28- Mi perdición

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¡¡AVISO!!⚠️

Este capítulo contiene escenas +18

Lee bajo tu propia responsabilidad.

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Acorralada contra la encimera y Alessio, recordé que estábamos solos en casa.

Sus ojos llenos de lujuria me prometían cosas íntimas, sus manos en mi cintura desprendían un calor que me incendiaba, nuestra cercanía era peligrosa y él... Él era mi perdición.

Le miré los labios carnosos y todo mi cuerpo me gritaba que los probara, necesitaba eso.

Alessio movió su mano a mi culo y lo apretó, provocando que una corriente eléctrica muy placentera me recorriera la espina dorsal hasta llegar a mi vientre bajo, erizándome la piel.

Posicionó su otra mano en mi otra nalga y me elevó, yo le rodeé la cintura con mis piernas. Mi entrepierna que ya latía, estaba pegada a su abdomen. Seguro que él podía sentir el calor que desprendía.

Me quedé sentada sobre la encimera y me miró con un brillo que me dejó de piedra.

Jamás nadie me había mirado así, con tanta pasión y admiración, como si fuera el ser más preciado. Me hacía sentir de formas indescriptibles para explicar con simples palabras.

Me quitó el top, dejando mis pechos libres y me llevó al sofá. Me posicionó en él, dejándome caer con cuidado tumbada sobre la suave tela.
Miró mis pechos con deseo y se puso cuidadosamente a horcajadas sobre mí, de forma que yo pude notar su erección dura y erguida sobre mi entrepierna.

Cuando el tacto de sus fuertes manos llegó a mis tetas, mi cavidad se calentó más, dejándome húmeda.

Masajeó mis pechos, tenía el control sobre ellos, como si fueran suyos y en parte, lo eran.

Acercó su rostro a mis tetas y se metió un pezón en la boca, haciendo que yo gimiera de placer al sentir la humedad de su lengua acariciar y envolver mi botón. Con la otra mano, seguía masajeando mi otro pecho. Mi corazón ya estaba acelerado por la adrenalina y mi respiración sufría un proceso dificultoso.

Yo soltaba constantes jadeos, estaba gozando aquello.

Levantó la vista y pude ver sus ojos totalmente oscurecidos, con las pupilas dilatadas.
Me deseaba tanto como yo a él.

Me arrancó el pantalón, rasgándolo por el camino, pero en ese momento no me importaba. Solo quería que me arrancara la ropa y me follara duro.

Me quedé casi desnuda, tan solo tenía un pequeño tanga que me puse por si acaso acababa así la noche.
Mujer precavida.

Me observó, estaba guardando en su memoria cada parte de mí, cada centímetro y cada lunar, todo mi cuerpo.

Bajó hasta mis pies, quedando su rostro a escasos centímetros de mi entrepierna.

Mordió la tira y comenzó a bajarlo, quitándomelo con los dientes.

Eso tan solo me inquietaba más, quería toda la atención en mi zona húmeda y latente.

Al retirar mi tanga, se quedó viendo mi entrepierna desnuda con deseo y lujuria en la mirada.

Puso sus manos en mis rodillas y las separó lentamente, hasta quedar totalmente abiertas.

En este momento yo sentía que el corazón se me saldría por la boca.
¿Iba a hacer lo que creo que iba a hacer?

Dirigió su cara hacía mi entrepierna y cuando noté su lengua sobre mis pliegues, supe que sería el mejor sexo de toda mi vida.

El momento en el que te vi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora