Supervivencia

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-Aquí pararemos por tres días.
Comunicó sir Martos y desmonte enseguida. A decir verdad no sentía mis piernas. Caminé lo que quedaba de la colina y ya encima de ella admiré el conjunto de tiendas triangulares que había en aquel valle. La nieve había desaparecido, ahora el frío nos acompañaba.
-Mi Lady, dormirá en una tienda que el jefe armó especialmente para usted.
-¿El jefe?
-Si, de los hombres pájaro.
Me desilusioné. Creía que volvería a ver a Nicolkask Naharis, pero había desaparecido en cuanto lo conocí. Hacia una semana entera que no lo veía y ni se lo mencionaba.
Por mas que haya querido sacarle informacion a sir Martos, cada vez que yo hacia alusión a él, se me cambiaba de tema.
Antes de irme a descansar debía cenar con los principales de la comunidad. No entendía nada de lo hacian o decían, pero estaba hambrienta así que devore todo lo que me dieron y no me importaba de que era o de donde venia.
Luego, por fin pude irme a dormir.
Dentro de la tienda, había luz. Capaz que se hayan tomado el trabajo de encender una fogata, estaba muy frío y tiritaba.
Entré y parecía otro lugar. Cálido, cómodo, lleno de pieles.
Suspiré largamente, tratando de sacar todas mis inseguridades.
-¿Cansada, mi Lady?
Reconocía esa voz imunda y asquerosa. Resultaba que se llamaba Trasty, era un violador en masa y además ladrón.
Me alejé lentamente, retrocediendo.
Y el avanzó con una sonrisa repugnante.
-Vete, Trasty, es mía.
También conocía esa voz, y la había reproducido en mi mente la ultima semana, deseando sin saber porque, escucharla nuevamente y ver de donde provenía.
Nicolkask entró a la tienda con los ojos entornados y tomando la empuñadura de su espada si sacarlo. A su lado, sir Martos.
Hablaron en ese extraño lenguaje, y luego sir Martos tomó a Trasty del cuello y lo tiró fuera de la tienda.
-Espero que no la haya importunado.
Nicolkask se acercó a una mesa redonda y tomó un vaso de vino.
Le di la espalda y me quité la capa. Si lo seguía mirando a los ojos terminaría por sentir ese hormigueo en la piel.
-¿Como le resultó el viaje?
Lo sentía mas cerca, seguro era solo mi imaginación.
-Estuvo bien.
Dejé caer los bucles sobre mis hombros y una sensación placentera me inundo.
-¿Solo bien?
Y diablo, lo tenia muy cerca. Podía sentir su calor en mi espalda. En segundos que parecieron eternos, deslizó un dedo por todo mi omoplato hasta donde empezaba mi vestido.
Y de nuevo, el hormigueo me invadió y se me puso la piel de gallina.
Y ahora tenia su boca sobre mi cuello y su aliento caliente me golpeaba. Dejé escapar un suspiro, lo sentí sonreír contra mi piel a la vez que me rodeaba la cintura con su brazo y me pegaba a su cuerpo fibroso.
-Fines ser fría, pero tu cuerpo reacciona a mi.
No respondí nada porque no se que significaban sus palabras.
-Crees que no te conozco, Raeghara Iceller, pero estas equivocada.
Que pronunciara mi nombre con ese tono grave de voz y que luego me besará y mordisqueara el cuello, fue demasiado para mi, que en contra de mi enseñanza de como ser un dama, me dejé caer sobre su cuerpo y que me sostuviera con su agarre.
De un momento a otro, sus dos manos volaron a mis pechos y los cubrieron. Dijo algunas palabras en su idioma que parecían ser insultos.
Nunca me había sentido así, una vez, un granjero que tenia dos años mas que yo, me había tocado de esa forma con mi consentimiento y no había sentido nada, así que le ordené de que no lo hiciera mas y que me dejará en paz, los honbres nunca me habían atraído de la forma sexual. Es mas, siempre había pensado de que algo estaba mal conmigo. Todas mis amigas ya se habían acostado con un tipo y se morían porque un hombre les toque sus partes ocultas, pero a mi nunca me había llamado la atención.
Pero esta vez era diferente.
Tenia la sangre encendida a media que Nicolkask avanzaba con sus caricias sobre mi vestido, a media que pasaba la lengua por mi cuello, por mi hombro, por mi espalda.
-Te quiero hacer mía.
Jadeó contra mi cuello, y antes estas palabras desperté de lo que parecía un sueño. Abrí los ojos y repetí esa frase en mi mente.
¿Acostarme con él como lo haría cualquiera prostituta?
Di un paso y me alejé de él, al hacerlo el aire frío me envolvió y me cubrí con los brazos.
-¿Que sucedio?
Me giré y lo miré a los ojos, estaban mas negros de lo que recordaba.
-No soy una puta.
Rió y se acercó rápidamente y antes de que pueda reaccionar me tomó de la cintura y me pegó a su cuerpo. Miré hacia abajo y me tope con su erección que levantaba sus pantalones.
Me levantó la mirada tomándome del mentón.
-Nunca te dije que fueras una.
-Pero estas pidiéndome que me comporte como una.
Intenté alejarme, en vano.
-Nunca, pero nunca me resistas.
Advirtió.

La ultima reina del hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora