya sea en video como en fotos. Era una cámara casi profesional de lo completa que era. Uno de los hijos de Ginés le había traído eso de uno de sus viajes a su ahijado menor. Ya Jorgito tenía once años y se lo veía más maduro en ciertas formas suyas. Era un señorito como lo eran sus hermanos. Solo su hermanito era el bebé de la casa y no él. Era grande, según le dijo a Kerem cuando preguntó por cómo iba con las chicas del grupo que se armó en el country con hijas y sobrinas de otros parientes de las mismas edades. Dijo que una le había comido la boca y se sonrió tímido. Alá, como había cambiado la cosa. Ahora eran ellas las que le comían la boca a nuestro pequeño amigo de la familia. Era un pequeño galán con los ojos almendrados de su padre y la sonrisa preciosa de su madre. Era un seductor sin quererlo. Lo había mirado ese día tan diferente en distintos roles. Había hecho jugar y correr a mis hijos por todas partes disfrazado de lobo y ellos a los grititos creyéndose las ovejitas en peligro. Cuando se sacó el disfraz ellos se le tiraron encima y rieron a carcajadas. Su hermanito Leandro también estaba entre los nenes jugando con él. Ya tenía tres años cumplidos y era otra ternura de criatura. Tatiana y Zaira con el mosquetero Thiago a su cuidado. Cada uno tenía un disfraz ese día. Kerem había alquilado un lote de disfraces para nenes para que ellos se diviertan con los disfraces además del inflable con forma de castillo que trajeron los Arnedo. Sí, debo reconocerlo. Jamás creí que me vería en un patio con inflable y niños jugando. No era algo que yo como mujer de negocios haya pensado que pasaría en mi vida personal hasta ese año viendo el espacio con la gringa unos días antes del evento en casa. Cuando fui con ella, solas, ya estábamos en el patio de la casa viendo como armar para pasar afuera, ella propuso esa idea. El sábado por la mañana trajo de su casa las dos carpas o gazebos que tenía y los adosamos a la zona del quincho. De modo que todos podíamos estar afuera sin achicharrarnos en particular. Ella ideó eso y tuvo completa razón con el inflable también que lo tenían en el depósito de su casa. Dijo que era para los nenes. Además de divertirse, era un ejercicio que los dejaría jugar en paz porque no se lastimarían salvo que entre ellos se choquen. Sirvió y mucho. Entre todos nos turnábamos para vigilar a los nenes. Para los adultos había un metegol que nos entretuvo haciendo campeonatos de los que salieron ganando Kerem con Roque de dúo fatal. Les ganaron a Richard y Néstor. Luego compitieron contra Karime y yo que perdimos por un punto y la rubia no se dejaba vencer entonces retó a su primo y Roque a una rueda de flexiones de brazos. Si yo soy fuerte, mi amiga es obstinada y competitiva. Ni a la bolita diría que le gusta perder. Hizo traer al hijo mayor de Lautaro Ginés y lo levantó ella como si nada. Roque a pesar de ser enorme y tener costumbre de ejercitar no pudo levantarlo como hizo ella con las rodillas flexionadas a 45 grados. Kerem pudo de casualidad. No era porque el chico fuera pesado. Es porque esa flexión hace que los tendones se fuercen y levantar peso de esa forma puede hacer que te trabes y que no levantes ni medio kilo de pan. Con lo cual, sabiendo eso, tenía la ventaja. Ella levantó al adolescente de una manera limpia en pocos segundos y lo bajó. Ni su marido hubiera creído de su verdadera fuerza. Le festejamos el ganarles. Listo. Se dio de superar a dos tipos fuertes de más cuerpo que ella misma. También ocurría que mi amiga con dos mellizos y tensión pensando en el trabajo, se había puesto como yo a hacer ejercicio los días que estaba en su casa. Una de sus niñeras asignadas por la familia le cuidaba los nenes dos horas y se iba al gimnasio. Su post parto digamos que se hizo con ejercicio para no estresarse tanto. Los mellizos no cumplían un año todavía y ella estaba volviéndose Jane Fonda casi.

Mi nuevo socio. Una deliciosa tentación turca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora