Parto

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Dégel caminaba por toda la sala de espera mostrando preocupación por su pareja.
Nadie nace sabiendo el papel que un padre debe desempeñar en estos momentos y Dégel no sabía realmente que hacer ante esta situación.

Sus padres, los señores Garnet y Krest le habían mandando un msj avisando que dentro de unos treinta minutos llegaban al hospital para ayudarle en lo que necesitara.

Pero aquella espera se estaba volviendo cada vez más un dolor de cabeza para Dégel al ver que no salían los médicos o enfermeros con noticias favorables de su amado Camus y de sus pequeños.

- Señor Dégel.

Lo llamó una de las enfermeras del hospital sosteniendo unos papeles en sus manos.

- Por favor dígame qué todo está bien... - Se apresuró a tomar la palabra -¿ Mis pequeños cómo están? ¿Mi camus?

Eran demasiadas las preguntas que Dégel le formulaba por qué no podía controlar su desesperación, solo deseaba una cosa y esa era que le dieran noticias de su amado copito como le decía él.

- Tranquilo señor, me pidieron venir por usted para que pueda estar presente en el nacimiento de sus hijos. Su pareja se está poniendo muy nervioso y no ayuda en nada intentarlo calmar. Es por ello lo llevaré a la sala de parto para que le haga compañía a su pareja pero para hacerlo necesito que usted también se calme o de lo contrario toda su preocupación se la transmitirá a su esposo y es lo que menos queremos.

- Es que soy padre primerizo - Se justificó acomodándose los anteojos - No sé que hacer cuando nazcan mis hijos, no sé cómo tomar un bebé en mis brazos y ni mucho menos bañarlo.

La joven enfermera cerró sus ojos, era evidente que el señor Dégel estaba dispuesto aprender de todo para ser un buen padre para sus gemelos pero no era el momento preciso para explicarle la forma en la que debe realizar las cosas.

- Comprendo su preocupación señor pero su pareja lo necesita en estos momentos.

Sin darle oportunidad de responderle, la enfermera tomó del brazo a Dégel y lo guío hasta la sala de parto donde podía escuchar con claridad los gritos de su pareja.
Cada paso que daba sentía un hueco en su corazón por qué no podía imaginar el dolor que su Camus sentía en esos momentos.

Antes de entrar a la sala de parto, uno de los auxiliares le ayudó a colocarse un traje quirúrgico desechable, cuando estuvo listo le dieron paso para entrar a la sala donde su amado Camus permanecía intranquilo con las piernas elevadas intentando pujar para acabar con ese sufrimiento de una vez.

- Mon amour, aquí estoy contigo.

Le dijo justo en el momento que tomó su mano derecha para transmitirle seguridad, Camus desvió su mirada para encontrarse con su esposo quien estaba a su lado brindándole una sonrisa.

- Gracias Dégel...

Susurró justo cuando sintió otra contracción pero está era mucho mayor, apretó la mano de Dégel con fuerza mientras gritaba al sentir como si algo por dentro lo lastimara.

Dégel se acercó a su cabeza para acariciar sus cabellos esperando que esto lo ayudará a relajarse.

- Vamos Mon amour tu puedes.

Camus cerró sus párpados, trató de pujar con ayuda de las manos de una de las enfermeras que masajeaba su vientre.
Un último grito de dolor bastó para sentir como uno de sus pequeños salía de su cuerpo acompañado del liquido amniótico que los protege.

- ¡Tenemos un varón! - Gritó el médico tomando al pequeño entre sus brazos.

Ni siquiera Camus tuvo tiempo de decir algo al respecto, nuevamente tuvo que pujar de nuevo al sentir otra contracción, ahora era el turno de su pequeña hija.

- ¡Tenemos una bella damita!

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Cuidaré de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora