CAPÍTULO 29

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Nuevos proyectos familiares.

El tema de la casa de campo me había quedado rondando en la cabeza. Si el primo militar de Kerem advirtió a los hombres de la familia es por alguna razón concreta. A mi ver, algo estaba gestándose y había que prepararse porque una hecatombe se venía. Así lo expresó Karime cuando a la noche la hablé por teléfono. Ella lejos de sorprenderse sobre los planteos de Kerem y míos me dijo dónde buscar propiedades confiables y también comentó que su padre le había hecho el mismo comentario. Ella no sabía si buscar una casa afuera de la ciudad. Quizás en su caso se debía a que tenía un departamento en Palermo y no tenía mucho espacio para cuando los mellizos fueran más grandes. Espacio verde como había en la casa familiar cuando ellos eran chicos. Con más razón, eso me hizo pensar si en vez de buscar un lugar exclusivamente para mi familia, fuera un refugio para todos. Después de ese pensamiento, en mi cabeza se cruzó la tía abuela de Kerem. La abuela de Karime en silla de ruedas ya y los ancianos de la familia. Algo en mi pecho se hizo un nudo. Han sido generaciones que han resistido de todo y si ocurriera un problema de salud, ¿serían los más vulnerables? En ese momento lo vi claro. Mis hijos como ellos también estarían en peligros. En el momento busqué en la página oficial de la OMS. Además, en otra pestaña del navegador tenía la de las propiedades a un rango de 40 kilómetros de distancia. En la página decía sobre un par de brotes que estaban empezando a preocupar a la organización en Asia. No me extrañó el tema. Ya habíamos tenido la gripe A y la porcina. Una de ellas se había llevado muchos niños en sus primeros contagios. Había pasado 10 años atrás. Por eso mismo ahora andábamos con el alcohol en gel por todas partes o las toallitas antibacteriales en la cartera. Kerem tenía razón cuando dijo ver a los asiáticos en el aeropuerto con barbijos. Algún virus nuevo estaba siendo exportado y nadie estaba consciente de eso por lo visto. Seguí en la búsqueda de propiedades para recrear mi cabeza de esos pensamientos fatalistas y encontré tres lugares que me gustaron. Uno era en General Rodríguez, pero no tan en las afueras como la casa estanciera de los Requena, sino cerca de la autopista. Otra en la zona de Pacheco y una en la zona de Leloir. Las tres tenían potencial porque dos eran casas a remodelar como había pensado de entrada. Siendo que ya habíamos tomado licencia ambos por mi maternidad no me parecía tomar vacaciones y respetar las de mi equipo en la oficina. Karime tenía mi misma postura frente al tema y cuando Kerem volvió de hacer unas compras en la carnicería del barrio le mostré lo que hallé y él me mostró en su celular lo que buscó. Entre los dos decidimos ir a ver un par que estaban en nuestra lista de necesidades y con potencial de adecuarlas a gusto propio. Era una inversión también. El verano estaba llegando y las construcciones en su mejor época. Teníamos a la empresa de contratistas y a un ingeniero de confianza que usábamos en la oficina con los cambios que se hicieron incluso desde que se edificó el despacho de Kerem.

La siguiente tarde cargamos a los bebés en el auto, que estaba quedándonos chico ya con tanto niño, y decidimos también comprar uno más grande mientras íbamos en camino a ver una de las dos propiedades que más nos gustaron. Estaba en buen precio con o sin financiación. El mercado si bien estaba lleno de inflación en lo económico, tenía disposición crediticia si lo necesitáramos. Tanto sea para el auto como para la casa. Habría que financiar uno de los dos quizás porque los materiales de construcción estaban altísimos en los valores. En ese aspecto, la propiedad que recorrimos con los nenes y pareció gustarles en Pacheco no estaba cara y era porque el mercado inmobiliario estaba estancado hace meses. La casa estaba hace ocho meses en oferta de mercado y no tenía interesados. Roque nos dio un par de consejos al respecto. Vino a comentarnos lo que él sabía que deberíamos considerar al comprar, como ese detalle de cuánto tiempo hacía que estaba publicada para la venta, los estimados de reformas que habría que hacer y la antigüedad de la misma, y nos dio los datos del agente de sus padres. Los Requena desde siempre han sido de tener varias propiedades como inversión. Ellos tenían tres propiedades además de la estancia donde estuvimos y nos ofrecieron probar una de esas propiedades un fin de semana y si nos gustaba podíamos hacer una oferta. Me agradó la idea. A los nenes y a mí nos gustó la primera que vimos en nuestra búsqueda previa, la casa de dos pisos de Pacheco. No parecía necesitar mucho más que pintura y un poco de cariño para cuidar el jardín. Kerem se ocuparía de eso según dijo. Yo no tengo dedos verdes justamente. Solo disfruto del verde y la paz de mi jardín en la casa de la ciudad.

Mi nuevo socio. Una deliciosa tentación turca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora