7(corregido)

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Naruto estaba agotado, tanto física como emocionalmente. Llevaba días entrenando sin descanso junto a Jiraiya, empujando su cuerpo al límite para fortalecerse. Sin embargo, algo seguía pesando en su interior: la ausencia de Sasuke. Por más que intentara concentrarse en sus técnicas, los recuerdos del último encuentro con él en el Valle del Fin lo asaltaban constantemente. La culpa y el dolor seguían presentes, y ninguna cantidad de entrenamiento podía apaciguarlos.

Un día, al amanecer, Jiraiya lo despertó con una sonrisa inusual. Naruto estaba acostumbrado a su actitud despreocupada, pero esta vez su maestro parecía ocultar algo más detrás de esa expresión.

—Levántate, Naruto. Tenemos un cambio de planes.

—¿Un cambio de planes? —repitió Naruto, frotándose los ojos con pereza—. Pensé que íbamos a entrenar cerca del Bosque de la Muerte hoy.

—Sí... bueno, eso pensabas —dijo Jiraiya con una sonrisa misteriosa—. Pero vamos a otro lugar, uno mucho más interesante. Y créeme, será algo que no olvidarás.

Naruto frunció el ceño, todavía medio dormido. No le gustaban las sorpresas, especialmente cuando involucraban a Jiraiya, pero algo en su intuición le dijo que había más detrás de esa sonrisa.

—¿Adónde vamos, viejo pervertido? —preguntó Naruto, cruzando los brazos con suspicacia.

Jiraiya se limitó a guiñarle un ojo.

—Es un secreto. Solo confía en mí.

Después de algunas protestas de Naruto, ambos partieron de Konoha, atravesando caminos que el joven ninja no reconocía. Cada vez se adentraban más en territorios desconocidos, y pronto la inquietud comenzó a instalarse en Naruto. Habían pasado horas viajando, y ya no parecía un simple desvío.

—Oye, viejo... Esto no parece el camino hacia ninguna zona de entrenamiento. ¿Adónde me llevas exactamente? —preguntó Naruto, cada vez más sospechoso.

Jiraiya soltó una risa nerviosa.

—Sé paciente, Naruto. Ya casi llegamos.

Finalmente, se detuvieron frente a una cueva que estaba rodeada por una espesa vegetación. Había un aire ominoso alrededor del lugar, y Naruto sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

—¿Qué es este lugar? —preguntó, mirando a su maestro con desconfianza.

—Es una guarida de Orochimaru —respondió Jiraiya con total naturalidad, como si hubiera dicho algo tan sencillo como "vamos por ramen".

—¿¡¿QUÉ?!? —gritó Naruto, retrocediendo un paso—. ¡¿Me trajiste a la guarida de Orochimaru?! ¿Estás loco? ¿¡Nos va a matar!?

Jiraiya levantó las manos en un gesto de calma.

—Tranquilo, chico. No va a pasar nada. Yo mismo hablé con él, y llegamos a un acuerdo.

Naruto sintió que su mente daba vueltas. Era difícil imaginarse a Jiraiya negociando con alguien tan peligroso como Orochimaru. Y, por si eso fuera poco, el hecho de que estuvieran ahí le hacía pensar que algo más estaba ocurriendo.

—¿Por qué estamos aquí? —preguntó finalmente, con el ceño fruncido.

—Porque Sasuke también está aquí —respondió Jiraiya, con una sonrisa más suave esta vez—. Sé cuánto necesitas hablar con él, y sé que él también necesita escucharte. Ambos están hechos un desastre, y si hay algo que aprendí en mi vida es que a veces la única manera de sanar es enfrentando las cosas de frente.

Naruto sintió que su corazón se aceleraba. Era difícil de creer, pero si Sasuke estaba realmente ahí, esta era su oportunidad de arreglar lo que había salido mal.

—¿Orochimaru está... de acuerdo con esto? —preguntó Naruto, todavía dudando.

Jiraiya soltó una risa baja.

—Digamos que Orochimaru y yo... tenemos una relación complicada. Pero sí, está de acuerdo. Sasuke ha estado aquí desde que se fue de Konoha, y créeme, tampoco está pasando por su mejor momento.

Naruto lo miró, todavía sin entender del todo, pero decidió no hacer más preguntas. Si había una oportunidad de hablar con Sasuke, no iba a dejarla pasar.

—Vamos, chico —dijo Jiraiya, guiándolo hacia la entrada de la cueva—. No pierdas tiempo.

Naruto siguió a su maestro con el corazón latiéndole a mil por hora. La cueva era oscura y húmeda, con un silencio inquietante que solo aumentaba su nerviosismo. Después de caminar varios minutos por los pasillos laberínticos, finalmente llegaron a una habitación amplia y algo iluminada. Y ahí, sentado en el suelo con la mirada perdida, estaba Sasuke.

El corazón de Naruto dio un vuelco al verlo. Sasuke lucía diferente: más delgado, más cansado, como si llevara una carga pesada sobre sus hombros. El Uchiha levantó la vista lentamente al notar su presencia, y por un momento ambos se quedaron en silencio, mirándose a los ojos.

—Naruto... —murmuró Sasuke, con una mezcla de sorpresa y agotamiento en la voz.

Naruto dio un paso adelante, sintiendo que las palabras se acumulaban en su garganta. Había tantas cosas que quería decir, pero no sabía por dónde empezar. Finalmente, tomó aire y habló.

—Sasuke, vine porque necesitaba decirte la verdad. Lo que pasó en Konoha... fue un error. No estaba tratando de retenerte ni de manipularte. Todo lo que dije fue real, pero los médicos se equivocaron. No estoy... no estoy embarazado.

Sasuke frunció el ceño, procesando lo que Naruto le estaba diciendo. Por un momento, la expresión fría y distante que siempre llevaba pareció romperse, mostrando algo más vulnerable.

—¿Por qué vienes hasta aquí solo para decirme eso? —preguntó Sasuke, su voz llena de amargura.

Naruto apretó los puños.

—Porque... porque te importa, maldita sea. Porque tú me importas. Y porque no puedo seguir adelante sabiendo que crees que todo fue una mentira.

El silencio que siguió fue pesado, pero había algo diferente en el ambiente. Era como si una barrera invisible entre ellos se hubiera roto. Sasuke bajó la mirada, incapaz de sostenerla por más tiempo.

—No sé qué estoy haciendo, Naruto —confesó finalmente, su voz casi un susurro.

Naruto se acercó, arrodillándose frente a él.

—Entonces deja de huir. No tienes que hacerlo solo, Sasuke. No importa cuántas veces lo intentes, yo siempre estaré aquí. No quiero ser solo tu rival. Quiero ser alguien con quien puedas contar.

Por primera vez en mucho tiempo, Sasuke dejó escapar un suspiro, como si hubiera estado conteniendo la respiración durante años. Y, por un breve momento, permitió que la culpa, el miedo y la tristeza lo abandonaran. No respondió con palabras, pero el leve asentimiento de su cabeza fue todo lo que Naruto necesitaba.

Habían dado un pequeño paso hacia la reconciliación, pero aún quedaba mucho camino por recorrer. Sin embargo, en ese momento, ambos sabían que no estaban tan solos como habían creído.

Jiraiya observó desde la distancia, sonriendo para sí mismo. Tal vez, solo tal vez, las cosas comenzarían a cambiar para ambos.

pasion prohibida (SASUNARU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora