¿CUÁNDO HEMOS PERDIDO EL CONTROL? - POGUES (FINAL)

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No sé cuánto tiempo llevo dormida, no sé ni siquiera donde estoy porque me pesan tanto los ojos que soy incapaz de abrirlos. He estado escuchando voces. A veces muy lejanas, como si no fueran reales. Otras demasiado cerca, tan cerca, que me provocaban escalofríos solo de recordarlas. Aunque hiciera un esfuerzo por moverme, me resultaba imposible. Era como si me hubieran quitado toda la energía que mi cuerpo tenía guardada. Me dolía muchísimo la cabeza, tenía el cuerpo entumecido y sentía como la garganta me quemaba.

Por unos segundos, conseguí abrir los ojos. Solo lo suficiente para poder averiguar qué es lo que estaba pasando. Estaba asustada, muy desorientada y me encontraba fatal. No quería ni pensar en las cosas que podrían haberme hecho. No sería capaz de soportarlo. La habitación era la típica que los kooks tenían en su casa, lo que me hizo respirar tranquila durante unos instantes. Quizás no hayamos salido de la isla.

Mis manos estaban agarradas a los reposabrazos de la silla en la que estaba sentada. Me dolía el cuello por tenerlo horas en una mala postura y a mi lado, reposaba una bandeja con algo de comida y un vaso de agua. Qué considerados. No había nadie en la habitación, pero sí que se escuchaba el murmullo de una conversación al otro lado de la puerta. La habitación era enorme, con una cama al estilo duquesa y los muebles estaban bañados en un falso oro.

Parpadeo un par de veces intentando acostumbrarme a la claridad que entra por la ventana. ¿Cuánto tiempo llevo dormida? Apenas tengo saliva en la boca y ese vaso de agua se ve muy apetecible. El golpe repentino de la puerta chocando con la pared hace que pegue un pequeño salto en la silla, no me lo esperaba. Entran dos señores uniformados y con una pistola en una mano. Seguido de ellos dos entra Ward Cameron. La sangre se me hiela en cuanto sus ojos azules, de un color muy parecido a los de su hijo, se posan sobre mi y una sonrisa asquerosa se planta en su cara.

No dice ni una palabra hasta que no está sentado frente a mí. Coloca su silla muy cerca de mí y sonríe, apoyándose sobre sus rodillas. Uno de los señores se queda en la puerta y el otro se coloca detrás de mí. Ward me mira como si fuera un objeto que pocas veces encuentras en el mundo. Algo único, especial. Preciado para muy pocos.

Preciado para alguien en especial.

No me muevo, evito cruzar miradas con él. Aunque me resulta imposible, sus ojos están demasiado centrados en mí. Tanto que me siento desnuda frente a él, a pesar de que lleve ropa. El aire se vuelve tenso y siento la respiración ligera. Me estoy poniendo nerviosa, me está entrando el miedo. Y no quiero que me entre el miedo porque no quiero que se piense que tiene el control sobre mí.

—Liana, ¿cierto? —no contesto—. Bueno, yo soy Ward, Ward Cameron. Aunque eso creo que ya lo sabes —sonríe, mostrando todos sus dientes—. Sales con mi hijo, así que seguramente te haya hablado de mí.

—Poco —digo, con la voz rasposa.

—Oh, disculpa mis modales, ¿quieres agua? —miro el vaso y luego lo miro a él—. No tiene nada, no te preocupes —Ward acerca el vaso de agua a mis labios y después de echarle una mirada, doy unos cuantos sorbos.

—Gracias. Aunque está no es una forma muy bonita de tener a una dama —señalo con la cabeza mis manos atadas. Ward vuelve a sonreír.

—Es por protocolo.

Su cortesía y amabilidad no me gusta ni un pelo. No me fio de lo que intentan y estoy muy asustada. Me tienen retenida vete tú a saber dónde y no tiene pinta de que está gente tenga mucha paciencia. Me encojo en mi asiento y aparto de nuevo la mirada del señor Cameron. No me gusta que esté tan cerca, no me gusta que me sonría de esa manera y no me gusta estar encerrada en una habitación con tantos hombres.

ONESHOTS - OUTER BANKS  ╣PAUSADA╠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora