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Naruto había estado sintiéndose extraño los últimos días. Mareos repentinos, fatiga constante y una sensación de incomodidad que no lograba explicar. Aunque intentó ignorarlo, preocupado por las misiones y la creciente distancia entre él y Sasuke, los síntomas se hicieron imposibles de ignorar. Decidió visitar la clínica de Konoha, esperando que no fuera más que un resfriado. Sin embargo, lo que escuchó lo dejó paralizado.

—Naruto Uzumaki... hay señales de que podrías estar embarazado.

Naruto sintió que el suelo desaparecía bajo sus pies. No entendía cómo era posible; ni siquiera sabía que los hombres podían quedar embarazados en ciertas situaciones. Y si era cierto... ¿qué diría Sasuke? La sola idea lo llenaba de nervios. No estaba listo para ser padre, pero tampoco podía ignorar lo que sentía por su amigo.

El mundo de Naruto se convirtió en un torbellino de emociones. Si estaba esperando un hijo, solo podía ser de Sasuke. Habían compartido un momento íntimo hacía poco, uno de esos momentos en los que los sentimientos parecían sobrepasar cualquier barrera. Ahora, sin más opción, Naruto decidió enfrentarlo.

Esa tarde, Naruto encontró a Sasuke en el lugar más apartado del campo de entrenamiento. El Uchiha estaba de pie, serio como siempre, con la mirada perdida en el horizonte. Naruto se acercó con el corazón latiéndole en los oídos, sintiendo que la confesión que estaba a punto de hacer cambiaría todo entre ellos.

—Sasuke, necesito hablar contigo —dijo Naruto, sus ojos buscando los de Sasuke, que lo miraban con una mezcla de frialdad y curiosidad.

—¿Qué quieres, dobe?

Naruto tragó saliva. Sabía que Sasuke no era fácil, pero esperaba que, por lo menos, intentara escucharlo.

—Estoy... creo que estoy embarazado.

Por primera vez en mucho tiempo, el rostro de Sasuke mostró sorpresa. Aunque fue solo por un instante, Naruto pudo ver cómo su expresión cambiaba de incredulidad a desdén.

—¿Qué clase de tontería es esa? —Sasuke frunció el ceño, dando un paso hacia adelante con agresividad contenida—. ¿Me estás diciendo que intentas retenerme aquí con una mentira?

Las palabras de Sasuke fueron como un puñal directo al pecho de Naruto.

—¡No estoy mintiendo! —gritó Naruto, apretando los puños—. No sé cómo pasó, pero... ¡creí que merecías saberlo!

Sasuke lo miró con dureza, su mandíbula tensa y su mirada oscura como la noche.

—No voy a quedarme en Konoha por esto. No dejaré que nada ni nadie me desvíe de mi camino.

El dolor en el pecho de Naruto fue insoportable, más allá de cualquier herida física que hubiera recibido en sus misiones. Apretó los dientes, conteniendo las lágrimas, sintiéndose ridículo por haberse permitido creer, siquiera por un segundo, que Sasuke podría verlo como algo más que un obstáculo.

—Eres un maldito egoísta... —susurró, con la voz rota.

Justo en ese momento, una ninja médica que había salido corriendo tras él apareció jadeando.

—¡Naruto! Hubo un error... no estás embarazado. Fue una confusión en los resultados.

Naruto sintió cómo todo a su alrededor se derrumbaba. La esperanza efímera que había crecido en su interior se desvanecía como el humo. Miró a Sasuke una última vez, esperando encontrar algo más que indiferencia, pero todo lo que vio fue frialdad.

—Lo sabía —murmuró Sasuke—. Solo eres un obstáculo, Naruto.

Naruto no respondió. Ya no había nada que decir.

Naruto corrió tras Sasuke con todas sus fuerzas, aunque sabía que el otro ya había tomado su decisión. No podía dejarlo ir. No después de todo lo que había pasado entre ellos. Llegaron al Valle del Fin, donde dos estatuas gigantes se alzaban como testigos de lo que estaba por suceder.

—¡Sasuke! —gritó Naruto, jadeando mientras intentaba recuperar el aliento—. ¡No voy a dejar que te vayas!

—No entiendes nada, Naruto. No puedo seguir aquí... No pertenezco a este lugar —respondió Sasuke sin girarse. Sus palabras eran duras, pero en su tono había algo que Naruto no podía identificar: ¿duda?

—¡Eres un idiota! —le espetó Naruto, sintiendo cómo la ira y la desesperación se apoderaban de él—. ¿Por qué siempre te alejas? ¡No quiero pelear contigo, Sasuke! ¡Quiero estar a tu lado!

Sasuke apretó los dientes y se giró de golpe, con el sharingan encendido y la mirada ardiendo de determinación.

—No hay nada que puedas hacer para detenerme, dobe.

El viento cortante del valle acompañó el choque de sus técnicas. Rasengan y Chidori colisionaron, pero la pelea no era solo física: cada golpe llevaba el peso de palabras no dichas, de emociones reprimidas y deseos frustrados. Naruto peleaba con todas sus fuerzas, no solo para traerlo de vuelta, sino para hacerle entender que no quería perderlo.

—¿Por qué es tan difícil para ti pedirme que me quede contigo? —gritó Naruto, con lágrimas escapando de sus ojos mientras esquivaba otro golpe de Sasuke—. ¡No quiero ser solo tu rival!

—¡No tienes idea de lo que quiero! —respondió Sasuke, lanzando otro Chidori—. ¡Déjame ir, Naruto!

Naruto sintió cómo la desesperación lo consumía. No podía perderlo, no así.

—¡Quería que fueras el padre! —susurró, con la voz rota, justo en el momento en que su Rasengan rozó el pecho de Sasuke.

Por un segundo, Sasuke se detuvo. Las palabras de Naruto atravesaron su coraza de odio y dolor como un cuchillo afilado. Sin embargo, ese segundo fue todo lo que tuvo. Sasuke cerró los ojos, sabiendo que si vacilaba más, nunca podría dejarlo.

Golpeó a Naruto con fuerza y lo dejó inconsciente. Su cuerpo temblaba, pero no miró atrás. No podía. Si lo hacía, sabía que nunca podría marcharse.

—Lo siento... Naruto —murmuró antes de desaparecer en la distancia.


Cuando Naruto despertó, estaba solo en el valle. El agua fría del río mezclada con sus lágrimas le recordaba la amarga realidad: Sasuke se había ido. Pero no importaba cuánto doliera. Naruto se levantó, tambaleándose, y apretó los puños con fuerza.

—Te traeré de vuelta, Sasuke. No importa cuánto me odies... no importa cuánto tenga que sufrir. Voy a traerte de vuelta.

Con la mirada decidida y el corazón herido, Naruto comenzó su camino. Esta no sería la última vez que se enfrentaran. Sasuke había roto algo dentro de él, pero también le había dado una razón más para ser más fuerte.

pasion prohibida (SASUNARU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora