8- Placer

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Aviso:
Este es un capítulo +18 con escenas explícitas, si no te gusta leer esto lo puedes saltar. Lee bajo tu propia responsabilidad.

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Llegamos al coche con unas ganas inaguantables.

En cuanto me giré, Alessio me estampó contra el coche y me empezó a besar muy rudo, uniendo nuestros labios al completo como si nos quisiéramos fundir. Le rodeé el cuello con mis brazos y enterré mis manos en su pelo, masajeándolo y él puso las manos en mis caderas, cosa que me arrancó un suave gemido. El beso era inflamable y con solo un poco de fuego ya te encendías, nosotros nos íbamos a quemar.

La electricidad no tardó en hacer acto de presencia y arrollar con todo a su paso, incendiándome por dentro, mandando descargas eléctricas desde los labios hasta mi entrada que ya se encontraba húmeda. Alessio colocó una pierna en mi entrepierna sujetándome y provocando descargas de placer en esa zona de mi anatomía que ahora necesitaba toda la atención posible y es que pese a todo, mi cuerpo también anhelaba el roce de alguien, anhelaba placer porque pese a cargar con traumas, soy una persona.

El beso fue descendiendo y Alessio comenzó a besar mi cuello, empezó con simples besos cariñosos, después chupó, pasando la lengua por todo mi cuello haciendo que jadeara y después succionó igual que hacía unas horas, solo que esta vez más fuerte y con más ganas, dejando marcas moradas a su paso.

Entonces yo dirigí mi mano a su erección que a decir verdad era enorme y estaba demasiado dura, empecé a acariciarle por encima del pantalón dando ligeros apretones que le hacía soltar leves gruñidos, eso tan solo me encendían más y me incitaban a continuar.

Entonces... paró.

Éramos un coro de respiraciones totalmente descoordinadas y desordenadas. A los dos nos faltaba el aire y luchábamos por oxígeno, jadeando.

—Súbete en el coche.— me ordenó con la voz mucho más ronca de lo normal. Le hice caso y me subí.

Él también se montó y puso el coche en marcha.

Durante el trayecto hacia mi apartamento colocó una mano en mi muslo casi llegando a mi entrepierna y de vez en cuando me daba unos suaves y estremecedores apretones. Mi pobre coño palpitaba como mi corazón en estos instantes, que iba demasiado rápido y amenazaba con salirme del pecho.

Llegamos a mi apartamento y nada más entrar no me dio tiempo a cerrar la puerta porque el mismo la cerró de un portazo, colocándome contra ella. Puso un brazo a la altura de mi cabeza y otro en mi cintura agarrándola con fuerza. Acorralándome.

Estampó sus labios contra los míos y nuestras lenguas se unieron, jugueteando entre ellas, dando todo de sí.

Ahora mismo mi entrepierna parecía un lago de lo empapada que estaba por él. Dirigió una mano allí, colándose por mi vestido y antes de seguir me miró con la duda escrita en sus ojos, preguntándome si podía seguir adelante, a lo que yo le hice un pequeño asentimiento y eso tomo todo para que Alessio me acariciara por encima de la ropa interior muy placenteramente. Eso me sacó un jadeo demasiado alto para lo que me atrevería a admitir. Mis bragas estaban demasiado empapadas y él las apartó, colando sus dedos en mi vagina, abriéndose paso. Me estremecí al notar sus dedos, diestros, paseándose por mi entrepierna como si fuera suya y es que en estos momentos no podía ser más suya.

Empezó trazando círculos alrededor de mi clítoris y después continuó paseándolos de arriba a abajo, sus dedos jugaban por mi coño y yo tan solo lo podía disfrutar. Gemí demasiado alto cuando noté cómo introducía el primer dedo en mí, moviéndolo dentro de mi coño en círculos y después sacándolo y volviéndolo a meter. Volví a gemir cuando sin previo aviso introdujo un segundo dedo, siguió sacándolos y volviéndolos a introducir nuevamente.

El momento en el que te vi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora