Capitulo 19

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Leo había llegado junto con Karai a su hogar, fueron guiados al dojo por Garra de Tigre, donde su padre los esperaba. Al llegar se pusieron de rodillas frente a él. -Karai retírate, tengo que hablar con Leonardo- Karai miro por el rabillo del ojo a su hermano, Leo asintió levemente y ella se fue dejándolos solos. Su padre lo miro fijamente antes de hablar. -Entonces, dime lo que sucedió.

-Aproximadamente veinte minutos después de que salimos, nos encontramos con los chicos de Hamato. Karai se dio cuenta de que se dirigían a los muelles y fuimos tras ellos, el tipo de rojo me intercepto y peleo conmigo, mientras los otros dos distraían a Karai y Hun- explico sin mirarlo. -Un rato después sentí un piquete en mi brazo, era un dardo en cuanto hizo efecto me desmaye- Leo sabia que ahora debía inventar algo. -Cuando desperté estaba atado a una silla y estaba en un almacén a fueras de la ciudad. Fingí estar inconsciente hasta que se distrajeron y pudo irme, claro que no pude irme sin pelear pero me aleje lo suficiente para que me perdieran de vista.

Leo no dio mas detalles, eso molesto a Saki. -¿Eso es todo? No hay nada mas- Leo no dijo nada. Oroku se adelanto y tomo a Leo estrellándolo contra una pared. -Dime lo que ocultas, ¿lo viste? ¿Viste a Hamato Yoshi?

-No, no lo vi- murmuro Leo manteniéndose firme. -Los escuche decir que Hamato no podía ir debido a que no quería arriesgarse, había muchos ninjas del pie en las calles y no quería ser descubierto.

Oroku se mantuvo en silencio, analizo las palabras de Leonardo. Era cierto había muchos ninja del pie en las calles buscándolo y después de todo lo que había sucedido no se arriesgaría a que su familia fuera dañada de nuevo. Además aunque no le agrade admitirlo, Leonardo era realmente bueno en ninjutsu, uno de sus mejores soldados, era claro que podría escapar por su cuenta de cualquier situación. Sin embargo había algo que no terminaba de convencerlo, soltó al niño y se alejo. -Esta bien, puedes irte.

Leonardo salió del dojo y a su vez Garra de Tigre entro. -Garra de Tigre llama a Xever, necesito que mantenga a Leonado vigilado.

-Entendido señor.

Leo fue a su habitación, a su fría y solitaria habitación, estaba empezando a extrañar a sus amigos. Cuando llego ahí se encontró con su hermana. Karai estaba sentada en su cama con un botiquín de primeros auxilios. Leo sonrió al verla. -¿Que haces?

-Vine a cuidar de mi hermano- respondió sacando algodón y desinfectante. -Ahora siéntate. 

-Padre podría enfadarse porque eres suave conmigo- dijo mientras tomaba asiento extendiendo su brazo.

Karai tomo su brazo con cuidado y limpio sus cortes. -No me importa, no volveré a escucharlo. Eres mi hermano, alguien reamente importante para mi, ya te lo dije. 

-Gracias Karai- dijo con lagrimas en sus ojos y una sonrisa. Su habitación ya no se sentía tan fría.

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Al lunes por la mañana Leo se despertó temprano, se quedo acostado boca abajo en su cama mirando la foto que le dio Hamato. Sabia que era peligroso, cualquiera podría entrar a su habitación en cualquier momento, pero no importaba, no cuando podía ver a sus padres. Ahora que la veía detenidamente se dio cuenta de lo hermosa que había sido su madre, su cabello era largo y castaño claro, sus ojos azules brillantes. Y su padre parecía del mismo tamaño que Hamato, entonces había sido alto, su cabello negro corto y tenia una sonrisa amable. 

Estaba eternamente agradecido con Hamato por el obsequio, estaba tan feliz y a la vez tan triste, le hacia desear que estuvieran ahí con él. No estaba seguro de cuanto tiempo había estado mirando la foto, pero despertó en el momento en que alguien toco la puerta, rápidamente guardo la fotografía abajo de su almohada y se hizo el dormido.

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