Sus patas negras se hundían en la nieve, no había nada a su alrededor, solo el viento. Cipria estaba sedienta, y a demás tenia hambre. Sus orejas se levantaron, su mirada se centró en algo escondido entré los arboles. Se movió son hacer ruido, pasos cortos, al acecho.
Un pequeño alce buscaba algo de pasto. Entonces Cipria se preparó, esperó, esperó, esperó... Reinaba el silencio, no había nadie mas.
Sintió como las fauses de la bestia se apoderaban del cuello del animal, como la sangre se mezclaba con saliva, como Cipria lo devoraba en segundos.
Algo crujió. Cipria estuvo de nuevo atenta, miró a su alrededor, mostraba los fauses a la nada, y a todo.
Otro lobo apareció, era marrón y la miraba. Alternaba la mirada entre ella y su presa, mostró mas las fauses, amenzatoria, gruñía.
-¿Cipria?
Esa voz era familiar para Raeghara. Cipria dejó de gruñar para ver que venia mas allá. Una sombra gigante arrastrando algo.
-¿Cipria?
Hodor apareció, detrás de el Bran.
Raeghara se llenó de felicidad por ende Cipria dejó su presa para revolotear alrededor de Bran y lamerlo, llenándolo de sangre de alce.
-¿La conoces?
Otros dos niños la observaban. La chica tenia un cuchillo en la mano con el terror en la mirada.
-Es la loba de mi hermana Raeghara - Repuso Bran sonriendo y buscando entre el tupido pelaje de Cipria el colla de cuero bordado que le había colocado.
En cuanto lo tocó, los ojos de Bran se tornaron blancos.
Lo miraba a través de los ojos de su loba, sabia que ella en ese momento estaba igual.
-Bran vuelve - Habló ella a través de gañidos de su loba.
-Raeghara.
Las cuatro patas negras del animal se giraron, Verano la observaba.
-Bran - Pronunció ella, de repente entendiéndolo todo.
-Pero como es que...
-No hay tiempo para eso, ayuda a que pueda controlarlo...
-Se trata todo de quererlo y pensar en ello, Rae.
Se quedó callada, meditando.
-¿Donde estas?
-Muy lejos...
-Sansa te necesita.
-Lo sé.
-Arya esta viva.
-Lo sé... ¿A donde vas?
-A buscar al cuervo de tres ojos.
Luego no puedo controlarlo, Cipria se hecho a correr y fui despedida de su cuerpo.
Volvió. Estaba frente en su alcoba admirando la ciudad de Mereen son esclavos.
Debía volver, necesitaba hablar con Bran, el sabía controlar todo aquello. Necesitaba conducir a Cipria a donde sea que estuviese Sansa para protegerla, necesitaba encontrar a Arya y dejar de sufrir por el destino de ambas.
Se lo había prometido al arciano la noche que escapó, ella los reuniría, volverían a Invernalia y todo seria normal, como solía sera las mañanas soleadas que salían a cabalgar, o los días de frío que jugaban a las escondidas dentro de su castillo.
Se volvió a la habitación, el vestido estaba colgado, parecía mirarla.
Se acercó y acarició la suave tela, el bordado dorado que formaba remolinos que se extendían hasta las mangas que caían.
Se casaría y luego se iría a rescatar a sus hermanos, mataría a quien debía asesinar por haberle arruinado la vida. Cersei Lannister encabezaba esa lista.
Volvería a Invernalia, y una vez que Bran se convierta en un lord como su padre lo fue, se iría a mas allá del muro.
Su reinado no era una de sus principales prioridades, y si había cosas como lo que vio en su vision, cosas como la sombra de ojos azules que me quería matar, no quería saber que mas había allá.
Primero quería saber a que se enfrentaba, luego enfrentarse. Primero quería que Nicolkask conociera su hogar y su familia, luego formar nuestro propio hogar.
Ya anochecia, en el horizonte se veían cuatro dragones revoloteando y mordiéndose, todo estaba tranquilo.
Me recoste vestida, y sin saber cuando, cerré mis ojos.