Las buenas nuevas.
Díganme que ustedes no pensaron que estaría embarazada ya. Debo decir que la fecha quedaría grabada en mi cabeza por el suceso. En mi vida siempre tuve fechas icónicas asociadas a los días festivos en especial. Por ejemplo, este. Desde que era niña, la Semana Santa estaba teñida de diferentes matices. Por empezar el lado religioso, claro. Siendo de una naturaleza rebelde, parecía que todo se confabulaba contra mí. Al crecer en escuelas católicas me parecía un plomo ir a la misa de las siete de la mañana cuando yo quería dormir y no precisamente recorrer las diferentes estaciones del Vía Crucis que se armaban en distintos puntos de la zona. Ni hablar de que eran temprano y en días que llovía o hacía un frío tremendo para andar y yo quería estar en mi cama. Como toda criatura, imagino. Por otro lado, en lo estrictamente social. Era una época en la que algunos conocidos del edificio donde papá era el encargado nos invitaba a pasear en sus casas de campo. Realmente mi madre se negaba a esas invitaciones. Lo mismo con la navidad. Nunca supe bien el motivo que tenía para hacerlo. No sé por qué jamás me dejaba ir siendo que ambas festividades las detestaba tanto como yo empecé a hacerlo por esa razón, digamos. Por lo mismo, terminaba clavada en casa por días viendo películas alusivas al tema de las cuales, salvando Ben Hur con Charlton Heston que era junto con Los Diez Mandamientos mis preferidas. En general, salvo sus películas, todas eran una serie de calvarios fílmicos en la época y evitaba mirarlas porque después no podía dormir en realidad. Y, si dormía tenía pesadillas tremendas. Robert Powell haciendo de Jesucristo era mi peor pesadilla a la época. Por esa razón no tuve novios castaños, pelo largo, cara delgada y de ojos azules como los suyos. Ni siquiera blancos como harina que se vieran como galgos desnutridos. ¡Ahora lo veo claro! Gracias a Alá que Kerem los tiene celestes y muy cálidos. Sigo contando. Por fortuna, papá siempre me regalaba un huevo de pascua para mitigar mi mal humor con el tema pascual. Lo compraba en una confitería ubicada sobre Carlos Pellegrini con un distintivo escudo y pedía el más cargado de decoraciones coloridas. Luego, ya en el almuerzo o cena, se comía pescado con puré como almuerzo el día de Pascua con una salida a la plaza o la explanada de la Facultad de Derecho con mi bici si estábamos solos. Si estaban los abuelos con nosotros era un almuerzo con pastas caseras del abuelo Pablo y los huevos de pascua caseros de la abuela Alcira. El jardín que amo se convertía en un lugar mágico porque ella escondía entre las plantas los huevitos que había hecho de chocolate blanco decorados a mano y había que buscarlos si querías comerlos. Era la regla de ella. Una patrona suya le había pasado esa costumbre de cuando estuvo viviendo en Estados Unidos y Canadá durante la época del proceso en nuestro país. El marido de la patrona era un científico y no se llevaron a la abuela porque ya era mayor de cuarenta y no hablaba una gota de gringo como decía ella como para adaptarse siquiera a la cultura. Detalles de la historia de las familias. Kerem mencionó que su padre y él pensaron en irse a Turquía o Canadá cuando se quedó viudo. No lo llevó porque no habría ninguna mujer que fuera su apoyo para criar a Kerem y aquí estaba la familia de ambos. La prima segunda Aixa Déniz, que era la madre de Karime, y su madre que era su tía. Además de la propia Karime de la misma edad de Kerem. Era alejarlo para vivir aislados de la familia y otra vez del terruño. Paradójico ahora que lo asocio. La patrona de mi abuela se fue a la misma ciudad donde Kerem vivió y sus hijos aún siguen viviendo allí. El más chico se crio siendo un nativo y no un argentino. Si la abuela se iba, mis padres con ella. Ese punto era parte del trato también y mi madre no se atrevió a dejar el país.
Mi mente daba vueltas al recuerdo de mis anteriores pascuas mientras caminaba a la casa del médico. Este año no comería huevos de pascua caseros más que los de Adelita. La sorpresa parece que estaba en mi vientre y tenía sangre musulmana. ¡Por Alá mismo! Esa idea estaba en mi cabeza mientras caminaba, con Kerem pegado a mí, por la rambla a la casa del vecino. Esto era algo nuevo en mi vida y no estaba lista al parecer para terminar de caer en el tema. Para variar dicen que las noticias no siempre vienen solas. Lo creo realmente.
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Mi nuevo socio. Una deliciosa tentación turca.
Literatura FemininaElizabeth Llane, una empresaria porteña, literalmente se choca en el subterráneo de Buenos Aires a un hombre que hará cambiar su vida. Un joven turco, con sus ojos celestes despertarán la pasión que le faltaba en su rutina diaria. Esta historia est...