Capítulo VIII

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Que inútil es la previsión, porque aunque huyas y te escodas, en dondes estés te encontrará el amor. 



William estaba que no lo podía creer, así que el famoso Terius era nada más y nada menos que Terry Grandchester. Cuando el moreno notó la presencia de William se levantó del asiento, el rubio caminó hasta él, debía darle la bienvenida y saludar, aunque lo que menos deseaba era que fuese precisamente Terrence quien estuviese allí.

—Así que tú eres Terius. —dijo Will.

—Puedes seguir llamándome Terry, es un gusto verte nuevamente William. —contestó con su habitual sonrisa sarcástica.

Después de los modismos y protocolos, el joven presidente y el famoso artista tomaron asiento para discutir los términos del contrato, estaban uno frente al otro separados por una mesa redonda, el ambiente era tenso debido a los recientes acontecimientos.

—Ahora ya sabes el motivo de mi presencia en Chicago, te equivocas si piensas que estoy de un lado a otro sin rumbo ni propósito, yo he cambiado, las cosas han cambiado, así que ahora puedes dejar de mirarme así. —comentó Terry, William lo miraba como tratando de descifrarlo, de alguna manera lo entendía, hasta hace un par de años años él no era más que un rebelde sin causa que no hacía más que andar de pleito en pleito.

—Eso veo, pareces otro, pero lo que no cambias ese descaro con el que andas por la vida. —expresó el rubio arqueando una ceja.

Terry rió ante el comentario—. Yo no soy el único que ha cambiado, veo que ya no eres un trotamundos, al fin encontraste un puerto donde descansar William, o debo decir Albert, porque así era que te hacías llamar ¿no?

—En vez de discutir cuál de los dos ha cambiado más, será mejor que hablemos de negocios. —sugirió Will tratando de desviar el tema—. Dime Terry ¿te agrada nuestra oferta de colaboración?

—Estoy aquí, eso debe ser respuesta suficiente.

—¿Cuál es la verdadera razón para que quieras trabajar con nosotros? —preguntó el rubio mirándolo incisivamente, quería descubrir si tenía intenciones ocultas.

—Hay varias razones, pero no tengo por qué decirtelas, estoy aquí porque quiero, estoy muy interesado. —contestó enfatizando en "muy interesado."

—Willian soltó una sonrisa irónica—. Tu actitud en serio me molesta —se separó del espaldar del asiento, apoyó los codos en las rodillas y entrelazó los dedos de sus manos. —¿No será por mi esposa? —lo miró anticipando la respuesta.

—Es por Candy. —afirmó el moreno sin ningún tipo de reparo. Si algo tenía Terry Grandchester era su sinceridad, siempre decía las cosas de frente, la hipocresía no era lo suyo, aunque muchos lo censuraran por ser tan directo.

—Acabo de llamarla "mi esposa" ¿qué parte no comprendes? —masculló tratando de mantenerse tranquilo ante aquella respuesta.

—Al parecer olvidé ese detalle ya que no la tratas como a tu esposa.

Golpe bajo para el rubio, él no pudo refutar su comentario, Terry tenía razón, él aún no le daba el lugar a Candy como su esposa. Sin embargo no soportaba la actitud sobrada del moreno, si pensaba que tenía una oportunidad con Candy que se olvidara de eso, ella era su esposa por ley.

—Apégate al trabajo y no te preocupes por mi esposa. —Tomó la carpeta que contenía el documento del contrato, la lanzó con fuerza sobre la superficie de la mesa haciendo que ésta se deslizara hasta el extremo donde se hallaba sentado Terrence.

DESTINADO A TU AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora