Yunkai

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-¿Que sabes de Nicolkasks Naaris?
-Eso debería preguntarle a las prostitutas que frecuenta, mi Lady. Me temo que no soy la correcta para responder esa pregunta.

Salí de la carpa si bien salió el sol, sir Martos me esperaba fuera.
-Mi Lady...
-Quiero ir a caminar. Sola.
Y seguí mi camino, sin siquiera mirarlo. Sentía como Keleshe sobrevolaba encima de mi con cada paso que daba, con cada paso que mis pies se hundían en la fina capa de nieve.
A decir verdad, no tenia frío. Solo llevaba esa capa de piel de arce porque Catelyn siempre me obligaba a llevarla, aunque yo nunca sintiese el frío.
No sé porque tenia tanta ira dentro mio, sentía que esa misma bronca me calentaba. Apretaba las manos en puños alrededor de mi cuerpo.
¿Quien era Nicolkask Naaris para decirme que debía casarme con el?
Nadie. Nada mas que un desconocido, que pretendía salvarme la vida haciendo que me entregue a él. ¿Que clase de idiota había sido al dejar que me toque y me bese de esa forma? Me hubiera dado una cachetada allí mismo, en frente a todos.
Malditos ojos negros, maldita sonrisa segura, maldito cuerpo de guerrero ganador.
En ese momento me odiaba, tendría que haberle clavado un cuhillo, o haberlo abofetado. ¡Que tonta que era! Creer que un hombre que vivía con prostitutas iba a cumplir sus promesas, un salvaje.
No había dormido en toda la noche, había estado pensando mi fuga. No me importaba que Keleshe no estuviera domado, ni que al intentar escapar pudiera romperme un cuello. Solo quería irme a Yunkai, hablar con Daenerys y rogarle que no le permita a Nicolkask casarme con él.
Me pare en un claro, los arboles formaban un circulo alrededor de mi. Le silve y el descendió y me miró con cara divertida. Empezó a corretear torpemente alrededor mio. Lo de caminar no se le daba bien.
Reí y le acaricié la cabeza.
-Debemos irnos, Keleshe. - Le susurré, se limitó a mirarme. Sabia que me entendía.
-Sé que no estas acostumbrado...
Le toqué el lomo, él seguía mis movimientos atentos con sus ojos dorados.
-Pero es la ultima opción...
Me rugió tenuemente, como dándome una respuesta. Plegó sus alas al cuerpo.
Suspire antes de colocarme suavemente con mi lanza sobre sus escamas. No tenía idea de como se controlaba un dragón, pero ya nada me importaba.
Muy lentamente comencé a pesar mi pierna para ubicarme a horcajadas, con mucho cuidado para no alterarlo.
Keleshe me empujó con su cabeza y salió disparado volando. Yo me sentí caer por segundo y me sostuve a lo primero que encontré, cerrando fuertemente los ojos.
Sentía el viento en mi cara, algo andaba mal. Los abrí lentamente y pasmada, observé desde lo alto el bosque que me había sumergido momentos atrás.
Y entonces Keleshe me miró de reojo, de nuevo sentí que sonreía.
Y bajo bruscamente.
En picada.
Me abracé a su cuello, el viento golpeaba directamente en mi cara. Y luego ya estábamos de nuevo en lo alto, planeando.
No se si fueron horas o minutos, me sentía en una vorágine de nubes, sol y viento.
Abajo nuestro, pude ver a sir Martos y a los demas, inclusive a los propios miembros de la tribu, mirando hacia arriba, todos con la boca abierta.
Contemplé a Keleshe, admirandolo, estaba mas grande ahora, o tal bez era mi imaginación.
Por primera vez me sentia poderosa, sabia que nadie podia contra mi mientras lo tenga a el. Sabia que daria su vida por mi, como yo daria la vida por la de el.
En un momento dado, Keleshe rugió como nunca antes lo había hecho, mas grave, mas fuerte, lo sentí vibrar.
A lo lejos, algo le contestó.
Se me cortó la respiración, cuando antes mis ojos, las nubes se corrieron, y una gran ciudad apareció.
Por instinto, sabía que era Yunkai.

La ultima reina del hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora