IV

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-Aquí vive mi padre - Dijo Nicolkask.
Le Sonreí.
-Creí que estaba muerto.
Se encogió de hombros y volvió a mirar al frente.
-Yo también hasta que me mandó un regalo.
Reí y desmontamos. A nuestro frente estaban los principales de la ciudad. Nos hicieron una reverencia y nosotros a ellos.
-Es un placer conocerlas por fin, mis reinas.
Dany y yo sonreímos.
Dejé de escuchar la conversación monótona y aburrida y me concentre en los detalles de la ciudad.
La gente, los niños, los colores.
-¡No le hagan daño! - Gritó una voz conocida y miré hacia donde venia.
-¿Como le resulto el viaje, mi reina?
Volví.
-Lindo - Respondí simplemente.
-¡Dejenla! - Ahora lloraba.
-Algo anda mal - Murmuré a Nicolkask que miró hacia donde yo lo hacia.
Caminé hacia donde la voz conocida. Mis piernas temblaban, seguro se trataba de alucinación. Aquello no podía ser, no era posible.
Algunos se abrían y me dejaban pasar, otros no se movían y tenia que esquivarlos.
Me metí mas dentro de la ciudad, donde habia callejones y hedor.
-¡La bestia quiere matar a las reinas!
Sentí un ladrido, se me puso la piel de gallina.
-Por los siete... - Pronuncié y empecé a correr.
El vestido no me permitía ir más rápido y sentía que tomaba la dirección equivocada, había momentos que dejaba de escuchar las voces y los ladridos.
Y la vi.
Sus ojos dorados brillaban con fiereza, el pelaje se alzaba, su tamaña superaba las caderas del hombre. La sostenían con cuerdas, y un hombre tenia un hacha en su mano a la altura de cuello, la levantó, el metal brilló con el sol.
-¡No por favor!
-Callate mocosa, o te violare aquí al frente de todos.
Arya.
No tenia reacción. No sabía que hacer.
Mi hermana estaba sucia y con el labio partido, llorando. No podía soportarlo.
-¿Que se supone que están haciendo?
Brame.
La mirada de los cuatro hombres se desviaron hacia mi.
Bajó la hacha y la escondió tras él.
-¡Sueltenla!
-El animal iba a matarla, reina. La detuvimos antes...
-Sueltenla
La soltaron y sacudió su pelo oscuro. Me miró con sus ojos dorados.
-Ven, Cipria.
Ella avanzó hacia mi y yo me agache para abrazarme a su cálido pelaje negro. De nuevo, todo parecía tan irreal.
Los hombres se estaban por ir con Arya a cuestas.
-Suelten a la niña.
Se dieron vuelta y se miraron entre si.
-¿Es que no entendieron?
-Es mi hija - Mintió uno.
-¿Y eso que importa? - Nicolkask apareció a mi lado y los ojos de los hombres se abrieron de par en par. - Ella es la reina del hielo y la dueña de los Hijos del Fuego.
-Suelta a mi hermana.
Nicolkask me miró confundido, como todos lo hicieron.
Al final Arya fue quien logró escaparse.
La vi correr hacia mi y apele a todas mis fuerzas para no llorar. La recibí entre mis brazos, la abracé como tantas veces había soñado hacerlo de nuevo. Sus lágrima empapaban mi hombro y mi vestido.
-Shhhhh, todo esta bien...
Arya se alejó y me miró, me tocó el rostro para comprobar de que esto no era un sueño.
-Raeghara - Pronunció y volvió a abrazarme.
-Arya, mirame.
Me obedeció.
-¿Te han lastimado?
Negó con la cabeza y volví a pararme y la coloqué detrás mio.
-Si me entero que han osado lastimar a las hermana de la reina del hielo, mandare a colgar sus cabezas sobre picas. ¿Me escucharon? Ahora no quiero ver sus caras. Vayanse.
Se fueron y me volví a Arya, los surcos de sus lágrimas se habían marcado perfectamente en su rostro de niña, pero sabia que estaba por dejar de serlo.
Ella también me estudiaba, tocaba mi cabello y mi nariz, luego la tela de mi vestido.
-No te vistes como ellos - Se percató.
-No soy como ellos.
Me sonrió y volvió a abrazarme. Estaba debilitada por el hambre, bajo sus harapos sólo había piel y hueso.
-Ahora ven que te voy a dar de comer antes de que nuestro padre vuelva a la vida para darme una tunda.
Rió y caminó a mi lado.
Del otro lado, Nicolkask la obersevaba con el entrecejo fruncido, alternaba su mirada de ella a la Cipria.

Arya devoraba, se notaba que tenia hambre. Los modales que tanto se había empeñado madre en enseñarle había desaparecido por completo.
Nicolkask estaba sentado a mi lado, recostado sobre la silla, esperando a Daario y a sir Barristan para bajar a los inmaculados de los barcos.
-Hay perdís si quieres.
Arya me miró con un gesto agradable, toda la cara sapilcada con comida.
-Esta bien - Dijo con la boca llena.
Nicolkask rió y ella lo miró, también estudiándolo.
Daario apareció y ambos hermanos se fueron al puerto.
-¿Por que no te deja en paz?
-¿Quieres darte un baño?
Asintió y se paro.
La guíe hasta donde me habían indicado que era mi recamara. Ya había mandado a preparar una tina con agua caliente.
Las doncellas desvistieron a Arya y la sumergieron en la tina, comenzaron por su cabello.
-¿Como llegaste a Braavos?
-Cuando me escapé del Poniente, tenia intenciones de ir al muro con Jon, pero luego nos desviamos. Gracias al perro estoy viva. En parte.
-¿Has sabido algo de tus hermanos?
-Sansa se ha casado con lord Tyrion, pero en el asesinato de Joffrey ella desapareció.
-¿Crees que ella lo mató?
Arya se encogió de hombros.
-Nuestra familia tiene mas razones para matarlo que cualquiera.
-Curen bien su labio - Le ordené a las doncellas.
-¿Como has llegado aquí?
-Sir Luwin me dijo que buscase a Daenerys. Gracias a eso me enteré de varias cosas de mí verdadera familia. -¿Por eso todo el mundo te dice reina del hielo?
Le Sonreí.
-¿Me creerías si te dijera que mi familia gobernó mas allá del muro? ¿Que hizo ejércitos de caminantes blancos y gigantes? ¿Que tuvieron miles de dragones albinos?
Los ojos de Arya se iban abriendo cada vez mas.
-¿Cuando vayas me llevarás contigo?
Reí, aunque no era mala idea.
Otra doncella entró a la habitación.
-Mi reina, Nicolkaks Naharis dice que esta noche no cenara aquí.
Asenti y la despedí con la mano.
-¿Nicolkask es el hombre que estaba a tu lado?
-Si.
-¿Y porque te manda a decir cosas así?
-Porque es mi esposo.
Los ojos de Arya se abrieron tanto que parecieron ocupar toda su cara.

La ultima reina del hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora