1- En Roma

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Por fin en Roma.
Después de 3 horas en avión, al lado de un bebé llorando, con unos nervios asfixiantes y el baño ocupado durante todo el vuelo, me siento libre.
Bueno casi libre porque hace un calor insoportable y la ropa me aprisiona, atosigándome.

Ahora mismo me encuentro caminando (o más bien arrastrándome) por las calles de Roma buscando mi preciado apartamento. Para colmo el equipaje pesa demasiado. No aguanto más.

He llegado al apartamento y me he instalado, es muy bonito a decir verdad. La puerta da a un acogedor recibidor y siguiendo hacia delante te encuentras el salón, el cual tiene un balcón con vistas al mar y a la calle. También hay un poco apartada, pero en el mismo salón la cocina, que es pequeña pero agradable. Si giras a la izquierda puedes ver que a mitad del pasillo está el baño y al final mi amada habitación, junto con mi amada cama.
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Llevo aproximadamente una hora tirada en la cama sin hacer absolutamente nada (simplemente en la gloria) y decido que es momento de salir a tomar el aire aunque ya ha anochecido.

Me preparo para ir a una fiesta ya que he escuchado hablar de que las discotecas de Roma son la bomba.
Soy consciente de que acabo de venir sola, de España donde he pasado el último año de fiesta en fiesta pero, que más da, prometo no sobrepasarme.

Me he puesto un vestido corto y ajustado de una tonalidad azul marino, la tela compuesta de seda suave y con la espalda totalmente al descubierto, llevo mis tacones favoritos de color negro y el pelo negro azabache recogido en un moño bajo con dos mechones sueltos al frente.
Sé que mi cuerpo no es de modelo pero me conformo con él, hace su función, es bonito (al igual que todos) y tiene volumen donde me gusta que lo tenga.

Llegando a la entrada, tuve que soportar algún que otro silbido de unos borrachos que lo único que me provocó fue un mal sabor de boca, un malestar espantoso y un escalofrío por toda la columna vertebral.
Tristemente ese es el día a día de las mujeres.

Olvidando ese hecho y todos los del pasado ya vividos (como la ruptura con mi ex novio Josh), entro en la discoteca.

La música estaba bastante alta y tenía ese ritmo que inconscientemente te sacaba algún que otro paso de baile.

Estoy bailando contorneando mis caderas suavemente y paseando las manos por todo mi cuerpo lentamente, sin importar lo que los demás hiciesen porque aquí todos estamos en nuestro mundo.
De pronto, un chico se me acerca. Es pelirrojo y con ojos verdes, su cumple irá es delgada y ligera lo que le hace ver adorable, a decir verdad es bastante guapo aunque eso no me importa, pero en el momento en el que pone una mano en mi cintura tan solo quiero vomitar. Una repentina náusea sobre por mi garganta y la bilis llega a mi campanilla, ardiendo y quemando cada lugar de su recorrido. Entonces ocurre lo que siempre sucede.

Comienzo a recordar aquella noche, esa noche en la que lo pasé tan mal, en esa habitación del motel que había al lado de la discoteca, yo bailaba con mi ex, Josh y sin previo aviso, me llevó allí sin yo quererlo. Ya en la habitación, sus manos se pasearon por mi cuerpo sin mi consentimiento, también recuerdo como...

Salgo de esa ensoñación y vuelvo a la realidad, apartándome de ese tío asqueroso de un empujón. Lo dejo aturdido a un lado y me alejo de él lo antes posible.
Olía a alcohol que te pasas.

Voy a por una bebida a la barra, secándome las lágrimas que han aparecido solas y se han derramado inconscientemente. Continúo la noche bailando aunque ya no tengo la misma motivación.

Decido que ya va siendo hora de irse pero entonces me topo con una chica que iba en la dirección contraria a la mía y le derramo la poca bebida que me quedaba.

— Joder lo siento tanto, déjame limpiarlo.- me disculpo. — De verdad, lo siento.— me reitero una y otra vez mientras saco unos pañuelos de mi bolso e intento limpiarle el estropicio.

— Tranquila, no pasa nada y no es necesario que te preocupes ni que te disculpes tanto, total hoy ya me han derramado demasiadas bebidas encima.- dice riendo.
Sinceramente me pareció una chica muy simpática, para nada parecida a las chicas con las que me juntaba anteriormente.

Una risa suave danza en mis labios y me río con ella, entonces me pregunta:

— ¿Como te llamas?-

— Aurora, bueno Ro ¿y tú?-

— Yo soy Bianca pero todos me llaman Bia, ¿estás sola?- dice mirando detrás de mí.

— Sí, es que soy de España y he decidido venir aquí este verano, aunque es probable que me quede más tiempo. Aún no lo sé.- digo frunciendo el ceño.

— En ese caso necesitas socializar, vente conmigo y con mis amigos.-

— Yo... Es que ya me iba.- murmullo.

— No acepto un no por respuesta, soy muy persuasiva.-

—Vale, de acuerdo.- acepté riendo.

Comenzó a caminar por delante de mí, guiándome dónde estaban sus amigos y cuando me los iba a presentar... Lo ví.
A esa persona que menos esperaba ver, que no buscaba y ya no quería, porque la vida es así. Cuando no lo quieres te lo da y no puedes hacer nada para evitarlo, sea bueno o malo.

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Nota de la autora:

No creo que muchas personas lleguen hasta este punto pero si estás aquí te quería agradecer el tiempo que has dedicado y espero que te haya gustado este capítulo.

No tengo un horario establecido de actualización pero en cuanto pueda subiré nuevos capítulos.

Kisses💋

El momento en el que te vi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora