DESTINADO A TU AMOR

Capítulo I

Es fácil inadvertir el arte de un primer encuentro . 

Candy caminaba tranquila por el Jardín, era un hermoso día soleado. Llevaba un libro en las manos, era uno de esos días perfectos para leer al aire libre. Vió a lo lejos una banquita rodeada de arbustos y flores, aquello era una imagen sacada de un cuento de hadas. Mientras se acercaba, divisó una puerta de madera incrustada en la mitad de un muro alto lleno de enredaderas y musgos. Tuvo entonces el impulso de querer saber qué había del otro lado, dió unos pasos hasta quedar frente a la gran hoja de madera, pusos sus manos sobre el picaporte y la puerta abrió sin problema alguno. Estando del otro lado se encontró con un cielo nocturno. Se sorprendió ante el súbito cambio, se suponía que aún era de día y la luz del sol brillaba con gloria —¿cómo fue que anocheció en minutos?—pensó. Se giró para abrir nuevamente la puerta y regresar, pero esta vez la puerta no cedió. Ésto la alarmó, pero ella insistió hasta rendirse. Decidió buscar otra salida, pero en lugar de eso solo hallaba muros hechos de setos. Siguió caminando buscando el final del pasillo, sin embargo, nuevas entradas y nuevos muros se abrían paso ante su mirada. Segundos después descubrió que estaba dentro de un laberinto y la salida no parecía querer aparecer. Su desesperación aumentó cuando empezó a escuchar el llanto incesante de un bebé. No dejaba de llorar ni por un segundo y estaba llevándola al borde de la locura. Sus pasos adquirieron mayor rapidez hasta convertirse en una presurosa carrera, corrió y corrió hasta que despertó de golpe. Con el pecho agitado y rostro el iluminado por rayos de luz, abrió sus ojos en asombro y se llevó las manos a la cabeza cuando vió el reloj, eran las 7:30 de la mañana.

                —¡No puede ser! me quedé dormida otra vez. —exclamó al tiempo que se levantaba de un salto, se dirigió inmediatamente al baño, tomó una ducha rápida y se arregló para dar comienzo a su jornada laboral como maestra en el hogar de pony.

Al otro lado de la ciudad, en una de las sedes de las empresas Andrew, la jornada ya había dado comienzo desde muy temprano para el joven magnate William Andrew. El rubio se encontraba algo tenso y quizás un poco enojado con asuntos propios del oficio de ser uno de los mejores CEOS del gremio banquero. En medio de la gran sala de juntas y rodeado de empleados, daba un sermón mientras caminaba de un lugar a otro con el andar elegante y acompasado que lo caracterizaba.

—Y espero que entiendan que esta no es una empresa cualquiera. Los bancos Andrew siempre buscan ofrecer lo mejor para los clientes y no permitimos engaños. —habló mirando a los presentes—. Nos precede una larga historia. Son más de tres generaciones de trabajo, esfuerzo y disciplina. No podemos permitirnos esta clase de errores, así que espero sea la última vez. Nadie será despido y con esto doy por finalizada esta reunión. Pueden volver a sus labores.

Cuando no quedaba nadie en la sala, George Johnson amigo y mano derecha de William se acercó para informarle acerca de un asunto importante del que había estado intentando hablarle desde muy temprano.

—Y dime George, ¿de qué problema querías hablarme?.

—William, ha sucedido aquello que veíamos venir, la presidenta Andrew ha sido convocada por el concejo mayor. Ahora si estamos en problemas. —expresó con preocupación.

 William solo se llevó las manos a las caderas apartando un poco la chaqueta mientras mordía su labio inferior y miraba con inquietud hacia el gran ventanal que ofrecía un paisaje citadino de un contemporáneo Chicago.

❁❁❁❁

—Mi nieto se encuentra en una relación amorosa que lleva ya seis años —habló Elroy Andrew presidenta de las empresas y matriarca de la familia—. Todos aquí saben que es un hombre responsable, por eso les pido que confíen en él, estoy segura de que antes de que acabe el año estará casado. —Miró a cada uno de los miembros del consejo mayor, conformado principalmente por familiares y accionistas mayoritarios.