Capítulo XX

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Puede que el deseo me presione, pero el amor me sostiene.




Elroy Andrew no podía creer lo que veían sus ojos, después de haber estado a las puertas del hades con el susto que le dió su nieto, creía que ya sus pobres nervios no serían capaces de resistir una emoción más, pero qué equivocada estaba, ahora su corazón se regocijaba de alegría y los nervios no se la llevaron a la tumba. La matriarca observó con emoción la romántica reconciliación a través de la pantalla del televisor. Seguramente ella no sería la única, todo estaba siendo transmitido en televisión nacional, y como ella, muchas más personas estarían pegadas al filo del asiento. Y es que esto era mucho mejor que todos los chismes sin fundamento que se inventaba la farándula, esto era una historia de amor real. Al instante llegó Annie, la pelinegra había estado trabajando en algunas campañas publicitarias luego de su luna de miel, pero no se hallaba tan ajetreada como otras veces, teniendo así tiempo libre para permanecer en casa y compartir con la abuela. A diferencia de Annie, su marido sí que se encontraba muy ocupado dirigiendo la empresa de los Cornwell, y su cuñado, Stear, parecía más bien vivir en el hospital.

—¡Abuela!, ¿le sucede algo? —preguntó Annie con preocupación, desde la entrada pudo escuchar los gritos de Elroy, cuando llegó a la sala se tranquilizó al advertir que el alboroto era producto de una alegría. —¿Qué la hace tan feliz abuela?

—¡Annie! —exclamó al verla—. Por fin se nos ha cumplido el deseo, ven acércate. —pidió.

La modelo obedeció, cuando vió lo que su abuela miraba en la televisión, sus ojos parecían querer salirse de sus órbitas.

—¿No es una maravilla, linda? —preguntó la matriarca mirándola.

—No-lo-puedo-creer. —dijo entonando las palabras.

La matriarca rió al ver la cara de Annie—. Esto es mil veces mejor que la telenovela de la tarde, por fin este par de testarudos se unieron nuevamente, ¡Gracias Señor!, has escuchado mis plegarias. —dijo cerrando los ojos y uniendo sus manos cerca del pecho.

—Pero, abuela, ¿por qué salen en la televisión?

—Eso es una historia, resulta que el impulsivo de William convocó a la prensa para anunciar su renuncia, pero lo que no se esperaba era que Candy aparecería en medio del alboroto, luego hablaron con la verdad y ¡zas! —hizo un gesto gracioso—. Candy lo toma de la chaqueta y le planta un beso.

Annie se contagió de la emoción al ver que la abuela contaba lo sucedido como sí se tratara de un drama romántico—. ¡Vaya!, esos dos sí que viven las emociones al máximo. —comentó riendo—. Pero...¿Candy logró impedir que William renunciara?

Elroy de repente dejó de sonreír—. No, no pudo llegar a tiempo, pero no hay de qué preocuparse. —recobró el ánimo—. Buscaremos la manera de solucionar eso, por ahora debemos celebrar esta anhelada reconciliación.

Madeline estaba igual de emocionada que todos, la dama compartía su alegría con los jóvenes meseros que le ayudaban a atender el restaurante. Karen, estaba feliz de ver que el plan resultó exitoso, la pelirroja estaba supervisando su tienda de ropa cuando vió la noticia, la emoción la hizo repartir abrazos por doquier, incluso les dió obsequios sus empleados, regalar cosas era un síntoma del buen humor de Karen, y esto lo confirmaban los niños del orfanato, quienes eran los principales beneficiarios de la alegría de la chica. Alice, se encontraba alimentando a la pequeña Mia cuando se enteró, la castaña sonrió aliviada, hubiese sido demasiado triste que su primo perdiera la oportunidad de estar con una mujer tan maravillosa como lo era su amiga Candice. Patty y Stear, como era habitual, compartían el almuerzo juntos en el hospital, una de las enfermeras se acercó emocionada a la pareja y les hizo saber la buena nueva. Los novios se miraron cómplices, en el fondo sabían que más pronto que tarde ese par de rubios tercos darían el brazo a torcer.

DESTINADO A TU AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora