El poder de una reina.

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Daenerys había tomado Mereens y ahora planeaba su nueva estrategia junto a sus consejeros. Nicolkask estaba en reunión, y luego de pasar toda una tarde con él hablando sobre cosas triviales, se me hizo difícil pasar esas pocas horas antes de la cena sin él. Cada vez me sorprendía mas, el hombre se iba metiendo dentro mio, cada vez mas rápidamente, apenas lo conocía, lo odiaba. Ahora me daba algo de curiosidad saber que cosa nueva tenia para contarme sobre su pasado, o las historias de su cicatrices, o quien fue el primer hombre a quien había matado, o su primer caballo.
En menos de dos horas, me había contado su vida. Tampoco había mucho, su madre era una puta que murió cuando él tenia diez años y luego se las arregló él mismo para vivir. Robaba en un principio y se volvió tan bueno en eso que los Segundos Hijos escucharon sobre él. En ese momento, el jefe era su padre. Así que cuando fue a buscarlo, el ya tenia dieciséis años y con tan solo esa edad, ya había formado otro grupo de rebeldes, a orden de su padre. Los hijos del fuego. Y luego, conoció a su hermano, Daario.
Desde ese entonces se la pasó robando y matando nobles, haciendo que los reyes tengan varios dolores de cabeza. No tocó el tema de las prostitutas y creo que suavizó toda su historia para que yo no me horrorice.
Antes de que yo le cuente la mia, sir Barristan había ido a llamarlo para una junta de estrategias. Me dejó con la promesa de que me visitaría mas tarde.
Me paseaba en uno de los jardines de una de las casas que antes había pertenecido a un señor amo. Miles de flores exóticas que no conocía se enredaban en rejas de acero forjado y crecían hacia el sol, dándole al sitio muchos colores y formas.
Había tantas plantas que ya se tornaba en parte oscuro.
De repente recibí un empujón y caí a bruces contra el suelo. Me di vuelta asustada. Un hombre con un largo vestido amarillo me miraba con los ojos inyectados de sangre. Un antiguo amo lleno de rencor.
Me arrastré hacia atrás cuando sacó un gran sable curvado, como el de Nicolkask. Encima nuestro, Keleshe había empezado a rugir en intentar quitar la reja, pero estaba debilitado por el calor.
El hombre hablaba mientras caminaba y yo me arrastraba para alejarme, el miedo me inundaba, no era capaz de articular palabra.
Y llegué al fin del jardín. Estaba acorralada. Primero agitó el sable y luego miró mi cuerpo, sonrió de oreja a oreja y se tocó las partes.
Estaba mas horrorizada que antes, tanto que no podía emitir sonido de mi garganta, el miedo me jugaba en contra.
Estaba pérdida.
Se abalanzó sobre mi, grité y me Protegí con las manos.
Un silencio sepulcral llenó todo. ¿Tan rápido me había matado? ¿O pasarom horas y estaba tan asustada que parecieron minutos? El hielo nunca muere.
Abrí los ojos y lo que vi me asustó aún mas.
Adelante mio ya no había un hombre.
Había hielo.
Me llevé la mano a la boca, no pudiendo creer lo que veía.
-¡Reina Raeghara! - Gritó alguien que resultaba ser Sir Barristan.
Y él se quedó también helado por unos momentos y luego reaccionó. De acercó lentamente.
-Majestad, ¿Le ha hecho algo?
Yo no podía quitar los ojos del tipo, estaban tan azules que no se distinguía donde empezaba y terminaba la gruesa capa de hielo.
-¿Lo he convertido? - Susurré.
Sir Barristan me ayudó a levantarme. Se acercó al hombre.
-¡Raeghara!
Nicolkask apareció con los ojos abiertos de par en par, detrás de él sir Jorah y Daenerys.
-Yo... No sé lo que he hecho...
Los ojos de Nicolkask se inundaron de algo, que no supe explicar. Tomó su espada y caminó a grandes zancadas. De un solo movimiento convirtió la estatua en pequeños pedazos de hielo, que luego, empezaron a desintegrarse lentamente.

La ultima reina del hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora